estas son las demandas de 'ESMúsica'

Asociaciones de música se unen en una federación para poner fin a su "orfandad" en las instituciones

Desde ARTE, APM, I ACCES, hasta AIE o SGAE: las principales asociaciones musicales del país han trasladado todas sus quejas a 'ESMúsica', una federación con la que quieren ir institución por institución para erradicar sus problemas con la Seguridad Social o Hacienda. También reclaman subvenciones y reconocimiento

2/12/2019 - 

CASTELLÓ. Seguro que más de una vez habrán escuchado o visto escrita en alguna manifa la famosa frase "el pueblo unido jamás será vencido", de los chilenos Quilapayún. Solo seis palabras bastaron para que el mundo entendiese que los cambios se logran tendiendo puentes y luchando al unísono por los mismos intereses. Por eso, con el paso del tiempo esta estrofa ha seguido copando carteles y lemas protestatarios. En su caso, el sector de la música nunca ha contado con una voz común que luche por su buena salud. Es así que hace un par de semanas nueve de las más importantes asociaciones de todo el país se unieron para crear ESMúsica, una federación con la que representar las exigencias colectivas de las salas, las discográficas, los editores y los artistas. "Es la más grande que se ha hecho nunca", asegura el castellonense Luis Óscar García Soriano, que forma parte de la junta directiva como representante de ACCES (Asociación Estatal de Salas de Conciertos). 

Junto a él, ESMúsica designó el jueves pasado la totalidad de su equipo, el cual estará presidido por Joaquín Martínez Silva, de la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo (ARTE). Además, el resto de la entidad quedará a cargo de la Asociación Promusicae (Productores de Música de España) con Antonio Guisasola como vicepresidente; la Asociación de Artistas, Intérpretes y Representantes (AIE), con Luis Mendo, como Secretario General; la Asociación Española de Editores de Música (AEDEM) con Josep Gómez Sancho como tesorero; y en la vocalía le seguirán representantes de la Asociación de Promotores Musicales (APM), la Organización Profesional de Editores de Música (OPEM), la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y la Unión Fonográfica Independiente (UFI).

"La criminalización hacia la música es brutal. Ha estado deslegalizada por naturaleza. Y nunca hemos tenido un interlocutor en el sector", afirma Soriano. En consecuencia, la primera tarea de ESMúsica es ir institución por institución para hablar de necesidades. Eso sí, también tienen claro cuáles van a ser sus mayores ambiciones. Según cree el castellonense, la industria tendría que tener además su propia "Academia de la Música", una organización con la que ya cuenta el cine y que, a sus ojos, supondría un "gran escaparate" para visibilizar sus problemas. "Ha de haber una línea transversal que implique a todos los estamentos y a todas las comunidades autónomas. Sólo así nos creeremos lo que somos y trabajaremos en la misma línea", afirma. 

Falta de respaldo (jurídico, social...)

Una de las mayores preocupaciones de los músicos es el desamparo que tienen y que, según señala Soriano, se traduce en un "indefensión jurídica enorme". Puede ocurrir que a una promotora no le den la licencia de un concierto hasta el día del concierto, pero además saben "que se la pueden quitar cuando quieran", asevera el profesional. Por eso, ESMúsica demanda criterios claros a la hora de conceder permisos, así como más agilidad para facilitar la celebración de los eventos. "Todos los que nos dedicamos a la programación hemos ido enterándonos de la legislación, o bien porque hemos estado en su creación o porque ha venido la policía autonómica hasta nuestros recintos", denuncia.

De igual modo, la federación pone el acento en la necesidad de corregir el famoso IVA cultural. Si bien es cierto que en 2017 se rebajó el impuesto a los conciertos de música del 21 al 10 por ciento, la modificación llegó con muchos matices por detrás. Entre otros, la misma contratación a un artista que todavía sigue en los máximos, puesto que los representantes o agentes no entran en la categoría de intérpretes. Así pues tampoco hubo una ‘rebaja’ para los discos y vinilos de música, que continúan tributando al 21 por ciento. “Es un absoluto desastre que tengamos que contratar un músico que factura a un 10 por un 21 por ciento. Esto repercute obviamente en el consumidor final. Así que tendremos que sentarnos para reducirlo", manifiesta.

También, otro de sus quebraderos de cabeza se encuentra en la Seguridad Social. "Cómo puede ser que no exista un epígrafe de técnico de sonido. Cuando damos de alta a estos trabajadores nos toca hacerlo en calidad de montador o de técnico, con toda la ambigüedad que eso conlleva". Además, como sostiene Soriano, no se pueden registrar más de dos días seguidos, ya que se consideran trabajadores por cuenta ajena. "Es una legislación de los años 50, cuando esto sí tenía sentido hacerlo en los cabarets de la época", defiende. 

Esperando subvenciones para poder arriesgar

Analizando meses atrás cómo de diferente es hacer música en España, en comparación con Europa, la clave se encontraba en las subvenciones. Mientras que en la mayoría de países vecinos el 37% de las ganancias de las salas llegaban del Estado, en España no hay ningún tipo de subsidio. Por lo que el peso de las taquillas recae, en su mayoría, en lo recaudado por comida y bebida. "En Europa se creen que las salas son cultura, aquí no. El Auditori de Castelló está subvencionado al 95% y el otro 5% corresponde a la venta de entradas. Todo el mundo lo ve normal porque es un lugar de titularidad pública, pero también se ve normal que el 95% de las Escuelas Pías estés subvencionadas, cuando la Iglesia es una institución con muchos recursos. Pero iré más allá, la empresa francesa de coches Citroën tiene subvenciones del Estado de 70 millones al año, el cuádruple que todo el cine español, siendo además totalmente rentable por sí sola", denuncia el representante de ESMúsica.

Y es que esta falta de recursos lastra el hecho de poder hacer unas programaciones de más riesgo. En efecto, Luis Óscar García Soriano, que se encarga también de la organización de la Fira Valenciana de la Música, asegura que esta reputada cita musical sería imposible de celebrarse sin la aportación pública que reciben. Y es que, las actividades que se plantean en el Trovam! "no aportan un retorno monetario directo". 

"Las salas han de saber dar un valor diferencial"

Mucho se habla del tardeo y de si los micro conciertos que se hace en los bares, especialmente los fines de semana, quitan 'clientela' a las salas de música. Pues bien, para el representante de ACCES que se programen actuaciones a las cinco de la tarde no sería en sí un problema. "Cuanta más música se haga mejor para todos", garantiza. A su parecer, las salas de conciertos han de buscar ante mayor competencia, un valor diferencial. "Tienen un escenario como toca, un camerino, un servicio...por eso, si les hace competencia con tan poco un bar han de reflexionar". 

No obstante, Soriano también es crítico con la propia ley, dado que esta permite que cualquiera con licencia para poner música grabada pueda hacer conciertos, siempre y cuando se respete la legislación acústica, igual que ocurre con las salas. "Cuando modificamos la Ley de Espectáculos de la Comunitat Valenciana no quería aceptar este epígrafe, pero tuve que hacerlo porque sino no se hubiera modificado nada", sostiene el profesional que, en su caso, tenía especial interés en que se dejarán entrar a los menores acompañados por un adulto a los conciertos. "Una sala es igual que un teatro cuando hace teatro, pero se nos justificaba que en ellas se vende alcohol. A lo que yo digo...también se venden en el bar de la esquina o en el supermercado y los menores entran. Son una serie de incoherencias que tratan la música como ocio y no como cultura. Es decir, luchamos contra la incultura de gran parte de la clase política".

Lo que tampoco sería un problema, como se suele pensar, es el poderío de los macrofestivales, ya que su maquinaria también puede servir para favorecer al resto del sector. "Los grupos que se llevan a los festivales se pueden llevar perfectamente meses después a las salas, porque a los espectadores no les cotiza como visto y de igual forma irán a un pequeño club", considera el castellonense, quien cree que el verdadero problema es que las salas programen de forma similar o con poca diferencia de tiempo entre ellas.