ALICANTE. El presidente de la Generalitat Carlos Mazón se vino arriba en los actos de la fiesta autonómica, el Nou d'Octubre, hasta el punto de reclamar para la Comunitat el status quo de nacionalidad histórica tal y como contempla la Constitución para Cataluña, País Vasco y Galicia, las tres con lengua propia. La Comunitat también tiene lengua propia pero no entró en este reparto porque en la Segunda República no se redactó un estatuto de autonomía, a diferencia de las tres citadas (Galicia por los pelos). El PSPV-PSOE alzó su voz pero con escaso éxito y de ahí que se acuñara la expresión de El Estatutet para referirse al Estatuto de Autonomía que echó a andar en 1982 (el famoso “café para todos”). Partit Socialista del País Valencià. En eso quedó la cosa. En un gesto romántico.
Mazón en su solemne discurso institucional: "La Comunitat es una nacionalidad histórica, al mismo nivel que otras que reconoce nuestra Constitución". "No somos una región de segunda que deba pleitesía a otros", proclamó para acto seguido reivindicar el derecho civil valenciano, tema que colea desde hace lustros y que sale a relucir de forma intermitente. También se está cociendo otra Ley de Señas de Identidad: la consellera de Justicia Salomé Pradas lo viene deslizando en las últimas semanas con el beneplácito del jefe del Consell.
La idea es simple: Rehabilitar la Ley de Señas de Identidad que impulsó el último Consell del PP, con Alberto Fabra a la cabeza; una ley que El Botànic. 2015, derogó en cinco minutos al entender que se trataba de una maniobra "blavera" para subrayar las diferencias que tenemos con Cataluña, con quien compartimos una lengua que es prima hermana. O hermana directa desde el punto de vista filológico, cosa de la que se aprovechan los de la Comisió 9'Octubre con la tradicional manifestación paralela vespertina y la asistencia vip de Lluis Llach (Asamblea Nacional Catalana), además de los de siempre: Acció Cultural del País Valenciá, Compromís (Agueda Micó), y Escola Valenciana. En Austria hablan alemán y no son alemanes. No lo entienden. Y menos aún entienden que la ensoñación de una confederación catalana no está en el sentir de la mayoría ciudadana, ni tiene representación expresa en Les Corts (salvo ciertos elementos de Compromís, como el que fuera presidente de Les Corts Enric Morera ).
Reconstruir toda una Ley de Señas de Identidad para combatir a estas minoría es como matar moscas a cañonazos; grosso modo. Es mucho más hábil homologar directamente los títulos de valenciano a los estudiantes de enseñanza media (que hayan sacado de nota al menos un 7) y desmontar juntas cualificadoras, burocracias, y chiringuitos sindicales. Sabrá algún que otro lector que a mí la palabra "identidad" me pone los pelos de punta. Con lo de "identidad colectiva" ya me dan espasmos. La identidad no nace, se hace: valga la ironía.
Mazón se vino arriba con un doble propósito: 1) Alzar la voz contra el cupo catalán, "no somos una región de segunda". 2) Lanzar un mensaje directo a la dirección del PP, con Núñez Feijóo a a cabeza. El pasado martes el PP bloqueó en el Senado una enmienda para incluir el fondo de nivelación en la reforma de la financiación. Bloqueó u obvió. El fondo de nivelación como medida transitoria, fue la demanda que le trasladó Mazón a Pedro Sánchez en la ronda que ha mantenido el presidente del Gobierno con los presidentes autonómicos, y con la infrafinanciación de la Comunitat como telón de fondo.
Ni nivelación, ni quita de la deuda, un tema tabú en Génova. Lo fían todo a la asamblea de presidentes autonómicos en la que se supone que se va a revisar el modelo gestado en 2014 y que tanto prejuicio ha generado en las arcas de la Generalitat, compensado solo en parte en las inversiones estatales en infraestructuras.
El presidente de la Generalitat estuvo en el papel que le correspondía. No recuerdo yo discursos tan contundentes por parte de Ximo Puig que estuvo al frente de la Generalitat ocho años, es decir ocho Nou d'Octubre. Mazón está haciendo carrera en el conjunto del PP: le gana Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña que se salta el guión cada vez que le viene en gana: lo último, una comisión de investigación en el Parlamento autonómico sobre el 'caso Begoña', a pesar del rechazó de Núñez Feijóo. Ella, a su bola. Mazón, de momento, tiene que hacer muchos más equilibrios. Mucha más diplomacia. Le falta también rozar la mayoría absoluta como augura la encuesta de Prensa Ibérica.