CASTELLÓ. Dicen los críticos que Joaquín Reyes es uno de los humoristas que ha revolucionado la manera de hacer comedia en España. Lo cierto es que es uno de los cómicos de talento más reconocidos del país, aunque llega al Principal de Castellón este domingo (19.00 horas) para vestirse de actor de teatro. Junto a Natalie Pinot, Alicia Rubio y el televisivo Raúl Jiménez presentan ‘La verdad’, una obra de Florian Zeller que, bajo la apariencia de una comedia de enredo, reflexiona sobre la mentira, la verdad y la fina línea que las separa.
A pesar de su larga trayectoria en el humor televisivo y los monólogos, el cómico confiesa que el teatro le ha sorprendido y que puede que continúe por esta senda que le ha permitido descubrir otra forma de comunicación con el público. “Ha sido un regalo, una experiencia muy enriquecedora”, afirma sobre su incursión en los escenarios bajo la dirección de Juan Carlos Fisher.
Entre ensayo y ensayo, Joaquín Reyes también saca tiempo para retomar su faceta literaria que comenzó con la ilustración de libros y continuó con la publicación de ‘Subidón’, editado por Blackie Books. Ahora tiene entre manos una novela satírica sobre el mundo del arte contemporáneo, un ámbito que conoce bien gracias a su formación en Bellas Artes. “Es un proyecto que me tiene muy ilusionado”, asegura. Entre verdades, mentiras y carcajadas, el manchego llega a Castellón para demostrar que sigue siendo uno de los grandes nombres del humor inteligente en España.
-¿Consideras que la comedia es una buena herramienta para abordar un tema tan serio como el de las mentiras?
-Sí, claro. Esta obra parece una comedia de enredo, y en parte lo es, pero no se queda solo ahí. Aborda temas muy filosóficos, como la verdad, la mentira y la necesidad que tenemos de ambas. Nos plantea si realmente queremos saber la verdad o si preferimos que nos mientan. Y el humor, al final, es un lenguaje más, una forma de hacer llegar un mensaje. Creo que, con la comedia, estos temas entran mejor.

-¿Algún espectador te ha dicho reconocer en su entorno a ese mentiroso compulsivo que interpretas en ‘La Verdad’?
-(Ríe) Sí. Por cierto, yo interpreto a un mentiroso compulsivo, pero ya te digo que mi personaje no es el peor de los que estamos en el escenario. Pero es verdad que hay gente que construye su vida sobre la mentira. Hoy en día hablamos de términos como “pos-verdad” o “verdad alternativa”, pero eso no deja de ser la mentira de toda la vida. Seguro que en el patio de butacas hay más de uno que reconoce a esa gente tan mentirosa. Lo curioso es que muchas veces esas personas terminan creyéndose sus propias mentiras y se ofenden cuando les mienten a ellas.
-¿Todas las mentiras son iguales, Joaquín?
-No, en absoluto. No se puede desligar la mentira del objetivo que la motiva. A veces mentimos para no dañar a alguien o necesitamos soltar una mentirijilla piadosa para quedar bien, porque igual te proponen un plan que no te apetece y en lugar de ser sincero mientes. Hay muchos tipos de mentiras. Luego están las mentiras que hacen daño, las que difaman o las que se usan por interés. En realidad, todos nos manejamos con pequeñas mentiras cotidianas, pero hay diferencias importantes entre unas y otras.
-Te hemos visto muchas veces sobre el escenario con tus monólogos, pero ¿es esta tu primera experiencia como actor de teatro?
-El año pasado participé en el Festival de Mérida con una obra de Francisco Nieva que era una adaptación de ‘La paz’ Aristófanes, que como sabes es una pieza de corte clásico. Esa fue mi primera experiencia teatral. No esperaba comer ave, como se dice en el argot para expresar el disfrute del oficio del teatro. Ha sido un regalo. Yo he pisado mucho escenario con mis monólogos y tengo muchas tablas, pero esto nunca. Fue inesperado. Hacer teatro me ha resultado una experiencia muy enriquecedora. He aprendido muchísimo, sobre todo en los ensayos y trabajando con Juan Carlos Fisher, que es un director fantástico. En esta ocasión interpretamos un texto de Florian Zeller, un dramaturgo francés conocido por ‘El padre’.
-Si, la obra que en catalán protagonizó Josep Maria Pou se pudo ver también en el Teatro Principal de Castellón. Al igual que otras suyas, como ‘La madre’, con Aitana Sánchez-Gijón.
-Fíjate la importancia de este autor. Estoy muy agradecido por poder formar parte de este proyecto.

-¿Te está atrapando el teatro más de lo que pensabas?
-Sí, me ha picado el gusanillo del teatro y voy a seguir explorando por ese camino, a ver hasta dónde llego.
-Y con respecto a la faceta literaria que también has tocado, ¿tienes intención de retomar la escritura o la ilustración?
-Estoy escribiendo una novela sobre el arte, que estoy terminando. Es una sátira sobre el mundo del arte contemporáneo. Es un proyecto que me tiene muy ilusionado. Yo he estudiado Bellas Artes, y es una temática que me interesa.
-¿Ha cambiado mucho tu manera de hacer humor desde ‘La hora chanante’ hasta hoy?
-Ha cambiado en cosas evidentes. Tengo más edad y más experiencia. En la juventud todo era un juego y era lo primero que hacíamos. En aquella época arriesgábamos e improvisábamos, y tuvimos la suerte de contar con una oportunidad fantástica para desarrollar nuestras ideas. Pero, en esencia, sigo siendo el mismo. Sé que suena un poco cursi, pero es así. Me siguen interesando las mismas cosas e intento no perder la inquietud ni la curiosidad. ‘La hora chanante’ era un programa muy libre que exploraba otro tipo de humor y tenía otros referentes, y más o menos sigo en la misma línea.
-Has interpretado y parodiado a muchos personajes. ¿Cuál te ha dado más alegrías y cuál te ha podido llegar a agotar?
-He tenido mucha suerte porque he hecho de todo. He parodiado a muchos personajes y me he metido en la piel de muchas personas. He podido trabajar con maquillajes increíbles de Nacho Díaz y no me he aburrido de ninguno. Nunca me he sentido encasillado, ni me he cansado de ningún personaje. Al contrario, me considero afortunado por haber podido probar tantas cosas distintas.
-Pero dime, ¿cuál es el personaje al que le tienes más cariño?
-Le tengo mucho cariño a Enjuto Mojamuto, sin duda. Es un personaje de animación que creé para poder abofetearle y, de alguna forma, tiene vida propia. Le tengo mucho cariño. Enjuto Mojamuto es muy especial para mí.