CULTURA

La evolución de un país, mediante el arte: la Sala Sant Miquel estudia su transición con '2000 revoluciones'

La galería de Castelló acoge un recorrido por las obras de la Colección ABC desde mediados de los 70 hasta ahora

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  • Una parte de las caricaturas presentes en la sacristía de la sala
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CASTELLÓ. La revisión de los acontecimientos cruciales ocurridos en España durante el último medio siglo supone viajar a través de una transformación no sólo económica y social, sino también cultural y estética. El arte, como vía de expresión, resulta un testimonio del tiempo vivido por su autor; de su presencia y de su perspectiva de los hechos. En nuestro país, las fórmulas artísticas han evolucionado al paso que también lo ha hecho la sociedad durante los últimos 50 años. Así, en un vistazo general a las últimas cinco décadas de producción cultural española - y de un sinfín de corrientes y figuras -, aparece la Transición como punto de partida. La actitud crítica y reflexiva del momento derivó en la paulatina democratización del arte, a la que le siguieron en los siguientes lustros las fases de modernización y globalización. Los colores llamativos y populares que revolucionaron la escena en la década de los 80 precedieron a la progresiva profesionalización de los 90 y a las nuevas tecnologías de la actualidad.

La Sala San Miguel de Castelló acoge - hasta el próximo 19 de julio - la exposición 2000 revoluciones, bajo cuya premisa rememora las distintas miradas plásticas nacionales desde mediados de los años 70. La muestra, en la que habitan alrededor de 140 obras, representa una selección de trabajos pertenecientes a la colección del periódico ABC. La Fundación privada vinculada a esta pinacoteca persigue la conservación y la difusión de las más de 150.000 piezas que posee, firmadas por más de 1500 autores y datadas desde 1891 hasta la fecha. El conjunto de piezas se configura principalmente por dibujos e ilustraciones procedentes del archivo del diario y de la revista Blanco y Negro, publicada desde aquel año de finales del siglo XIX hasta el primero de este milenio. No obstante, a medida que se suceden los distintos avances técnicos, la colección incorpora nuevos formatos como la fotografía o el vídeo. El céntrico espacio castellonense da cabida ahora a todos ellos, con una atención expresa por aquellos de firma valenciana.

Un camino acompañado de arte

El recorrido alrededor de la emblemática Sala San Miguel se articula en una serie de bloques consecuentes en el tiempo. De esta manera, las diferentes épocas y corrientes pictóricas que emanan de cada generación de artistas nacionales se deslizan, cada una con sus particularidades, a los ojos del visitante. "El objetivo de la exposición estriba en enseñar las transformaciones que han repercutido en el arte español desde 1975", precisa Alfredo Llopico, gestor cultural de la Fundación Caja Castellón y uno de los tres comisarios de la muestra junto a Juan Manuel Bonet e Inmaculada Corcho. El paseo por las últimas cinco décadas de expresión empieza con los principales nombres de la caricatura, en boga durante la Transición, como Chumy Chúmez o Antonio Mingote. El realismo subraya esta primera parte y se aprecia en cuadros como El mundo de un perro (1974), del abulense Florencio Galindo de la Vara. "En la sala descansan 70 piezas en pintura; luego, en la sacristía pueden observarse otras tantas obras gráficas".

  • El mundo de un perro. Florencio Galindo de la Vara (1974) -

El segundo bloque de la muestra aparece al acceder a la habitación donde se revestían los sacerdotes en el reconvertido espacio cultural. La exposición reúne aquí piezas de un alto valor testimonial, que plasman acontecimientos históricos o rinden homenaje a encargos especiales. Entre ellas, resalta la pintura de José Caballero sobre el fusilamiento de Federico García Lorca - con quien mantenía una relación de amistad - o las ilustraciones eróticas de Manuel Rivera para los poemas de Rafael Alberti. "La selección busca los trabajos más representativos de la colección; si bien, ha existido un interés especial en reflejar la presencia de autores de la Comunitat Valenciana", señala Llopico. En este sentido, destaca la presencia del dibujo puro de Moisés Mahiques. La diversidad de la muestra se extiende más allá de los nombres propios y alcanza las técnicas, las formas y los soportes. En estos primeros años, los ejemplos discurren desde el óleo hasta el grabado al aguatinta de Cristina Iglesias en Lanzarote 11 (1996).

La apertura de nuevas vías

El trayecto temporal a través de la sala ubicada en la calle Enmedio se adentra finalmente en la sacristía, situada al fondo del recinto. Abrigadas así del resto de las piezas expuestas, el viaje se detiene en aquellas caricaturasA silbar a la vía (1979), de Máximo, o la serie Érase una vez... Paquita Rico, de Summers. A continuación, el tercer bloque detalla la irrupción que supuso la Movida madrileña tanto en las páginas del periódico como en los escenarios cultural y social. Las obras referentes a este periodo del siglo XX en España salieron publicadas, en su mayoría, "en los diversos suplementos del grupo editorial". El recorrido acapara en este punto la labor de Joaquín BeraoCarlos Berlanga, artistas que aportaron una "nueva energía" durante la década de los 80 y "rompieron con el estilo que venía del cambio a la democracia". De vuelta en la sala, a ambos laterales de la instalación, el foco se centra en los trabajos premiados en el certamen Blanco y Negro; nacido como un concurso de pintura, abrazó otras disciplinas.​​​​

  • Una parte de las caricaturas presentes en la sacristía de la sala -

A tal efecto, en el amplio enclave principal de la galería conviven la fotografía, la instalación artística e incluso el vídeo. La mezcla de estéticas y generaciones produce encuentros entre el realismo mencionado anteriormente, la abstracción en las manos de Ruth Morán e Iñaki Gracenea o los objetivos de Diana LarreaAitor Ortiz. Finalmente, de cara a la puerta principal del edificio, la exposición ofrece un lugar a los lenguajes contemporáneos, congelados en las creaciones de cuño más reciente. "El arte, igual que el pensamiento, evoluciona", afirma Alfredo Llopico. "Hemos representado un periodo de la historia de España en el que el país ha cambiado y esas evoluciones han repercutido también sobre la plástica, la manera de expresarse y su soporte". La muestra resalta de este modo la misión de "apoyar a aquellas personas que abren nuevos caminos y a las instituciones que transgreden el signo de los tiempos". En definitiva, la Sala San Miguel alberga, mediante el arte y hasta julio, las 2000 revoluciones de la sociedad española.

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