Una experta plantea actuar en los focos vecinales de covid para evitar la proliferación

15/02/2021 - 

CASTELLÓ. (EFE). Actuar a tiempo en un edificio donde se ha detectado un foco vecinal de covid-19, como el caso ocurrido recientemente en Bilbao, con el cribado, la desinfección y la alerta a todos los vecinos en la semana siguiente, evitaría la proliferación del contagio y su crecimiento exponencial en esa zona.

Así lo plantea una investigación que lidera la profesora titular de Geografía e investigadora de la Universidad de Málaga (UMA) María Jesús Perles, donde se analiza el comportamiento espacial y temporal de los contagios de coronavirus y que propone una vía de rastreo por focos vecinales, complementaria al rastreo por individuos de cada brote, según explica en una entrevista con EFE.

Esta geógrafa especialista en el estudio del comportamiento y origen territorial de riesgos naturales y tecnológicos es, también, investigadora del Instituto Universitario de Biotecnología y Desarrollo Azul, vocal de la Junta Directiva de la Asociación Española de Geografía, y miembro del Comité Español de la Unión Geográfica Internacional.

Un año detrás de los focos vecinales

El proyecto que lidera Perles -enmarcado en un proyecto de investigación de Instituto de Salud Carlos III- parte del análisis del comportamiento espacial y temporal del contagio durante todo un año.

En este marco han identificado, explica, "que el contagio no se produce en el entorno urbano de forma dispersa y aleatoria, sino a través de lo que denominamos focos de contagio vecinales", es decir, concentraciones o "racimos" de afectados que comparten el mismo entorno vecinal. Cuando se produce una concentración de afectados en una zona en una semana concreta, "hemos detectado cómo generan a su alrededor una proliferación de contagios en su entorno inmediato", señala Perles.

El origen del contagio en un foco vecinal puede provenir de eventos sociales o de trabajo externos al foco, pero una vez la persona se infecta, vuelve al domicilio familiar a dormir y realizar su actividad cotidiana en el entorno vecinal, donde genera una red de contagio derivada o secundaria, una segunda oleada de consecuencias del contagio original en su entorno domiciliar.

Un mayor riesgo de contagio

Perles señala que se ha observado que la probabilidad de ser contagiado si uno vive en un foco de contagio vecinal activo en un momento dado es superior a la de contagiarse si vive en cualquier otro punto de la ciudad, y este hecho "abre una vía directa para atacar el contagio". "Si conocemos en tiempo real y cartografiamos con precisión dónde se sitúa un foco vecinal activo en un momento dado, sabemos que en los siguientes siete días, aproximadamente, el contagio en la ciudad se va a concentrar en el foco delimitado y su entorno inmediato", añade.

Así, según han constatado, "es el momento de aplicar en esta zona, durante una semana o diez días, medidas anticontagio con toda la intensidad: advertir y alertar a la población de la zona de la situación de riesgo excepcional a la que está y estará sometida durante ese periodo (a fin de que tenga la oportunidad de autoprotegerse), hacer test masivos a los habitantes del foco e inmovilizar los posibles positivos asintomáticos".

También se tendría entonces que reforzar limpieza y vigilancia de aforos y uso de mascarillas en los espacios públicos y privados de máxima afluencia del foco vecinal (supermercados o locales de restauración), y aumentar la frecuencia de transportes públicos durante este periodo de máxima incidencia en la zona. Se trata, explica Perles, de "concentrar toda la potencia de las medidas anticontagio en el espacio y en el tiempo allí donde el contagio está más activo en ese momento, para cortar la cadena de contagio en su raíz".

El hacinamiento, otro aliado del contagio

La investigación también pone el foco sobre la densidad de población y la incidencia de contagio, y se ve que "ante valores iguales de densidad, el porcentaje de afectados sobre la población de la zona aumenta allí donde las condiciones de hacinamiento en el propio hogar son mayores". De este modo, "una zona puede tener la misma densidad que otra con dos tipologías constructivas diferentes; por ejemplo, edificios muy altos con viviendas de tamaño grande y pocos convivientes en un mismo hogar, frente a edificios medianos con viviendas muypequeñas y alto número de personas por hogar".

Este último modelo, indica la investigadora, "parece responder peor al contagio, es decir, muestra una mayor vulnerabilidad", aunque "existen también otros factores que condicionan la mayor incidencia relativa de contagios". Y cita entre ellos la movilidad de la población, "condicionada por las posibilidad de teletrabajar o no" y se está estudiando la incidencia de factores ambientales del entorno de la edificación, como insolación, ventilación y características de los espacios comunes.

Las conclusiones expuestas por la profesora se desarrollan en el proyecto "Elaboración de cartografías de peligrosidad de transmisión de la covid-19 en espacios urbanos orientadas a la aplicación de medidas anti-propagación a escala de detalle", financiado por el Instituto de Salud Carlos III.

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