VALÈNCIA. La provincia de Valencia ha vivido estos días uno de los peores capítulos de su historia con la fuerte Dana que ha dejado a su paso el peor escenario posible con cerca de un centenar de fallecidos, hasta el momento. Asimismo, su virulencia se ha cebado con varios municipios de la provincia, principalmente en las comarcas de Requena-Utiel y la Hoya de Buñol, la Ribera Alta y l'Horta Sud. Muchas siguen incomunicadas y los graves daños materiales aún son visibles: decenas de vehículos arrastrados y destrozados, bajos y primeros pisos anegados y naves industriales inutilizadas.
Lo cierto es que los servicios meteorológicos habían avisado del temporal que venía, pero la catástrofe ha sido mayúscula. No tanto por las lluvias, sino por el desbordamiento de barrancos y ríos que han arrasado con todo a su paso, devorando cualquier tipo de infraestructura. Una situación que, según los expertos, con infraestructuras hidráulicas adecuadas se hubiera podido minimizar la afección.
"El riesgo cero no existe y siempre puede ocurrir algo así. Desde punto vista infraestructuras se sabe que pueden existir episodios de este tipo y se construyen para evitar altos niveles de riesgo, pero no siempre se puede estar cubierto y siempre existe riesgo", comenta Federico Bonet, exdecano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en la Comunidad Valenciana y exdirector técnico de la Confederación Hidrográfica del Júcar.
Sin embargo, subraya que con más inversión pública en obras hidráulicas las inundaciones "se podrían haber evitado", especialmente en las zonas de l’Horta Sud, en donde la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) proyectó hace quince años diferentes obras contra inundaciones en un plan denominado como "adecuación ambiental y drenaje de la cuenca del Poyo vertiente a la Albufera". Unas obras cuya ejecución se ha ido retrasando por motivos económicos en términos municipales como Paiporta, Picanya, Xirivella o Aldaia y cuya redacción de proyectos se encargó en 2021.
Bonet reconoce que efectivamente hace 15 años se hicieron estudios para nuevos proyectos en el barranco del Poyo y en el de la Saleta, con una serie de actuaciones previstas, pero, al final, por cuestiones de presupuesto no se han llegado a ejecutar. En este sentido, insiste en que la CHJ y la Administración conoce las actuaciones que son prioritarias para precisamente evitar desbordamientos de caudales en municipios como Paiporta y Picanya, dos de las localidades más afectadas por la Dana, pero la cuestión financiera en muchas ocasiones manda.
"Muchas veces los planes no se ejecutan porque estas obras requieren de mucha inversión y están en sitios remotos que no llaman la atención de los políticos porque no tienen tanta repercusión", señala. Además, cuando hay que ajustar las cuentas, especialmente en épocas de crisis, "siempre se recorta el capítulo 6, que es el de las inversiones", lamenta.
Asimismo, reconoce que tampoco la sociedad tiene plena consciencia de la importancia de estos desarrollos, por lo que no se exigen. "Cuando pasa algo así, la sociedad se conciencia, pero cuando pasa el tiempo, se olvida", asevera.
En cualquier caso, destaca que se han hecho otras actuaciones también importantes como el nuevo Cauce del Río Turia, que ha servido de dique para 'salvar' la ciudad de València. "Esta obra, que muchos la cuestionaron y quieren hacer ahí un parque verde, ha servido y ha demostrado que ha funcionado. De no ser por ella, la ciudad se hubiera inundado y hubiera sido un desastre", remarca Bonet.
Por tanto, insiste en que en el barranco del Poyo faltan obras de protección y laminación de avenidas y remarca que es necesario "invertir más", y más teniendo en cuenta que cada vez este tipo de episodios de Dana y lluvias torrenciales son más habituales en la región valenciana. Con todo, el experto cree que esta catástrofe puede servir como punto de inflexión como lo fue en su día la riada del Turia en 1957 o la pantanada de Tous en 1982.