VALÈNCIA. David Valero siempre ha estado comprometido con el audiovisual valenciano y, en concentro, con el alicantino. Así que es una gran noticia la materialización de su primera producción para una plataforma, en este caso Amazon Prime Video, después de cintas tan ‘outisders’ como Los increíbles o El arca de Noé, junto a Adán Aliga.
En Enemigos retrata las calles de la ciudad de los barrios más pobres de la ciudad de Alicante de una forma que entronca con el espíritu ‘disruptivo’ que siempre le había caracterizado pero, al mismo tiempo, con una voluntad de acercarse a las nuevas audiencias, las que entroncan con una generación que se encuentra en pleno proceso de mutación.
Enemigos es la historia de un joven Chimo (Christian Checa), que intenta buscarse la vida como puede para ayudar a su familia, sobre todo a su madre (Estefanía de los Santos) que se ha desvivido por los suyos después de que su pareja los abandonara a todos.
Sin embargo, Chimo, además de la herida de la orfandad, también arrastra el trauma del ‘buyilling’. Y es que desde que su infancia, fue acosado por ‘el Rubio’ (Hugo Welzel), hasta el punto de condicionar su autoestima para siempre.

Lo que plantea Enemigos es ese choque entre abusado y abusador de una manera que pocas veces hemos visto en la pantalla. ¿Qué pasaría si pudieras ayudar a la persona que te ha arruinado tu vida?
No se trata de una cuestión bienintencionada, de hacer proselitismo barato de la precariedad, aunque ambos personajes estén sumergidos en ella. Se trata, más bien de tender puentes de comprensión que resultan complicados materializar.
En este caso, a partir de un accidente, y de la consecuente discapacidad que sufrirá ‘el Rubio’, se producirá un acercamiento que, en el fondo, no deja de ser un abrazo ante el dolor y a la incomprensión dentro de la violencia y la precariedad que rodea a los personajes.
David Valero retrata el Alicante de los márgenes como solo una persona acostumbrada a recorrerlos y reconocerlos podría hacerlo. No se trata de subrayar las miserias, sino de conformar un retrato generacional repleto de autenticidad.

A ello, sin duda contribuyen las excelentes interpretaciones de Christian Checa, que ya demostró que era una auténtica fuerza de la naturaleza (interpretativa) en En los márgenes, la ópera prima de Juan Diego Botto, por la que fue nominado al Goya al mejor actor revelación. Lo mismo se puede decir de Hugo Welzel, al que descubrimos gracias El hijo zurdo, la serie de Rafael Cobos para Movistar Plus+.
Dos actores jóvenes superdotados que son capaces de imprimir verdad a cada una de las escenas de una película que apuesta tanto por el elemento físico como por el emocional. Además, el director es capaz de componer un cine social orgánico, vivo, que incomoda y que te reta, que en ocasiones es bruto y, en otras, de lo más poético.
Hablar sobre el desarraigo no es fácil y llegar a comprenderlo todavía menos.
Esta es una historia sobre la empatía por encima de la venganza en tiempos en los que prima la hipocresía social. También es un relato proletario sobre una clase trabajadora que no tiene estudios y que lucha por sobrevivir en un presente incierto dentro de un entorno absolutamente hostil que hace a los personajes tanto héroes como villanos. Y todo a ritmo de rap, de relato urbano tan crudo como melancólico.