Con las vacaciones políticas a la vuelta de la esquina, la Generalitat Valenciana está trabajando en los presupuestos del año próximo por lo que es buen momento para recordar el trabajo que ya se está haciendo y lo importante que es mantener presupuesto que la GVA destina a la Ayuda Oficial al Desarrollo. ¡Vamos a hacer un toc-toc!
Mantener el presupuesto es necesario por dos motivos principalmente: por las consecuencias que puede tener no desarrollar proyectos ya empezados en los terrenos de origen y cómo afecta de manera directa a población en situación de extrema pobreza; y por el compromiso que se debería mantener aquí hacia las personas que votaron y confiaron en el compromiso de los partidos del Botanic ante el electorado.
La Comunitat Valenciana se sitúa como la quinta autonomía en porcentaje de presupuesto dedicado a la ayuda al desarrollo.
Con 33,8 millones presupuestados en 2020, la partida presupuestaria que dedica la Generalitat a la cooperación, Ayuda Oficial al Desarrollo, es la cuarta mayor, solo por detrás de Cataluña, País Vasco y Andalucía, aunque en cuantía per cápita baja al sexto puesto con solo 6,76 euros por habitantes.
Son datos del primer estudio comparativo publicado por la Red de Coordinadoras Autonómicas de ONGD, de la que forma parte la Coordinadora Valenciana de ONGD del que se desprende también que a pesar de la recuperación de las políticas públicas que está teniendo lugar en la mayor parte de la comunidades autónomas, éstas están aún muy lejos de volver a los niveles de inversión registrados antes de la crisis del 2008.
A pesar de los avances desde 2015, las cifras están lejos del máximo histórico y del compromiso de alcanzar el 0,4% al final de la legislatura y el 0,7 % en 2030.
Son datos que ahora se están analizando , estudiando y se podrían ajustar. Recortar presupuesto en Ayuda Oficial al Desarrollo puede tener unas consecuencias devastadoras. Y no me servirán en caso recortar presupuesto, lanzar mensajes políticos justificativos ante los posibles recortes que no hacen más que mirarnos nuestros propios ombligos y excusarnos en querer trabajar sólo con la pobreza más cercana, la de proximidad y la que vemos.
La pobreza más lejana y la que no se ve es la que se queda más desprotegida porque el ser humano se siente más identificado o recompensando ayudando al más cercano y aquí debería entrar la responsabilidad de las instituciones públicas.
La pobreza cercana también necesita evidentemente una intervención inmediata y directa con recursos públicos, eso no es objeto de debate, pero hablamos de cosas diferentes y cada una lleva unas líneas diferentes. Es muy peligroso mezclar conceptos y confundir a la población porque pueden generarse discursos racistas y de odio.
Hemos de recordar que en épocas de crisis como la que estamos viviendo el impacto y el incremento de los niveles de pobreza es directo tanto aquí como allí, “Está habiendo recuperación en los presupuestos pero está claro que no es suficiente a la vista de los retos enormes a los que nos enfrentamos a nivel global. Además de los devastadores efectos socio- sanitarios de la pandemia de la Covid -19, no para de crecer la pobreza, el hambre y la desigualdad en todos los rincones del planeta y con mayor virulencia en los países más empobrecidos. La Generalitat se ha comprometido a alcanzar el 0,4% de los presupuestos consolidados al final de la legislatura, y hay más razones que nunca para cumplirlo”, asegura Lourdes Mirón, presidenta de la Coordinadora Valenciana de ONGD.
La responsabilidad pública y política en época de crisis debería pasar por pensar en global, en salir todos a la vez, al mismo tiempo, y no aprovecharnos de la debilidad de algunos para fortalecerse otros.
La FAO acaba de hacer público un informe en el que asegura que, después de décadas de reducción, el hambre crónica lleva aumentando en todo el mundo desde hace cinco años, y el impacto social y económico de la covid-19 puede hacer que otras 130 millones de personas acaben en esa situación.
El informe de la CVONGD constata que la recuperación de las políticas de cooperación tras años de recortes y su práctica desaparición en algunas comunidades, incluida la valenciana, está siendo lenta y desigual. Además, la mayor parte de las comunidades autónomas se sitúa lejos de su mejor dato histórico de ejecución presupuestaria. En el caso de la Generalitat Valenciana, ese máximo se produjo en 2008 con 64,8 millones de euros invertidos en cooperación, prácticamente el doble de lo presupuestado este año.
El estudio realizado a partir de los presupuestos públicos aprobados antes de la pandemia de la covid-19, que en algunas comunidades autónomas sufrirán modificaciones, sitúa a la Generalitat Valenciana como el cuarto gobierno autonómico que más presupuesto invierte en cooperación en términos absolutos, por detrás de Cataluña, País Vasco y Andalucía, aunque si calculamos la inversión per cápita, la Comunitat Valenciana baja al sexto puesto con tan solo 6,76 euros por persona en todo el año, muy lejos de los 22,33 que dedica Euskadi o los 20,75 euros por habitante que asigna Navarra.
Desde la CVONGD recuerdan que hay que sumar esfuerzos para frenar estas injusticias y desigualdades, invirtiendo más en cooperación y repensando el modelo económico de producción y consumo en el que vivimos que, cada vez más, enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría de la población.
La semana que viene… más!