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Ahora la extrema derecha viene en camión

Foto: ALBERTO RUIZ/EP
26/03/2022 - 

Pedro Sánchez está muy preocupado por el peligro de la extrema derecha. Tanto, que constantemente nos alerta sobre su crecimiento, su influencia en la sociedad. A veces parece que nada escapa al radar de la extrema derecha y sus apetencias, y ahí está el presidente del Gobierno para alertarnos.

Específicamente, la extrema derecha siempre parece ocultarse detrás de cualquier crítica o movimiento hostil al Gobierno. Por ejemplo, la huelga de transportistas, que está instrumentalizada desde la extrema derecha. O la del campo, que también. Vox teje sus tentáculos por todas partes para intentar derribar a este Gobierno de progreso, y ahí está el presidente -y sus adláteres mediáticos- para denunciarlo una y otra vez.

Sin duda, la extrema derecha está ahí representada, tanto entre los manifestantes como en los indisimulados intentos de Vox por capitalizar cualquier forma de malestar o insatisfacción. Pero de ahí a defender que la crítica o la oposición al Gobierno siempre vienen de la extrema derecha no sólo va un trecho muy grande, sino que un planteamiento así hace el juego, más que ningún otro, a los intereses electorales de la extrema derecha.

Foto: ALBERTO RUIZ/EP

Pedro Sánchez llegó al poder en junio de 2018. Seis meses después, en diciembre de ese mismo año, aparecía Vox como actor político nacional, tras obtener representación en las elecciones andaluzas. Desde entonces, ambos actores políticos van ligados, y a menudo parecen realimentarse. Desde luego así fue en abril y noviembre de 2019, en las dos elecciones generales, que Sánchez ganó presentándose como el valladar frente a los ultras y en las que los ultras obtuvieron grandes resultados postulándose como principal formación opuesta a Sánchez. Entre unos comicios y otros, por cierto, se produjo la exhumación de Francisco Franco de su tumba en el Valle de los Caídos; pocas acciones con mayor valor simbólico para antagonistas y defensores de lo ultra, sobre todo lo ultra reciamente español.

El truco de "¡que viene la extrema derecha!" le ha sido y le es aún, en fin, extraordinariamente útil al PSOE. Moviliza a su electorado, hace que muchos de sus potenciales electores se resignen a votar a un PSOE al que le ven todo tipo de problemas y contradicciones, y además genera dificultades en el gran rival, el PP, cuyo anterior líder ha acabado por implosionar tras una trayectoria paralela a la de Sánchez en la que nunca supo muy bien cómo lidiar con la extrema derecha emergida de su propio partido.

Pero, como todos los trucos, no sirve para cualquier circunstancia, y además pierde eficacia con el tiempo. La presidencia de Pedro Sánchez siempre ha tenido una precariedad derivada de sus apoyos parlamentarios, que sólo se galvanizaban por -¿lo adivinan?- el enemigo común ultraderechista. Sin embargo, el Gobierno, con Pedro Sánchez a la cabeza, se ha comportado desde el principio con una arrogancia y un desinterés por negociar o dar explicaciones que se dirían privativos de Ejecutivos con mayorías absolutas. Unos defectos que han aflorado con fuerza en los últimos tiempos, en los que Sánchez, volcado en los asuntos internacionales más que nunca tras enfilar la crisis del coronavirus, primero, y la de Ucrania, ahora, ha dejado pasar los días mientras el ambiente en la calle se calentaba más y más ante el incremento de los precios y las dificultades de cada vez más sectores económicos para llevar a cabo su actividad en condiciones razonables.

Foto: JUAN MANUEL SERRANO ARCE/EP

Las movilizaciones y las críticas no provenían de la "extrema derecha" que tiene manía al Gobierno, aunque también hubiera personas u organizaciones de este signo entre los que se movilizaban; el Gobierno, empecinado en no hacer y no reunirse con los que protestaban, ha permitido que las protestas se extendieran y agravasen durante días antes de reaccionar. Y como dichas protestas se han producido en un sector particularmente sensible, el del transporte de mercancías, en un contexto en el que toda la cadena de suministros lleva meses sometida a fuertes tensiones, sus efectos se han dejado sentir desde el principio. En efecto, cualquier Gobierno sabe que el sector del transporte es un mal enemigo, porque las consecuencias de sus movilizaciones, paros y huelgas pueden verse por parte de todos los ciudadanos, y además afectan muy directamente a muchos otros sectores económicos con los que están entrelazados.

En el camino, todos estos años poniendo a los ultras en el foco han permitido darles visibilidad y que sus postulados parecieran atractivos ante parte del público que no soporta a Pedro Sánchez ni a un Gobierno de izquierdas, aunque sea un Gobierno de izquierdas tan timorato como este. Porque, en efecto y como cabía sospechar, el mantra de "¡que viene la extrema derecha!" también sirve para movilizar al electorado en sentido opuesto.

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