tribuna invitada / OPINIÓN

Alarmas extraterrestres en el mar

El departamento de Derecho del Trabajo de la UJI dirigido por la doctora Vicente fue pionero en la elaboración del Convenio de Trabajo Marítimo del 2006.

4/03/2021 - 

Alarma el considerable desinterés, por no decir desprecio, con que se acogen las normas, derechos y obligaciones internacionales que tienen que ver con la protección y seguridad de la vida humana en el mar y, en concreto, la de quienes por profesión o necesidad se dedican a transportar en barcos las mercancías imprescindibles para la vida en tierra.

La sensación puede ser exasperante cuando mi punto de observación se sitúa en la experiencia de un cierto tiempo dedicado a la elaboración de acuerdos mundiales sobre la manera de conseguir con equidad y sin merma de la competitividad económica, el progreso concertado de una industria globalizada e imprescindible, como es la marítima, en la que participan múltiples agentes con diversidad de objetivos, funciones, costumbres y nacionalidades.

De nuevo se comprueba lo odioso de las comparaciones al echar un vistazo a lo que se dice y se obliga, con motivo de la pandemia que padecemos, por las organizaciones internacionales más influyentes, la Unión Europea, empresas navieras y asociaciones de armadores de prestigio, la Cámara (patronal) Naviera Internacional o la Universidad Marítima Mundial de Malmoe y puertos punteros como el de Singapur.

La desafección valenciana de lo mucho que ocurre en la comunidad internacional de las normas y las ideas, en general, suele admitirse en privado, incluso, soy testigo, por algunos de los que han asumido las responsabilidades públicas de conocer, cumplir y hacer cumplir las leyes , que en eso se asienta el Estado de Derecho. Sin ser selectivo en su aplicación. Con todo, “ahora les toca a ellos” como sabiamente apuntaría la diputada Lastra. Pero con todo el derecho intacto de los que no nos toca a decir lo que pensamos.

Es un hecho, del que parece no se libra nadie, que para que se cumplan determinadas medidas del Derecho del Trabajo sin tener que recurrir a sanciones hay que previamente justificarlas por su bondad no perjudicial para los negocios. Parece normal, incluso en la OIT se hace cuando al objetivo de “trabajo decente” para todos se le añade el calificativo de “productivo”. Lo anormal es que, invirtiendo los términos, empresas públicas con deber de servicio al interés general, tengan por lema el “trabajo productivo” al que, llegado el caso se le añade accesoriamente el apelativo de “digno” si la crisis lo permite. Nadie somos inmunes al neoliberalismo dominante.

Hace quince años en Ginebra elaboramos conjuntamente los gobiernos, armadores y sindicatos del mar del mundo un Tratado Internacional sobre el trabajo prestado en mercantes y cruceros que hoy es Ley nacional española. De obligado cumplimiento. Como todas las leyes. Al mismo, conocido como Convenio de Trabajo Marítimo-2006 vemos que se remiten hoy todas las Instituciones Internacionales mencionadas para que con su debido cumplimiento se proteja la salud de la gente de mar, se eviten contagios por covid-19 y se dote de la adecuada asistencia médica a los contagiados sin distinción de nacionalidad. El Convenio fue unánimemente aceptado tras duras sesiones y negociaciones y de cuya difusión aquí, quiero decir, fue pionero el Departamento de derecho del Trabajo de la UJI dirigido por la doctora Vicente.

Si por el tiempo transcurrido el texto quedara inadaptado o precisara modificaciones por dificultades de aplicación, gobiernos (también los autonómicos), empresas navieras y sindicatos del mar tienen de plazo hasta el próximo mes de junio para presentar enmiendas que mejoren el texto que se quiso que fuera un texto vivo que solucionara problemas y no anquilosado en otras épocas. Veremos. Antes, el próximo mes de abril una Comisión Internacional de Expertos analizará los objetivos conseguidos.

El trabajo en el mar, sea en el transporte o en la pesca (queda pendiente de ratificar por España el Convenio 188 que la regula) no es “extraterrestre” como pudiera deducirse de la insignificancia de la atención aquí prestada, con la notable excepción de la Iglesia Católica (Stella Maris). Condiciones lamentables de trabajo – ojo al discriminatorio con las mujeres- no es preciso buscarlas lejos, existen ahí al lado, a veces invisibles en alta mar. Pero estarán ustedes conmigo en que, con el dichoso virus campante por todos lados, no solo puede ser perjudicial lo que no se ve a simple vista, por si no lo teníamos claro.

Suena, en fin, del todo ridículo estar promoviendo jornadas semanales de cuatro días cuando ahí en la mar pueden ser de 70 horas descontroladas. Claro que las sufren seres extraterrestres a quienes no les llega la fatiga, causa de la mayor parte de los accidentes marítimos. Una suerte tenerlos a nuestro servicio.


El autor fue diputado nacional y senador socialista por Castellón entre 1982 y 2004 así como Representante de España ante la Organización Internacional del Trabajo (2004-2010).

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