Este será mi último Fresnel como presidente de la Autoridad Portuaria de Castellón. El título de esta columna no está elegido al azar. Los faros proyectan la luz que alumbra el camino para llegar a buen puerto y esos faros no alumbrarían nada sin la lente de Fresnel. En la guía que para este territorio supone PortCastelló, ha llegado el momento de cambiar la lente pero no la dirección de la luz que alumbra. Un cambio, que de la mano de Enrique Vidal será todavía más potente y dará un impulso mayor a los proyectos que construirán el puerto de Castellón del futuro como generador de proyectos de vida. Estoy convencido que su experiencia y capacidad de gestión sumará, y mucho, a ese gran proyecto colectivo que es esta infraestructura.
Mi aportación, mi granito de arena, ya llega a su fin. Algo más de dos años y medio, en los que mientras resolvíamos los problemas que iban surgiendo, construíamos piedra piedra, lo que será el puerto del futuro cargado de más actividad económica, pero con la preocupación medioambiental y social que todo buen proyecto necesita. Recogí una espléndida inercia heredada de la gestión de Paco Toledo. Los proyectos de protección medioambiental, la llegada del ferrocarril o la cultura de la innovación y la digitalización son buena muestra de ello. Creo, humildemente, que dejo también el futuro encaminado. A la continua y necesaria mejora de los temas antes propuestos, he añadido la mejora en la convivencia puerto-ciudad mediante la creación de la marca Al Port y he abierto la puerta al futuro de este territorio con el ilusionante proyecto Octopus.
Tengo el dudoso honor de ser el primer grauero presidente de este puerto después de 119 años de historia pero espero y deseo no ser el último. Justamente por eso, me duele no haber avanzado más en proyectos como la reactivación del antiguo edificio de los cines, la implantación del centro integrado de formación profesional o el acompañamiento hacia un nuevo modelo (más viable) del sector pesquero. Pero también me quedo satisfecho con los pasos dados para la mejora de la fachada marítima con la apertura de la Aduana, la compra del edificio de la Comandancia de Marina o la reinauguración del Moruno como espacio cultural. No solo de comercio viven los puertos y por eso la apertura de una infraestructura y una entidad en otrora se caracterizó por el hermetismo y la baja reputación son de las cosas que más me enorgullecen. Junto al compromiso, cercanía y cariño recibido por los compañeros de la Autoridad Portuaria.
Ser presidente del puerto de mi ciudad no significa mucho para mí. Lo que realmente me ha llenado estos años ha sido tener la capacidad de mejorar la vida de todos los que, de manera directa o indirecta, dependen de PortCastelló. Siempre he creído que los proyectos son colectivos o son proyectos, por eso quiero agradecer el trabajo de Ana Ulloa y José María Gómez, como puntas de lanza de un equipo maravilloso. Dejamos buenas cifras económicas pese a la coyuntura cerámica que tanto nos afecta y preocupa. También abrimos caminos hacia el futuro llenos de ilusión en los ámbitos económico, comercial, medioambiental y social. Pero creo que mi mayor legado va a ser compartido con mi antecesor: tanto Paco como yo hemos demostrado que desde la Autoridad Portuaria de Castellón se puede hacer política de la buena y no limitarse a gestionar la inercia. Solo así el futuro nos devolverá un puerto mejor para trabajar, vivir y convivir.