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el billete / OPINIÓN

Una pesadilla

Foto: IVÁN TERRÓN/EP
22/03/2020 - 

En esta pesadilla que acaba de empezar hay tanto ingenio y gracia que temo que nos quememos demasiado rápido. Dicen los expertos que la vacuna del coronavirus tardará meses, puede que más de doce, pero soy optimista porque hoy más que nunca las ciencias adelantan que es una barbaridad y los mejores investigadores de todo el mundo están trabajando para acortar los plazos. Mientras, sueño con que la canícula o un factor imprevisto acaben con el bicho de repente, como aquella horrible country-balada perpetrada por Slim Whitman que acabó con el enemigo –Deus ex machina– en Mars Attacks! (Tim Burton). Indian Love Call se llamaba, por si alguien quiere intentarlo.

Cuando despierto, continúa la pesadilla. El cansancio hace mella en la población recluida y a ello contribuye el parte diario del epidemiólogo Fernando Simón, cuya credibilidad mengua a medida que la realidad desmonta su discurso. Este sábado fue sustituido por baja médica no relacionada con el coronavirus, cosa que debería aprovechar el ministro Illa para dejarlo en la retaguardia. Fue Simón quien nos convenció de que la cosa no era tan grave, de que la epidemia estaba controlada; quien nos dijo que aquí no estábamos como en Italia, que podíamos ir a la manifestación del 8M y que no había motivos para suspender las Fallas. Su último hito ha sido justificar la presencia de Pablo Iglesias esta semana en un Consejo de Ministros y en una rueda de prensa junto al ministro de Sanidad cuya recomendación para las personas que están en contacto estrecho con una persona infectada es guardar cuarentena domiciliaria: "No debes salir a la calle salvo necesidad de asistencia sanitaria" dice el folleto del Ministerio. A no ser que le hagan la prueba cada día, lo que sería otro escándalo cuando no hay material suficiente para los sanitarios, el vicepresidente Iglesias no sabe si está contagiado y no debería salir de casa.

Fernando Simón. Foto: MONCLOA

Cada vez más expertos, incluidos los chinos, recomiendan un confinamiento más rígido, un confinamiento total, visto el resultado en Italia, donde este sábado se daba un paso más con el cese de toda actividad productiva excepto las esenciales, después de registrar casi 800 muertos en 24 horas. En Madrid, que tiene una décima parte de la población de Italia, fallecieron el mismo día 176 personas, es decir, el doble en proporción. Pero aún no toca. 

Si vuelven a tener razón esos expertos frente a los mensajes paliativos del Gobierno, una vez más habremos llegado tarde cuando se quiera poner en marcha y saldrá Pedro Sánchez a las nueve a repetirnos que ahora sabemos cosas que antes no sabíamos.

Situación a 20 de marzo (pulsar aquí para ver datos actualizados)

Cabe destacar que el Gobierno de Puig ha comprendido por fin que tener una ventaja temporal sobre la situación de Madrid y de semanas respecto a Italia no significa que haya que esperar ese tiempo para imitar sus medidas sino que hay que tomarlas al mismo tiempo. Adelantarse. En ese sentido, hay que aplaudir la habilitación de la antigua Fe o el encargo de la construcción de tres hospitales de campaña al mismo tiempo que Madrid instala el suyo en Ifema (por cierto, allí lo instala el Ejército y aquí lo paga la Generalitat, 9 millones de euros, como siempre).

Las cifras ya no impresionan y quizás haya llegado la hora de poner imágenes, como en los anuncios de tabaco, de asustar de verdad con la realidad de lo que está ocurriendo en los hospitales de Madrid, de informar a los jóvenes de que también muere gente de su edad. ¿Para cuándo la estadística de fallecidos por edades en España que sí tienen otros países?

Y en lugar de poner un control al final de la mañana en las salidas de València para cazar a cuatro descerebrados y fastidiar a cientos de trabajadores de regreso a casa –¿no hay foto del colapso en la salida hacia del Saler?, ¿hubo control el sábado?–, el golpe de efecto que necesitaba la Policía para convencer a la gente de que esto va en serio era la detención en vivo y en directo del vicepresidente segundo del Gobierno por flagrante delito de desobediencia. Pero no, quienes tienen que dar ejemplo –también el presidente Sánchez, cuya esposa dio positivo– se saltan la cuarentena y nuestro científico de cabecera dice que no pasa nada porque se pueden hacer excepciones.

Bégamo (Italia). Foto: EFE/EPA/FOTOGRAMMA

Iglesias, ninguneado en la gestión de la crisis, quería protagonismo y lo tuvo, aunque su rueda de prensa fue casi tan prescindible como el pobre e inoportuno discurso del Rey a los españoles con un clamoroso silencio sobre sus líos, a mayor gloria de Pedro Sánchez, quien ya se había adelantado a todos con un mensaje de sangre, sudor y lágrimas muy bien interpretado. Este sábado nos dio otra ración. De esta crisis va a salir reforzado Sánchez porque aunque él lo haya hecho mal, Iván Redondo lo ha hecho muy bien.

Las ruedas de prensa en diferido

El estado de alarma ha sido aprovechado por nuestros gobernantes para decisiones inconfesables como colar a Iglesias en la Comisión de control del CNI en el decreto de medidas del estado de alarma, eludir el control parlamentario o poner barreras en el derecho a la información de los periodistas.

A las dificultades propias del estado de alarma, la confusión con los datos y las maratonianas jornadas informativas se suman las ruedas de prensa en diferido. Ante la imposibilidad de celebrar ruedas de prensa presenciales, a alguien se le ocurrió que los periodistas enviasen las preguntas con antelación para así prepararle las respuestas al compareciente de turno. Esa práctica impide a los periodistas preguntar sobre lo que se anuncia en la comparecencia –lo tiene que hacer 24 horas después– e impide repreguntar. También impide protestar cuando se leen mal las preguntas o cuando la consellera de Sanidad –que exige que le lleguen hora y media antes de la comparecencia– no las responde.

La consellera Ana Barceló, leyendo las respuestas. Foto: GVA

Me consta que la Unió de Periodistes Valencians ha hecho gestiones para cambiar esta situación, de momento sin éxito. Seguro que en 2020 hay tecnología para organizar una rueda de prensa de verdad aunque sea no presencial. Falta que haya ganas.

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