Conversamos con los artistas emergentes Antonio Ovejero y Sara Mono sobre la importancia de dejarse llevar en el arte, el estilo propio y la profesionalización
VALÈNCIA. A simple vista puede parecer que Antonio Ovejero y Sara Mono se conocen de toda la vida, sin embargo se acaban de conocer y al principio de la conversación saltan solo algunos rasgos a lo común. Ambos son artistas valencianos, emergentes, contemporáneos y les gusta retratar las escenas costumbristas que les rodean. Mono se centra mucho en los cuidados, Ovejero en la idea de crecer el pueblo y la añoranza pero sin melancolía. Ambos retratan un tipo de amor y expresan el suyo propio a través de la pintura.
Rodeados de lienzos nos reunimos en el salón de Antonio, las pinturas de su padre y las suyas propias aguardan la conversación que mantenemos sobre un futuro incierto pero pautado. Las “señoras” que Antonio retrata contemplan como sus dos gatos se pasean cerca de mi grabadora y como Sara divaga sobre lo que es para ella ser artista. Ambos van a descubrir que tienen mucho más en común de lo que creían y pondrán en común sus puntos de vista sobre la vida.
-¿De qué año sois y que estudiasteis?
-Antonio Ovejero: Yo soy del 1999 y estoy estudiando Bellas Artes en València. Se podría decir que estoy en quinto año, aunque la realidad es que aún sigo en la carrera porque estuve un año en Florencia y otro en Granada.
-Sara Mono: Yo soy del 1998 y estudié Bellas Artes aquí también, en València. Aunque ahora mismo estoy entre dos mundos entre esta ciudad y Barcelona, donde he comenzado recientemente en una galería.
-¿Cuándo descubristeis la pintura como tal?
-Sara Mono: Justo ahora que estábamos hablando sobre los estudios he de comentar que estuve un año en Chile, durante la revolución. Un año en el que no pinté nada de nada. A la vuelta descubrí la pintura como un camino para conocerme a mi misma y como herramienta para relajarme.
-Antonio Ovejero: Mi padre era pintor y en mi casa siempre he estado rodeado de arte. Irónicamente renegaba de lo de ser pintor, lo he visto desde pequeño pero yo quería llevar la contraria. A pesar de ello comencé a pintar y luego me metí en la carrera y varias academias.
-¿Y el costumbrismo que realizáis en vuestras escenas?
-Antonio Ovejero: En segundo de carrera yo tenía muy buenos resultados académicos, sin embargo no tenía del todo claro por donde tirar. Pero fue ese año en el que me di cuenta de lo mucho que me gustaba la escena costumbrista. Esta idea de las señoras mayores tomando el fresco, relajadas…
-Sara Mono: A mi me gusta la idea de poder transmitir lo que siento a través de la obra. Para mi los cuidados son fundamentales, las personas que me apoyan en mi día a día son las que me ayudan a ser como soy. Hablo de los cuidados, y de lo colectivo, para mí es algo crucial. Eso sí, antes de ser pintora quiero ser buena persona, a mi la pintura me lleva a meditar activamente y a desconectar si estoy muy mal, me permite salir del plano de la realidad. Hay cosas mucho más importantes en la vida que ganar dinero, tenemos que centrarnos en dejar de ser tan individualistas.
-¿Consideráis que estáis obligados a definiros?
-Sara Mono: Cuando no te pones límites en lo que haces es cuando mejor trabajas. Yo siento que podría estar como nueve horas pintando seguidas porque me flipa, porque me abstraigo. Cuando más conceptualizado tiene que ser todo y más cerrado… peor. Yo tuve que estar con varios proyectos a la vez de septiembre a octubre, y luego montar una exposición individual en menos de tres meses. Cuando tienes tantos encargos y tienes que capitalizar ciertas cosas peor se vuelve todo, pero gracias a mis vínculos pude sostenerme firme.
-Antonio Ovejero: Ciertamente en algunas asignaturas te piden que tengas tu propia “marca”, y de hecho a veces suelo frustrarme en algunos proyectos que son para clase. Sin embargo me gusta pintar por pintar, en cierto modo sí que me he estado desarrollando conceptualmente a lo largo del tiempo y por mi camino, que lo he labrado en parte por pintar lo que me apetecía. A veces gusta mucho pintar algo fuera de la línea o serie de lo que sueles hacer, eso libera.
-Sara Mono: Hay que ver muchísimas películas, series, y leer muchos libros. Tienes que aprender a coger referencias, y ahí es cuando puedes trasladar tu curro a tus intereses. Yo por ejemplo tengo muchísimas referencias de mi entorno, algunas de ellas son de Instagram, otras de escenas de fiesta… Ahora que la gente está haciendo tantas cosas con la analógica también me inspira mucho.
-¿Y cómo veis vuestra obra desde fuera?
-Sara Mono: Cuando dejas de trabajar en tu obra activamente y la miras con distancia puedes ver lo que estás pintando verdaderamente. Ahora que me he tenido que enfrentar al espacio de una galería he tenido que pensar muy concienzudamente como disponer la obra y saber que todos los valores que rodean a la obra tienen algún tipo de connotación en ella. Yo pensé en cómo quería generar un espacio de colectividad, y un lugar en el que el visitante se sintiera cómodo.
-Antonio Ovejero: En una charla en Granada el artista Antoni Muntadas nos explicó una idea muy interesante sobre esto que hablamos. Dijo algo así como que él pensaba en un concepto y en su manera de representarlo. A mi lo que me pasa con la pintura es que hay muchas cosas que quiero hacer y decir y no sabía cómo representar todas ellas.
-Sara Mono: Cuando te distancias de tu obra ves que tiene cierta conexión, una línea, hasta sin tú misma quererlo. Yo en realidad lo que hice en su momento fue pensar en lo que quería generar, en el espacio y en la idea.
-¿Transmitís un activismo a través de la pintura?
-Antonio Ovejero: Yo al principio no sabía como ser muy activista a través de la pintura, sin embargo cuanto más avanzas en la creación ves que se trata de un medio y que es la manera de comunicar lo que necesites en el momento.
-Sara Mono: Yo creo que disfruto mucho del muralismo por ese mismo concepto. Al final estás creando un espacio seguro para la gente que va a pasar por ahí. El arte mural te permite jugar con los espacios y conectarlos. De hecho cuando empecé a pintarlos me di cuenta de que era una muy buena forma de politizar mi mensaje. Sin mi pintura mural no se entiende mi pintura al óleo ni viceversa. Es un llamamiento colectivo a contar nuestra historia, y de generar un espacio compartido.
-Contadme en qué proyectos estáis ahora mismo
-Antonio Ovejero: Yo acabo de ganar el Premio Arte Emergente Interactivo Infinity Art con A la fresca, tengo que acabar el TFG y estoy pendiente de ver si hago algo con una galería.
-Sara Mono: Yo estoy entre dos tierras con València y Barcelona. Acabo de firmar con una galería de allí y he hecho mi primera exposición individual, que la verdad es que ha ido bastante bien. Ahora mismo se podría decir que podría vivir de mi arte pero es una cosa que para nada es lineal.
-¿Qué va a pasar con el arte colectivo en un mundo tan individualista?
-Sara Mono: Vivimos en un mundo en el que cada vez más estamos más alejados de las personas. Por ello creo que en cierto modo intento retratar escenas cotidianas de fiesta… Cada día debería ser una fiesta, de alguna forma. Me gusta esto de conocer a la gente y luego al día siguiente estar pensando en ellos, esa sensación que no te puedes quitar de la cabeza de la gente que querrías tener en tu vida. No en plan romántico sino como algo de sensación de que quieres que dure para siempre. Por eso creo que intento retratarlo en un cuadro, para en cierto modo encapsularlo para siempre.
Antonio Ovejero: El reflejo más grande de eso es estar a la fresca. Yo con mis abuelos he pasado toda mi vida, han sido como mis segundos padres. Toda mi vida he estado saliendo al sol a tomar la fresca, hablando con una señora hasta las tantas y pasando las noches enteras.
También te puede interesar
Naufragios, obsesiones infantiles y criaturas marinas se dan cita en Ballenas invisibles (Barlin), el ensayo en el que Paula Díaz Altozano aborda la fascinación por los grandes cetáceos a lo largo de los siglos