abrió sus puertas en febrero de 1960 y ha sido testigo de la transformación de la ciudad

Castelló despide otro comercio histórico del centro: Cortinas Miralles baja la persiana tras 60 años

23/10/2022 - 

CASTELLÓ. Son las doce de la mañana y entre el bullicio la calle Mayor de Castelló unas señoras miran el cartel de un escaparate que reza "Liquidación por jubilación". Se trata de uno de los últimos bastiones del comercio histórico de la ciudad, que lleva en pie desde 1960 en la esquina de la calle Mayor con la calle Cazadores como testigo silencioso del paso del tiempo. Cortinas Miralles baja la persiana.

Al cruzar la puerta, entre centenares de telas, toallas, pijamas y retales Marta Miralles y su marido siguen atendiendo a la clientela que espera su turno al tiempo que empiezan a organizar la "mudanza". "Hay muchas cosas que sacar, muchas cosas que tirar en estos meses que quedan. No te puedes imaginar lo que implica cerrar un negocio de más de 60 años ", dice Marta tras el mostrador en el que ha pasado "toda una vida".

Desde 1960 

"Mi padre, Enrique Miralles, abrió las puertas el 1 de febrero de 1960 y yo entré en esta tienda con dos añitos. He vivido más aquí que en mi propia casa... han venido mis hijas cuando eran pequeñas y ahora vienen mis nietos. Es nuestra segunda casa y casi diría que nuestra primera. Pero claro, llega un momento que se acaba", relata Miralles. "Hemos puesto una fecha tope para el cierre porqué sino no creo que hubiésemos tenido un final. El 31 de diciembre se acabó. Es triste pero es así, Cortinas Miralles tiene que tener un final", sentencia.

"Los pequeñitos somos los que tejemos las ciudades"

Desde su escaparate, Marta Miralles y su familia han visto cambiar mucho el centro de la ciudad. "Han sido cosas muy bonitas durante todos estos años". Pero también admite que ha habido momentos difíciles". "El centro de la ciudad ha cambiado de un centro bonito, atractivo y con mucha gente a cada vez menos, porque hay muchos centros comerciales y lo han hecho muy difícil todo", se lamenta. "Es muy difícil reflotarlo ahora. ¿Qué comercio queda de un dueño detrás de un mostrador? Nada más aguantan los grandes... y aun así, aquí los grandes en Castelló también cierran. Eso te lo dice todo".

La calle Mayor ha sido testigo y protagonista de multitud de cambios a lo largo de los años. "Cuando cierra un comercio histórico siempre lo vives con pena", reconoce. "Aquí al lado había un bar en el que se hizo mi comunión y también cerró para convertirse en un banco". Marta Miralles recuerda también a Margarita Castillo 'La Mustia' , que vendía sus famosas rosquilletas a un par de manzanas de su tienda. "Lo más antiguo que queda ahora en la calle Mayor es la farmacia Segarra y luego ya nosotros". "Los pequeñitos somos los que tejemos las ciudades, lo que pasa es que vamos desapareciendo y eso es algo que desgraciadamente pasa en todas partes".

"El día que nos confinaron no lo olvidaré en la vida"

Pero si hay un momento que Marta no consigue borrar es la pandemia. "El día que nos confinaron no lo olvidaré en la vida, 14 de marzo. No lo olvidaremos en la vida. Yo vine a la tienda y mi marido se paseo por la calle Alloza y por toda la calle Enmedio y al volver y me dijo: no hay nadie, cerremos. Y te vas a casa y piensas: ¿Volveremos a abrir? ¿Podremos? Pero mira, hemos vuelto a abrir y hemos aguantado", cuenta. Pese al duro golpe de la pandemia, Marta reconoce que tuvieron "suerte" y consiguieron reponerse gracias a que la clientela respondió muy bien. "A lo mejor en otras circunstancias igual diría: va pues voy a aguantar unos añitos más, pero lo de la pandemia ha sido muy duro y muy fuerte", admite. 

Ahora, pese a la nostalgia, afirma tener muy clara su decisión de cerrar. "Lo tengo muy asimilado", asegura. Sin embargo, Marta Miralles no puede evitar pensar en sus padres, que emprendieron el negocio hace más de 60 años. "Casi digo que a Dios gracias mis padres ya no están y no lo podrán ver, porque esto ha sido su vida".  Aunque afronta este cambio con serenidad reconoce que será complicado adaptarse a su nueva rutina "yo creo que cuando hayamos cerrado mis pies me traerán aquí solos". Eso sí, pese a su decisión, admite que no quiere enfrentarse al deterioro del local, "pienso tapar con papeles los escaparates porqué no quiero ver cómo se estropean las cosas cuando pase por delante".

Por delante quedan poco más de dos meses antes de que Cortinas Miralles diga adiós a su céntrico emplazamiento y Marta y su marido se despidan de su negocio tras tantos años para abrir una nueva etapa. "Disfrutaremos más de los nietos que seguro que también nos dan mucho trabajo", reconoce Marta entre risas.