VALÈNCIA. El proyecto de Presupuestos 2025 de la Generalitat Valenciana ha dejado varias certezas de cara a un año marcado por la Dana. Entre ellas, el recorte generalizado en los grandes organismos culturales, siendo especialmente significativo el del Institut Valencià de Cultura, que baja diez millones de euros en apenas dos años, y una política que se muestra continuista a pesar de que el pasado verano la cartera de Cultura pasó de Vicente Barrera (Vox) a José Antonio Rovira (Partido Popular). Como ejemplo de ello está el mantenimiento de los 300.000 euros para la Fundación Toro de Lidia y la segunda edición del circuito de novilladas. 

Entre la batería de números, también se pueden leer algunos proyectos que se mantendrán en este año y otros que se descartan. En el segundo grupo, por ejemplo, está el carpetazo definitivo a la gala de premios única del IVC para la que el año pasado se reservaron 100.000 euros y que ahora ha desaparecido, a la espera, eso sí, de que la Generalitat aclare cuándo y cómo se llevarán a cabo las galas de Audiovisual y Música, siendo la entrega de Artes Escénicas -aunque a puerta cerrada por la Dana- la única que tuvo lugar finalmente en 2024. 

Otro de las certezas que dejan las cuentas es que la Generalitat mantendrá finalmente el proyecto de Capitales Culturales de la Comunitat Valenciana, para lo que ha reservado una partida de 150.000 euros que se destinarán a colaborar con los dos municipios seleccionados a través de concurso abierto en los gastos de las actividades culturales vinculadas a las designación. Esta partida despeja la incógnita tras un 2024 en el que pareció que quedaba en el aire tras el retraso en el pago a las anteriores capitales y la no puesta en marcha del nuevo proceso de selección.

Parece la intención ahora de Cultura de retomar el proyecto, para lo que más pronto que tarde deberá poner en marcha el concurso y elegir a los municipios que ostenten el título y, por ende, reciban ese ‘extra’ para programación cultural. Cabe recordar que fue en 2016 cuando el gobierno del Botànic puso en marcha esta distinción con el objetivo de “incentivar la vertebración de la cultura”, una primera convocatoria que dio como vencedora a Gandia y que, más adelante, se reformuló para elegir a dos municipios por año: uno de más de 5.000 habitantes y uno de menos de 5.000 habitantes