CASTELLÓ. (EFE). La Asociación para la Defensa de la Naturaleza al Sur de Valencia (Adensva) ha lamentado la muerte por electrocución de otra águila perdicera en el municipio castellonense de Ribesalbes, en la sierra de Espadán, que supone el quinto fallecimiento de esta especie desde noviembre de 2020 y un paso más hacia el "futuro incierto" de la especie. Según han informado fuentes de Adensva, la sierra de Espadán forma parte de la Red Natura 2000 y está catalogada como Zona de Especial Protección para las Aves, algo que "debería bastar para impedir que las aves murieran en los tendidos eléctricos que la atraviesan".
Sin embargo, han explicado, "gran parte de las instalaciones eléctricas de estos parajes siguen sin adaptarse a la legislación vigente desde hace más de una década, consiguiendo ser un auténtico sumidero de biodiversidad". Desde 2011 a la actualidad se han localizado un total de cinco águilas culebreras, tres águilas perdiceras y todo un elenco de aves rapaces entre búhos reales, ratoneros, milanos negros o azores, entre otros, electrocutados en estas zonas.
En la periferia de los límites de esta zona protegida, rodeando los embalses de Sitjar y María Cristina, existe designada un área prioritaria para la protección de avifauna frente a líneas eléctricas, que aglutina el mayor número de electrocuciones de la zona. Para la asociación es "evidente" que la declaración de estos espacios naturales, sin la adopción de medidas que eviten las causas de mortalidad de las especies por las cuales fueron creadas "sirve para muy poco".
Desde Adensva se han preguntado "de qué sirve la protección de determinados territorios, de qué sirve la adopción de compromisos para salvaguardar la necesaria biodiversidad". "Tras analizar las principales causas de degradación de estos enclaves o incluso teniendo identificados los factores de mortalidad más fácilmente abordables, no se dictan medidas eficaces para impedir que se sigan degradando estos espacios o que desaparezcan de ellos las especies que motivaron su declaración", han lamentado.
Para la entidad, la menguante población de águila perdicera en la Comunitat Valenciana es claro ejemplo de ello, con una reducción superior al 30 % desde 2005 y con una cifra que no supera las 66 parejas en con un territorio repleto de infraestructuras "que las van matando a un ritmo alarmante". Sus efectivos, han señalado, "desaparecen bajo la indiferente mirada de una administración que debería estar tomando cartas en el asunto de manera contundente".
Adensva ha señalado que la mortalidad de las águilas perdiceras se debe en un57 % de casos a electrocuciones/colisiones en tendidos eléctricos que incumplen la legislación vigente, mientras que el 11 % es por ahogamientos en estructuras de retención de agua, 8 % por disparos y un 5 % por envenenamientos. "Llegamos a la conclusión de que los disparos y los envenenamientos, es decir las menos importantes sin querer restarles por ello ni un ápice de importancia, pueden acarrear penas privativas de libertad para sus autores, por ser infracciones al código penal", han advertido.
Sin embargo, pueden morir electrocutadas en tendidos que tendrían que estar modificados y adaptados desde hace más de una década para impedir las dramáticas cifras de 33.000 aves rapaces/año, han añadido. Del mismo modo también pueden seguir ahogándose en los miles y miles de balsas de riego existentes que adolecen, según han apuntado, de un sencillo mecanismo que permita que cualquier animal que entre voluntaria o accidentalmente en ellas pueda salir.