Libros y cómic

NOVELA GRÁFICA

El ilustrador Don Rogelio J y el guionista David Perfume firman un ‘neowestern’ en la España vaciada

Los últimos caballos (La Mula Ediciones, 2025) podría transcurrir en Dakota del Sur, Almería o Jesús Pobre. Es una novela gráfica dramática, violenta y con sentido del humor, que protagoniza una mujer madura y con muy malas pulgas

VALÈNCIA. “Soy una vieja, pero una vieja que no tiene nada que perder”. Gloria, la protagonista de la novela gráfica Los últimos caballos (La Mula Ediciones, 2025), es una mujer curtida por la vida. Ha alcanzado la libertad (la de hacer lo que le da la gana, sin esperar la aprobación de los demás) al llegar a la madurez. Es una mujer recia y con malas pulgas, pero de buen corazón. En esta etapa de su vida, abraza la soledad que ha encontrado en su pequeña granja, y disfruta de una vida sencilla: alimenta a sus cerdos, acaricia a sus caballos, se echa sus cervezas y, cuando se da la oportunidad, tiene escarceos sexuales sin compromiso romántico. Gloria, en definitiva, ya no está dispuesta a que nadie le diga cómo tiene que vivir su vida. 

 

Cinco años después de la publicación de Tierra muerta (Autsider Cómics, 2020), el ilustrador Don Rogelio J (Valencia, 1982) regresa con una tercera novela gráfica muy diferente. Si su anterior trabajo era una distopía que retrataba satíricamente la vida de una banda de punk del futuro, ahora nos adentra en un neowestern cuyo guión ha corrido a cargo de David Pascual (Mr Perfumme), autor de novelas como Gordo de Porcelana y Dinosaurio, y coguionista en largometrajes como Lo carga el diablo. La unión de estos dos artistas de estilo tan marcado ha dado como resultado una historia dramática y violenta (aunque no exenta de humor), con un diálogo ágil y muy cinematográfico a cargo de personajes singulares y, en algunos casos, bastante surrealistas. 

 

No es una novela gráfica al uso -el hecho de que la protagonista sea una señora de campo bad ass no es muy común que digamos-; quizás por eso este proyecto no ha visto la luz en una editorial de cómics, sino que es una autoedición financiada a través de una campaña de crowdfunding que se puso en marcha hace casi un año.

Una Frances McDormand a la española

Esta colaboración surgió a raíz de una convocatoria de ayudas a la que Rogelio quiso presentarse con el objetivo de convertir Tierra muerta en una serie televisiva. “Pedí ayuda a David para preparar la propuesta de guión y, aunque no nos dieron la subvención al final, la experiencia de trabajar juntos nos gustó, así que pensamos en crear un proyecto desde cero entre los dos”. En una sola tarde, tomando unas cervezas en una terraza, construyeron el esqueleto de Los últimos caballos: una historia que transcurre en un entorno rural de la España vaciada, pero que manejaría códigos propios de un western norteamericano contemporáneo. No en vano, muchos lectores encontrarán resonancias entre Gloria y el personaje de Frances McDormand en Tres anuncios en las afueras (Martin McDonagh, 2017). 

 

También en el trasfondo de este cómic está la lucha contra las injusticias: la que sufre Gloria por el hecho de ser mujer en un mundo de hombres, así como por ser mayor en una sociedad que solo admira la juventud. También sobrevuela la crítica a la vulnerabilidad de los débiles frente a la impunidad de los poderosos, encarnados aquí en la figura de los banqueros o del sórdido empresario que quiere expropiar los terrenos de Gloria para ampliar sus franquicias de pollo frito.

Una edición impecable

Con cerca de 140 páginas ilustradas y entintadas con un papel grueso y ultra poroso de importación italiana, Los últimos caballos es un libro cuya lectura se disfruta también a través del tacto. “Este tipo de papel chupa tanto la tinta que, cuando lo imprimes en offset, da resultados impredecibles, bastante diferentes a los que ves en la pantalla cuando trabajas en digital”.

 

Rogelio, que ya había roto su fidelidad al blanco y negro en su última novela gráfica, amplía ahora su paleta todavía más, incorporando colores pasteles y luminosos. “Quería distinguirme mucho de Tierra Muerta, y además he introducido por primera vez amarillos, morados y rosas, que le dan a esta historia un cierto rollo onírico. Los colores aquí no siguen la trama narrativa principal, sino que reflejan otras capas de significado dentro de la historia”.

 

El proceso de creación ha sido relativamente rápido porque, según razona Rogelio, “cuanto más tiempo pasa entre que empiezas y terminas, más se acentúa la evolución en la representación gráfica de los personajes”. “Cuando empiezas a dibujar un cómic tienes la mano más dura y los personajes no están tan definidos. Las facciones y los gestos de los personajes se van enriqueciendo conforme vas dibujando y avanzando. Por eso, es normal que cuando acabas todas las páginas es cuando en realidad deberías empezar a dibujar la historia. (ríe). Esa es la razón por la que yo prefiero acortar tiempos y encerrarme unos meses a dibujar cuatro o cinco horas diarias hasta que termino”. 

 

El guión ha corrido a cargo de David Pascual, para quien el mundo del cómic no es ni mucho menos un terreno extraño. “Yo cuando era niño quería ser dibujante de cómics; de hecho, llegué a publicar en Camaruc, cuando tenía 13 o 14 años. Entré a Bellas Artes con esa idea, aunque luego acabé yéndome por otro camino. Así que para mí ha sido súper bonito regresar al mundo del cómic, aunque no sea dibujando”. 

Pascual, cuyo estilo puede llegar a ser muy cinematográfico, incluso en sus novelas, pensaba en diálogos, pero también en propuestas narrativas. “Lo que pasa es que Rogelio es muy buen narrador, no solo buen dibujante, y además tiene muchísima experiencia haciendo cómics, así que él enseguida tenía claro cómo plantear la historia en viñetas, con soluciones super interesantes”.

 

“David ha sido muy generoso en el guión -explica Rogelio, por su parte-. Ha dejado que la historia fuese mía también; no he sentido en ningún momento estar dibujando algo de otra persona”. “Otra de las cosas que me ha gustado mucho de trabajar con él es que es muy claro, y al mismo tiempo muy amable, con sus opiniones sobre lo que funciona y lo que no. Eso da mucha confianza, sobre todo cuando estás acostumbrado a trabajar siempre solo, como me pasa a mí”.

 

Desde luego, la trama tiene aspectos que evidencian la participación de Rogelio. Sin ir más lejos, la presencia de los caballos. Los equinos son un nuevo amor en la vida del ilustrador y tatuador valenciano, que se trasladó a vivir hace unos años a un pueblo de interior situado entre Sagunto y Teruel, en las faldas de la Sierra de la Calderona y el Espadán. Por allí monta a caballo con su familia habitualmente. “Estoy loco con los caballos. Ahora tenemos dos, que son rescatados. Uno español y una yegua mezcla hispano-árabe. Y ahora quiero un burrito”. 

 

“El personaje de Gloria también tiene relación con mi vida actual -añade-. De hecho, está inspirado en mujeres que he conocido en la vida real. Yo veo a Gloria como una antiheroína, una especie de Bruce Willis en La jungla de cristal. Poco aseado, mal vestido, que no está en muy buena forma… Ella es la representación del fracaso, pero te sientes identificado con ella”.

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