VALÈNCIA. Hace cuatro años, Tania Lozano y Víctor Fernández iniciaban como quien no quiere la cosa una carrera musical que ya cuenta con millones de reproducciones. Se conocían desde el instituto, y un día decidieron componer una canción. "Tenía que ocurrir en algún momento", comenta Víctor a Culturplaza. El tema en cuestión fue BEBO (de bar en peor), y en él cuentan la historia de una persona que no para de beber.
Lo que hace Ladilla Rusa con su música es precisamente eso: contar historias. Siempre en clave humorística, se han convertido en una de las referencias más importantes de la tecno-rumba actual. Opinan que el humor es la vía más efectiva para conectar con la gente. Y de hecho, de entre los muchos millones de escuchas que acumulan, su público potencial pasa por todas las generaciones.
El 8 de agosto Ladilla Rusa llega al Patio de Escuelas de Ayora a partir de las 20 horas. Castellón Plaza conversa con Víctor Fernández sobre su proyecto, la importancia del humor y la forma que ambos tienen de componer su música.
-Sois dos periodistas que después de una noche de fiesta decidisteis grabar una canción en serio. Cuéntame cómo se pasa de ser periodista a triunfar en la techno-rumba.
-Son dos cosas independientes. De hecho, nunca hemos dejado el periodismo. La vertiente musical tenía que surgir en nuestras vidas en algún momento. Tania y yo nos conocemos desde el instituto. Compartimos una misma mirada sobre el humor, nos hace gracia lo mismo. Todos nos decían que acabaríamos trabajando juntos. Al final fue mediante un grupo de música, pero podría haber sido cualquier otra cosa: un cortometraje, un programa de radio... Cualquier cosa.
-En vuestras canciones contáis historias que se hacen virales con humor y costumbrismo. No es una forma de hacer música convencional. ¿De dónde sacáis la inspiración?
-La inspiración suele venir de lugares diferentes. Hemos escrito desde canciones por una tontería que dijo algún amigo en un momento puntual, hasta una historia de la cultura popular. Otras son ideas que han ido desvariando simplemente porque nos gusta decir chorradas y la canción acaba derivando en planos inimaginables en un principio. Hay diferentes maneras de pensar las canciones. Lo divertido es que no sabemos qué va a ser lo siguiente. Siempre probamos cosas nuevas. Lo que nos ha pasado y la manera que tenemos de trabajar es tan loca que todo está permitido. Nos solemos dejar sorprender a nosotros mismos con nuestras idas de olla.
-Debe ser gratificante que de una "ida de olla", como dices, salga un hit con cientos de miles de reproducciones.
-Es bastante gratificante, y tiene un punto misterioso, la verdad. En nuestra música expresamos el humor de un grupo de dos amigos. Hacemos coñas muy personales, y muchas de ellas llegan al gran público. Es muy divertido. Ahora, no todo son idas de olla. También hay mucho trabajo detrás. Todo ello hace que la gente conecte con nuestra complicidad.
-Vuestras canciones también tienen mensajes que, pese a ser tratados con humor, esconden mucho de realidad. Se puede ver en la reciente Todos los días lo mismo, un “himno obrero-rumbero”, como decís, que denuncia la precariedad del mercado laboral, la rutina y la monotonía de la clase trabajadora.
-Nuestro objetivo es que las canciones sean divertidas. Lo más importante no es que haya crítica o activismo. En ocasiones nos apetece explicar algo con lo que mucha gente se sienta identificada. Además, lo que cantamos en Todos los días lo mismo lo hemos vivido en nuestras carnes. Los dos hemos tenido trabajos muy precarios, así que también es importante retratar momentos o situaciones que sufre la sociedad desde nuestra propia reivindicación. En este caso, es un recuerdo o un homenaje a la gente currante. No todo el mundo puede decidir dejar un trabajo porque sufre de ansiedad. No todo el mundo puede decidir trabajar de lo que le gusta. Retratar esta realidad desde el humor hace que pase mejor. Reírse de la desgracia a veces es reconfortante. Más de una persona habrá quedado con un amigo y habrá acabado riéndose cuando diez minutos antes estaba hasta los cojones [ríe]. Ese es el ejercicio que nosotros hacemos. Desde el cabreo, acabar echándonos unas risas, sin olvidar las injusticias sociales.
-En Todos los días lo mismo se aprecia una cantidad mucho mayor de recursos. Dirigido por Luis Levrato, es el videoclip más trabajado que habéis hecho hasta la fecha. ¿Habéis dado un salto cualitativo con vuestra música?
-Si que es cierto que cada vez cuidamos más los detalles tanto a nivel estético como musical. Más o menos a partir de KITT y los coches del pasado [tema que acumula más de ocho millones y medio de visualizaciones en YouTube]. Cada vez le damos más vueltas a nuestra música. El caso de Todos los días lo mismo fue un poco experimental. Luis tenía ganas de hacer un videoclip a lo grande. Quizás no repitamos algo así. Si la idea está bien ejecutada, se puede ejecutar perfectamente con poco presupuesto. No nos atamos a nada, y tampoco somos millonarios, así que ya se verá.
-¿En qué medida veis el humor como una fuente de inspiración?
-El humor para nosotros no es tanto una fuente de inspiración como una herramienta creativa. Es lo que sabemos hacer. Los dos escuchamos música de todo tipo, incluida aquella con temáticas como el desamor o la tristeza. Pero se nos da bien hacer que la gente sonría, que pase un momento simpático. Es lo que nos apetece seguir haciendo. Si hiciéramos otro tipo de música quizás este proyecto no existiría.
-Electrorumba, tecno-pop, punk… Mezcláis muchos géneros distintos, sois muy eclécticos. ¿De qué manera fusionáis tantos estilos?
-La clave es que en el fondo siempre está el pop. Es un género que, al ser tan popular, permite jugar muchísimo con referencias de todo tipo. Hay muchos arreglos distintos con los que trabajar y, además, es un género muy agradecido para mezclar con otros estilos. Nosotros partimos de ahí y dejamos rodar la imaginación. Siempre decimos lo mismo: nos interesa hacer cosas nuevas, utilizar nuevos recursos desconocidos que no sabemos adónde nos van a llevar.
Imaginamos cada canción con una atmósfera concreta y la llevamos a un lugar diferente. Es un estímulo para no aburrirnos y sorprender, que es lo que nos gusta. La clave es que, aunque hayamos hecho más tecno-rumbas que otra cosa, cada canción es muy distinta a las demás. Al final siempre se forma una mezcla muy dispar de estilos. A veces parece que no van a casar, pero nosotros nos atrevemos y acaba saliendo bien.
-En alguna ocasión habéis dicho que Ladilla Rusa tiene públicos de todas las edades. ¿Qué creéis que tenéis, que interesa a gente de generaciones tan dispares?
-Creo que las cosas simpáticas y divertidas, por norma general, se acaban compartiendo con todo el mundo. Es algo de lo que nos hemos dado cuenta: el humor se viraliza más que cualquier otra cosa. Llega a públicos muy diferentes. Nos lo hemos preguntado mucho. A priori, por ejemplo, nuestras canciones no son para un público infantil; y las escuchan muchos niños. Supongo que también llaman la atención por las melodías, los colores... Y con respecto a las generaciones más adultas, creo que hay un punto referencial en la cultura popular. El cine, la televisión y el mundo en general nos han dado historias y referentes con los que conectar, y Ladilla Rusa está muy dentro de eso. En cuanto a los jóvenes, quizás conectamos también con ellos por la actitud mamarracha y desvergonzada, que hace más fácil que caigas bien.
-Desde hace un tiempo se ha popularizado esta forma de hacer música fusionando estilos. Rumba con influencias pop, electrónica con rumba, pop y punk… Hay quien dice que la industria musical, que impulsa tantas colaboraciones entre artistas diferentes, ha creado un caldo de cultivo óptimo para que esto ocurra. Sin embargo, en la industria también prima lo comercial y el artificio. ¿Qué opinas de todo este debate?
-La fusión musical no se ha inventado ahora. Atribuirla a la industria es un error. La fusión viene de músicas muy antiguas. Por otra parte, yo no acabo de entender esas colaboraciones ficticias y preparadas en despachos. Todo es marketing. Muchas veces los artistas ni siquiera se ven, ni hablan por teléfono. Graban desde países distintos. No creo que eso marque la dinámica artística de la evolución de la música. La industria crea contenido para el consumo rápido. La cultura popular, al contrario, ha otorgado unas fusiones musicales que acaban sentando precedentes.
-En el tiempo que lleváis habéis tocado muchos palos. ¿Qué es lo próximo?
-En el disco nuevo vamos a intentar probar cosas nuevas. No queremos desvelar mucho. Irá en la misma línea de siempre pero yendo un paso más allá. Podemos adelantar que habrá una canción en catalán.
-¿Quiénes son vuestros referentes en la música?
-Es complicado, escuchamos mucha música. De hecho, yo soy periodista musical. Los referentes de Tania van desde Los Ganglios hasta Ojete Calor. Los míos desde Destroyer hasta Los Chichos. A ella le gusta más el rock 'n' roll, a mí el flamenco. La verdad es que ser tan melómanos nos ha hecho tener la mente muy abierta y conseguir un sonido ciertamente especial que bebe de muchos lugares.
-¿Próximos proyectos? ¿Para cuándo lanzáis vuestro segundo disco?
-Se va a atrasar un poco. Estaba previsto para otoño, pero va a ser imposible porque tenemos muchos conciertos este verano. Va a tener que esperar un poco. El año pasado, en total, solo pudimos dar cuatro conciertos, así que ahora tenemos que aprovechar. Hay gente que colaboró en un Verkami. Pedimos un poco de paciencia. Mejor hacerlo bien que deprisa y corriendo.