MADRID. La nueva ley de vivienda cambia las reglas del juego de compra de vivienda para alquilar. Por un lado, limita la renta que se puede cobrar en determinadas zonas y, por lo tanto, la rentabilidad de la inversión, normalmente en los barrios y ciudades más atractivos para el inversor.
Si a esto sumamos que el alquiler a percibir tendrá que crecer por debajo de la inflación -y que el arrendador tendrá que asumir más gastos-, nos encontramos con una rentabilidad todavía más reducida. En resumen, los dos grandes enemigos de cualquier inversión juntos: rentas topadas y escasa liquidez.
En este escenario, una cartera de fondos conservadora puede ser una alternativa o un complemento a la inversión en inmobiliario para quienes sean o estén a un inmueble de convertirse en grandes tenedores o para quienes tengan su inversión en pisos concentrados en zonas tensionadas.
Hablamos de una cartera 80/20 con un 80% de inversión en renta fija y un 20% en renta variable. En el entorno actual, es posible obtener rentabilidades en torno al 4% para deuda corporativa y estatal en bonos a 10 años, mientras que la bolsa todavía cotiza con un importante descuento respecto a los máximos de 2021, si tomamos, por ejemplo, el índice MSCI World como referencia.
Incluso con una rentabilidad en torno al 8% para las bolsas, que sería la mitad de la cosechada en los últimos 13 años, esta combinación podría dar rentabilidades superiores al 5-6% a 10 años, muy similar a lo que presumiblemente se podrá obtener con la inversión en alquiler en el nuevo escenario.
Víctor Alvargonzález es socio fundador de Nextep Finance, firma de asesoramiento financiero independiente