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24 operarios del csic pasan 10 días en el mar para hallar personas y vehículos arrastrados

A bordo del buque 'rastreator' del CSIC: los 10 días buscando en el fondo marino tras la dana

28/11/2024 - 

VALÈNCIA. Rastrear significa, como advierte su etimología, pasar una rastra por el fondo del mar para encontrar y sacar cualquier cosa sumergida. Es precisamente la tarea que tenía asignada, aunque con tecnología avanzada, el buque de investigación Ramón Margalef del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en la campaña que estuvo examinando el fondo marino de la costa valenciana. Un trabajo, en este caso sin necesidad de rastra, en busca de cuerpos o vehículos que hubieran sido empujados por la riada que el pasado 29 de octubre devastó decenas de municipios de la provincia de Valencia.

La fuerza destructora de la corriente, que desbordó varios barrancos, se llevó consigo casi todo lo que encontró a su paso: vehículos, enseres, cañas y vegetación, y todo tipo de objetos de calles, caminos, viviendas y negocios. También personas, por desgracia. Para explorar todo lo que acabó en el fondo marino y permitir su recuperación, un equipo de 24 personas de toda España convivieron a bordo de la embarcación durante 10 días en el buque a unos cientos de metros de la costa valenciana.

El protocolo se activó rápido: "El día 30 estaba en marcha", rememora el coordinador de flota del Instituto Oceanografico, Eugenio Fraile. El organismo, integrado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), había sacado a principio de año un protocolo de asesoramiento en desastres y emergencias para que la respuesta fuera "ágil y efectiva" en casos como este. La catástrofe de la dana ha obligado a ponerlo en marcha por tercera vez, lo cual supone "poner a disposición de los gestores todos los efectivos y buques de la institución de cara a obtener todas las claves necesarias para ayudar".

El viaje empezó en Alicante. "Embarcamos allí porque las condiciones de Valencia eran más complejas y no queríamos aportar más entropía", explica el jefe de la operación, Pablo Carrera: "No queríamos generar problemas adicionales", insiste. Poco más de una semana después los técnicos ya estaban sobre aguas valencianas con dos grandes áreas en el punto de mira: las desembocaduras del Xúquer y del Túria, que habían evacuado la riada, los sedimentos y todo tipo de materiales en el mar.

Los investigadores se integraron en un operativo conjunto coordinado por la Guardia Civil y donde participaron también Salvamento Marítimo, con aviones y buques de gran porte tipo remolcadores que ayudaron a crear mapas de corrientes y avistamientos, y también el Instituto Hidrográfico de la Marina, que junto a la organización Open Arms centró sus esfuerzos en la búsqueda superficial de cuerpos y objetos. El cometido del CSIC era más profundo.

La tarea que se les había encomendado era hacer un mapeo del fondo marino para detectar elementos de origen antropogénico "que por la fuerza de las corrientes se hubieran desplazado hasta el mar", explica Carrera, todo ello apoyado en modelos de corrientes y circulación marina para "saber dónde era más probable recuperar cuerpos". "Hicimos modelos numéricos para ver cuánta cantidad de agua pudo salir, cuánto volumen de lodo, a qué velocidad y explorar el área de perturbación en el ambiente marino", explica Fraile. A partir de ahí, se diseñaron las campañas oceanográficas para proceder a las reconstrucciones tridimensionales del fondo marino.

Lo primordial era encontrar personas fallecidas, pero el equipo era consciente del reto: "Al final es más fácil encontrar objetos grandes como vehículos que otros pequeños; localizar cuerpos siempre es más complejo porque estábamos cubriendo áreas muy extensas, de entre 40 y 50 kilómetros cuadrados", subraya el jefe de operaciones: "Hay que ser realistas, esas búsquedas son complicadas tanto en tierra como en mar, pero en tierra puedes usar medios humanos mientras que en el mar, la exploración es siempre indirecta".

Exploración con una "resolución centimértica"

Por suerte, el buque enviado por el CSIC contaba con tecnología que permitía elaborar mapas del fondo marino "con una resolución centimétrica", apunta por su parte Fraile: "Podíamos identificar perfectamente un coche, una rama, un tronco, cualquier objeto". Por una parte, el barco contaba con unos sensores que "emiten pulsos acústicos y, como conocemos la velocidad de las ondas en el agua, podemos determinar justo la distancia a la que se encuentra cada punto con una resolución muy precisa". El jefe de la operación, por su parte, explica de manera didáctica que la operativa es muy similar a una ecografía: "A través del sonido, transformando el eco en una imagen".

La embarcación también está equipada con un robot submarino de brazos articulados y que cuenta con otra cámara acústica. "Puede llegar hasta los 2.000 metros de profundidad, pero en estos trabajos lo estuvimos empleado entre los 15 y los 100 metros", relata Fraile. Esta herramienta permitía 'ver' hasta a 15 metros de distancia de la cámara. Y es que la visibilidad, precisamente tras una catástrofe de este tipo, era casi nula debajo del agua por el material en suspensión: "Es como si estuvieses metido en la niebla más densa del mundo, con apenas visión a 10 o 15 centímetros enfrente", apunta Carrera.

Ambos investigadores insisten en dejar clara una cosa. Su tarea no era el hallazgo de cuerpos como tal sino la elaboración de los mapas para que los cuerpos de seguridad tomaran las decisiones oportunas: "Lo poníamos a disposición de la Guardia Civil para que ellos determinaran lo que había que hacer; nuestro trabajo era simplemente identificar", subraya Carrera. A su juicio, en casos como estos, "lo importante era localizar elementos pero más importante era la metodología y el protocolo a seguir, porque hay que tener mucha consideración y respeto a las víctimas y al proceso judicial que hay detrás". "No todo vale", sentencia.

En eso, explica, todo el equipo fue consciente del escenario. "Tuvimos reuniones previas para saber cómo teníamos que actuar, precisamente por respeto a las familias y para que el procedimiento judicial no se viera afectado", apunta. ¿Se hallaron cuerpos? "En nuestro dispositivo de mar, no", apunta. El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) tiene contabilizadas tres personas halladas en las playas, pero no hay ninguna categoría referente al fondo marino.

Trabajo las 24 horas a bordo

Los trabajos se desarrollaron a lo largo de diez días hasta el pasado domingo, y la investigación se llevó a cabo sin descanso. "En estos barcos se trabaja las 24 horas del día", explica el coordinador de flota, que también fue jefe de campaña: "Son auténticos laboratorios marinos perfecto para estas actuaciones porque no hace falta bajar a la costa sino que, una vez se aleja del mar, haces vida allí". Operarios e investigadores hacían dos turnos de cuatro horas, pues "el trabajo es bastante tedioso y exige de mucha concentración".

El equipo estuvo constituido por 14 personas para la operativa de la embarcación y 10 investigadores, pero Fraile explica que el operativo no sólo contó con el grupo a bordo sino también con "mucha otra gente de gabinete que trabaja desde sus ordenadores para la emergencia", especialmente en las tareas de modelado de corrientes y la elaboración de mapas probabilísticos e imágenes satelitales.

Los expertos procedían de toda España: Madrid, Vigo, Canarias... Sin ir más lejos, Fraile es canario y Carrera, gallego. A fin de cuentas, el Instituto cuenta con 10 centros repartidos por todo el territorio nacional, pero todo el trabajo que realizan es compartido. "Cuando tenemos que hacer un trabajo específico, el resto del personal se traslada de otros centros", apunta. Así ocurrió en otras catástrofes como la del volcán de Gran Canaria o la del Prestige. Una organización que da "gran facilidad, capacidad y flexibilidad"

"Para el efecto, soy valenciano", expresa solidario el jefe de operaciones: "Me sentí totalmente implicado en el trabajo que estábamos haciendo porque la vocación de servicio está siempre por encima de nuestra localización geográfica", señala. Y apostilla: "Trabajo con el mismo entusiasmo en Vigo que en cualquier otro sitio, no hacemos distinción y eso es una cosa realmente buena; el carácter público prevalece ante cualquier cosa".

Carrera admite haber vivido desde el barco "el dolor del pueblo valenciano". "La situación ha sido excepcional", asegura, "y nosotros queremos, con nuestro trabajo, ayudar en la medida de lo posible a las autoridades para que puedan tomas las mejores decisiones, pero es difícil". "Sentimos esa presión y lo damos todo y trabajamos 24 horas atentiendo reuniones diarias, a los medios de comunicación, adquiriendo y procesando datos, realizando informes. Y de manera continua, sábados y domingos, porque es una emergencia.

El CSIC envía 150 expertos

El equipo del buque de investigación Ramón Margalef fue sólo una de las delegaciones enviadas por el CSIC a la zona de la catástrofe. En total movilizó a 150 expertos de 29 centros e institutos diferentes organizados en una quincena de grupos: inundaciones, movimientos del terreno, aguas, riesgos sanitarios, riesgos sociales, gestión de residuos, afección marina, infraestructuras, sistemas de información geográfica, teledetección, hidrogeología y contaminación, etcétera.

Los trabajos desempeñados por el personal técnico e investigador del CSIC consisten tanto en el asesoramiento científico estricto (recomendaciones, análisis) como trabajo operativo sobre el terreno (obtención de imágenes con drones, rastreo de fondo marino con buques oceanográficos, afección a edificios, búsqueda de lugares aptos para acopio de lodos). Todas estas tareas se están sufragando con fondos propios de la institución científica.

 

Además del buque, se puso a disposición la flota de drones y sensores de la Unidad Operacional de Campo (OPECAM) del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía para observar con precision los efectos provocados por las inundaciones desde la localidad de Torrent hasta las proximidades de la Albufera. Este Instituto también ha colaborado con la UME en relación a la situación de los posibles daños en las edificaciones e infraestructuras, para lo que se ha contado con un laboratorio móvil para la extracción de muestras sobre hormigón y mampostería, y equipos de medida no destructiva para la evaluación de algunas propiedades del hormigón.

Junto a estos trabajos, el CSIC ha prestado asesoramiento en la identificación de posibles ubicaciones de zonas para acopio de lodos, de acuerdo a las mejores condiciones geológicas del terreno. Además, está realizando análisis fisicoquímicos y de patógenos de lodos y de muestras de polvo procedentes del lodo seco. Junto a ello, también prestará apoyo desplazando una unidad móvil de calidad del aire.

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