CASTELLÓ. Tras cerrar su temporada de primavera con el concierto de la segoviana Violeta Veinte, SONS Castelló presenta los artistas que actuarán en el Teatro del Raval los lunes 20 y 27 de octubre y 24 de noviembre. La estadounidense Thalia Zedek será, con su banda, la encargada de abrir un ciclo al que darán continuidad el dúo formado por Stranded Horse & Boubacar Cissokho y la australiana Emily Barker.
Thalia Zedek Band combina intensidad y sensibilidad en canciones que hablan de pérdida, deseo y resistencia. Su sonido nace de la tormenta íntima de Thalia Zedek y su banda. Hay guitarras ásperas, pedal steel etéreo y una base que late con pulso de indie rock y blues. La banda no teme al silencio ni al rugido. Narra rupturas y reencuentros con una honestidad que conmueve sin dramatismos. Su música arranca en un susurro, crece como una marea y deja un eco de esperanza. El conjunto hereda la crudeza confesional de Patti Smith, pero desarrolla un lenguaje propio, visceral y luminoso, capaz de convertir la melancolía en impulso colectivo.
Tras adelantarse a su tiempo con ese proyecto inclasificable (y muy reivindicable) que fue Encre, el normando Yann Tambour cayó rendido a los influjos de la kora y se consagró a su exploración bajo el alias Stranded Horse. Dos décadas después es un reputado virtuoso, construye sus propias koras, e imbricando la tradición africana con su atípica concepción del folk ha proyectando el instrumento a un refrescante estadio sonoro. Además, ha colaborado con maestros como Ballaké Sissoko o el propio Boubacar Cissokho, estrella emergente de una estirpe de genios (es primo y protegido del propio Ballaké) que ha participado en los últimos discos del galo, y que le acompañará sobre el escenario. Se avecina una noche mágica.
Por último, Emily Barker no canta para impresionar, canta para conmover. Australiana de origen, británica de adopción, su folk de raíz se funde con el soul y el blues para contar historias que atraviesan fronteras. Tiene una voz que acaricia y sacude, y una manera de escribir que convierte lo íntimo en colectivo. Su mirada social y poética se filtra en cada canción, con letras que abrazan temas como la memoria, la pertenencia o el cambio. Del mismo modo, tiene el raro don de emocionar sin artificios, conectando con el público desde la honestidad. En directo, emociona sin estridencias. Su música no se impone: se instala. Quien la escucha una vez, vuelve. Porque lo suyo no es solo cantar canciones: es construir refugios.