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el muro / OPINIÓN

Abandono histórico

6/03/2022 - 

Con el reparto digital y la irrupción de nuevos canales televisivos en nuestro territorio aparecieron un gran puñado de medios vinculados a favores o supuestamente independientes que convirtieron a nuestra televisión global en un nuevo paradigma de sensaciones audiovisuales. Por tanto, había que llenar sus respectivas parrillas. Y así comenzamos a ser conquistados por nuevos formatos de todos los colores y contenidos. La producción televisiva puede alcanzar límites insospechados. Sólo hace falta apostar por una idea. 

En eso, las productoras australianas, británicas y canadienses nos aventajan. Son capaces de convertir un espacio de forja en un hit televisivo, como también otro de cocina extrema, reforma de viviendas, aventuras sin ropa o de mera supervivencia en una jungla. Esos espacios nos han sacado de la ortodoxia televisiva que las cadenas generalistas repetían y aún repiten incansablemente hasta el aburrimiento. Por ello, el éxito de las nuevas plataformas, sus series y novedades que están acabando con el cine y la televisión como los conocíamos hasta hace pocos años. Normal.

He de confesarlo. Como a mí me gusta el mercadeo, también terminé sucumbido a algunos de ellos; por ejemplo esos programas de tele realidad manipulada pero muy divertida que consisten en la compra de almacenes, contenedores y el vaciado de espacios ocupados y abandonados por impago o desaparición de sus propietarios. Vamos, los llamados trasteros.

Sí, soy un fan “adolescente” que cuando práctica el “zapping” es capaz de bloquearse un buen rato ante la venta de almacenes de alquiler de trastos o tesoros que nadie sabe qué esconden pero van acompañados de múltiples sorpresas. En esos almacenes que se subastan puede aparecer de todo. Son alquilados para depositarios de olvidos o memoria pero pueden esconder auténticas joyas históricas. El que más apuesta se lo lleva. La única condición es pagar en metálico.

Hace apenas unos días, el portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valencia, Fernando Giner, ejercía de visitador al Archivo Intermedio Municipal de Valencia ubicado en un polígono industrial dentro de los límites de la misma ciudad. Tras su visita denunciaba su estado de abandono, su mal estado de conservación y los riesgos que podían correr desde documentos históricos apilados y cubiertos con mero plástico hasta auténticas piezas de gran valor arqueológico, como estatuas y ánforas romanas y hasta legados y piezas que hace años configuraban museos y hoy se mantienen almacenados, como la donación marítima de Saludes que durante años fue expuesta en las Atarazanas bajo la denominación de Museo Marítimo. Hoy no tenemos museo y menos marítimo, aunque nos prometieron tras su desmontaje una nueva realidad como homenaje al mar. Tenemos Atarazanas municipales de quita y pon. Un desastre intelectual y expositivo. Estilo Ayuntamiento de Valencia.

Está muy bien el posicionamiento de Giner, aunque han pasado muchos años que se sabía, como deberían de saber todos nuestros políticos municipales, que ese almacén tiene algo así como más de dos décadas construido y simplemente almacenando objetos históricos a los que nadie atiende. Ahí se dejan y ya está. Hay más. Hoy estamos por lo digital, pero no por lo real. Tanto hablar de documentos encontrados en un portafolio cuando no existe catalogación formal ni digital de lo que ese almacén siniestro y oscuro en el fondo esconde. Allí tiene que haber de todo y de mucho valor, pero desconocido. Es la necia realidad de nuestros archivos patrimoniales. Las imágenes que se distribuyeron a los medios así lo demuestran.

Fernando Giner. Foto: EVA MÁÑEZ

Recientemente un archivista me comentaba que existen decenas de legados de compositores musicales en el olvido porque materialmente no existe espacio alguno para su conservación, estudio y mantenimiento. Por lo que nuestra historia reciente está en peligro de olvido. Pero no pasa nada. Con esto de las ansiadas Fallas, igual a alguien de nuestra Generalitat, Diputación y Ayuntamiento se le ocurre un barrido de archivos y almacenes para rememorar el espíritu natural de la cremá: limpiar el pasado, purificarnos y emprender un nuevo futuro.

"El almacén alberga miles de documentos y objetos que precisan de control de humedad y condiciones propias y óptimas para su conservación, cuya falta ocasiona daños en la documentación municipal y en los objetos arqueológicos. No hay archivadores adecuados para evitar la pérdida de documentos, otros se almacenan en estanterías en vez de archivadores compactos y hay objetos sin relación con el archivo, como un piano cuya procedencia se desconoce", dijo el portavoz municipal de Ciudadanos. Tiene toda la razón. Porque allí está incluso el último gran hallazgo arqueológico que se recuerde de la ciudad de Valencia: la estatua romana de la época Imperial de un metro de altura que apareció en unas excavaciones  en el barrio de Velluters.

Estos gobiernos no han sido capaces en los últimos treinta años de inventariar o buscar soluciones para divulgar o compartir inteligencia e Historia de la ciudad. Por eso continúan apilados. ¡Y lo que estarán! A estos neopolíticos eso del Patrimonio les viene muy grande. Prefieren un cartel novedoso a un original de un Privilegio, o un documento municipal que bien puede ser un bando de guerra o un reparto territorial escondido bajo un papel de plástico. Al parecer es un rollo eso de la memoria mientras no sea Histórica, como denominan todo aquello que sólo tenga relación con la Guerra Civil y la posguerra que ni conocieron, ni históricamente conocen. Pero queda bien.

Así que yo propondría, como en esos programas televisivos, grandes subastas. Y que las grabe À Punt, cadena autonómica últimamente carente de ideas. De paso, así vaciarían almacenes y nos ayudarían a conocer a los posibles compradores nuestra historia un poco más. De paso sacarían un dinerillo para poder montar más chiringuitos de compadreo como seña de identidad y patriotismo postmoderno.

Para mantenerlos en estado de abandono, mejor darles salida. Y de paso limpiar ¿No?

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