CASTELLÓ. En ciertos momentos a lo largo de la vida aparecen muros que se anteponen a un destino, un objetivo o, simplemente, entre la vista y el horizonte. Por pura definición, se trata de una estructura construida de un material lo suficientemente rígido para establecer una separación. Generalmente, su alzamiento conlleva un uso protectivo; pero, a medida que sus cimientos se alargan en el tiempo, también divide espacios, delimita territorios o confina. En la arquitectura urbana actual existen fronteras físicas atemporales, que se arrastran desde una época en la que se impuso su necesidad. La transformación de una división física en otra mental se acorta con el paso de los años. Así, la pared puede salvaguardar del exterior o aislar su interior. La ciudad gallega de Ferrol posee desde el siglo XVIII una muralla que la envuelve allí donde deja paso al mar. La tapia, de siete metros de alto y dos kilómetros de longitud, representa un vestigio militar que moldea a sus conciudadanos hasta la fecha.
Bajo esta premisa, la fotógrafa y artista visual Maider Jiménez (Vitoria-Gasteiz, 1992) expone - hasta el próximo 15 de junio - su trabajo Aquí ninguén fala diso en el Centre Cultural Melchor Zapata de Benicàssim. La relación de la creadora con el municipio se establece pronto: a los nueve años se muda a la localidad, aunque previamente los viajes resultaban habituales para visitar a su familia materna. En cualquier urbe, la continua repetición de la vida cotidiana deriva en un olvido progresivo de los alrededores. No obstante, como en el caso del muro ferrolano, su impacto resulta notable y surge la cuestión sin respuesta sobre la que parte la muestra de Jiménez. ¿Qué habría ocurrido si hubiera crecido en otro sitio? ¿Dónde estaría ahora si esta ciudad fuese diferente? La exposición, que construye una narración íntima y aspira a generar preguntas en el visitante más que a producir sus propias conclusiones, participa del conjunto de muestras fotográficas del festival Imaginària y podrá explorarse este jueves, 29 de mayo, en una visita guiada.
La presencia del muro
El proyecto de Maider Jiménez surge de un alejamiento para obtener una perspectiva más certera sobre la existencia de la muralla y su impacto no sólo en su vida, sino también en su entorno. "Fue después de un periodo lejos de Ferrol, de nuevo en Vitoria y en Londres, cuando empecé a fotografiar la ciudad", afirma la autora. "En uno de estos viajes empecé a reflexionar sobre la presencia del muro y cómo transgrede el plano físico para afectar la vista del horizonte o la comunicación entre nosotros". El trabajo de Jiménez en el espacio cultural benicense se completa con un rico ensayo de sala, a cargo del editor Gonzalo Golpe, que aporta significado, contexto y simbolismo - el azul del mar como inmaterial y liberador - al paseo del espectador. En este sentido, el visitante se sumerge en el paisaje ferrolano, inmerso desde hace medio siglo en una reconversión debido a la crisis del sector naval. "De alguna forma, veo la ciudad dividida por una pared física y a la vez emocional que nos impide ver el mar", señala la creadora.

Las obras de la fotógrafa en el centro de la calle Santo Tomás - más de una veintena - siguen dos líneas narrativas entrelazadas en dos tiempos diferentes: el pasado y el presente. "Se encuentran algunas instantáneas en blanco y negro y otras en color; representa una manera de interpretar el proyecto", explica Jiménez, que incide en dotar de libertad al espectador a la hora de comprender las imágenes. "Al principio me centré más en la frustración, con la metáfora de la falta de horizonte; ahora me apetece tomar ese muro como un lienzo en blanco para imaginarme la ciudad en la que me hubiese gustado crecer". Esta diferencia subraya el objetivo de la artista visual, que 'congela' un contraste de escenarios solitarios y nostálgicos, por un lado, y emergentes de vida, por otro. "Existen fotografías donde aparece Ferrol y otras donde no, pero que podrían serlo", detalla Jiménez. "Juego también con imágenes del mar, paisajes y trampantojos, como pinturas en un entorno urbano".
De lo íntimo a lo universal
El trabajo de Maider Jiménez en Aquí ninguén fala diso se amarra a la muralla del Arsenal ferrolano, pero su esencia engloba todas las paredes físicas, independientemente de su procedencia, que puedan llegar a convertirse en emocionales. "Me interesa que el público se sienta identificado desde su posición, aunque quizá no venga de un contexto como ese", asegura la autora, que detalla su planteamiento creativo. "Me gusta trabajar desde lo íntimo y lo pequeño a lo universal y aquí creo que también es así". De esta manera, la exposición se abre de lo particular a lo general en asuntos como las relaciones familiares y, en su conjunto, termina por narrar un proceso vital. "El proyecto estriba finalmente en un autorretrato a través de otros cuerpos y espacios", precisa Jiménez. En este sentido, la introspección que lleva a cabo la fotógrafa parte del cambio de prioridades a entrada la vida adulta. "Al principio buscaba la estabilidad y ahora se trata de abrazar la vida que tengo y salir adelante".

En el interior de la sala, la muestra se divide en tres secciones, cada una con una sensorialidad propia e individual. El primer capítulo, a la izquierda desde la entrada, presenta instantáneas enraizadas en la "musicalidad y en una conexión con la naturaleza que sobrevive y resiste en la ciudad, como lo hacen sus ciudadanos". A continuación, la visita se detiene ante un "muro repleto de fotografías" en las que se muestra, por ejemplo, la caída de un edificio - una alegoría al derrumbe de la muralla superior - o una construcción nueva. "Se dan este tipo de juegos, pero quedan totalmente libres a la imaginación; no hay nada que se vaya a entender mal ni bien, sino que más bien debe sentirse", comenta la creadora. Por último, la exposición sube al amplio segundo piso del centro cultural para enseñar tres imágenes más, "arriesgadas" y relativas al vínculo con el color azul según su iconografía. En definitiva, Maider Jiménez aborda en Benicàssim hasta el 15 de junio la presencia de los muros que trascienden lo físico y coartan lo emocional.