CASTELLÓ. La venta no sedentaria (VNS) continúa desempeñando un papel esencial en el comercio de proximidad de la Comunitat Valenciana, donde actualmente se celebran 669 mercados en 453 municipios, lo que garantiza que el 99,4% de la población viva en localidades que disfrutan de este servicio. El sector mantiene una estructura laboral consolidada, con 8.815 personas afiliadas, y ofrece una actividad comercial diversa y extendida por el territorio. En este contexto autonómico, la provincia de Castellón ha reforzado su red de mercadillos en las últimas décadas y presenta una morfología propia que atiende a su realidad geográfica y demográfica. El estudio La venta no sedentaria en la Comunitat Valenciana, elaborado por la Dirección General de Comercio con la colaboración de la Oficina Pateco y FAVENS CV, constituye la primera radiografía completa del sector desde 1987 y permite analizar en detalle la evolución del modelo castellonense.
En 1987, el 62,2 % de los municipios organizaban mercados ambulantes; en 2024, esta proporción asciende al 70,4%, con 112 mercados en 95 municipios. Este incremento confirma el papel vertebrador de la VNS, especialmente en localidades del interior o con menor oferta comercial permanente. Pese a ello, esta expansión convive con una reducción del tamaño medio de los mercados, que pasa de 50,1 puestos por mercadillo en 1987 a 42,3 en 2024. La provincia no solo registra el mercado medio más pequeño de toda la Comunitat, sino que presenta una estructura notablemente fragmentada y heterogénea.
El análisis detallado de los mercados semanales revela que solo un 22% pueden considerarse grandes o muy grandes. De los 112 mercados activos, 13 son muy grandes —con 100 o más paradas— y concentran 2.503 puestos, el 52,9% del total provincial; otros 12 son grandes, con entre 50 y 99 paradas, que suman 918 puestos (19,4%). A ellos se añaden 46 mercados medianos —entre 11 y 49 paradas— que agrupan 1.061 puestos (22,4%), y 41 mercados pequeños —con un máximo de diez paradas— que reúnen 250 (5,3%). Esta estructura confirma dos dinámicas simultáneas: por un lado, el peso mayoritario de los mercados pequeños y medianos, que representan más de tres cuartas partes de los existentes (77,7%); por otro, la relevancia decisiva de los mercados muy grandes, minoritarios en número pero concentradores de más de la mitad de las paradas. Esta dualidad explica la accesibilidad y la capilaridad del modelo castellonense, basado en una amplia red de mercadillos para municipios de menor tamaño y en un reducido número de mercados de gran escala que actúan como polos comerciales comarcales.
La oferta provincial se completa con una programación diversificada que incluye mercados semanales, artesanos, temáticos y agroalimentarios. En total, la provincia de Castellón cuenta con 110 mercados semanales que reúnen 4.666 paradas, un rastro semanal con 51 puestos, un mercado agroalimentario con 15, seis mercados artesanos que suman 142 paradas y 26 mercados temáticos con 1.083 puestos. Estos últimos, vinculados a festividades, ferias medievales o eventos culturales, han adquirido un papel destacado en la dinamización turística y comercial de numerosos municipios.
En cuanto a la estructura comercial, el estudio evidencia cambios significativos respecto a 1987. La oferta de productos alimentarios ha descendido del 25% al 19,8% del total de paradas, mientras que la categoría formada por textil, confección, calzado y cuero se mantiene como la más representativa con un 57% de los puestos. Esta especialización, estable a lo largo de las décadas, sigue siendo uno de los rasgos distintivos de los mercadillos de la provincia.
Otro de los indicadores relevantes es la accesibilidad poblacional a los mercados. Castellón presenta la mejor ratio de habitantes por parada de toda la Comunitat: 128 habitantes por puesto, frente a los 142 de Valencia y los 162 de Alicante. Esta ventaja equilibra su menor implantación territorial —70,4%, frente al 83% de Alicante y el 88% de Valencia— y confirma el papel social y comercial de la VNS en la provincia.
Incautación de falsificaciones
El estudio también analiza la incidencia de la venta de falsificaciones, un fenómeno que en Castellón tiene mucha menor presencia que en el resto del territorio autonómico. En 2023 se incautaron 12.053 artículos en el ámbito de la venta ambulante castellonense, una cifra muy inferior a los 103.060 registrados en Alicante y los 110.271 de Valencia. Además, la tipología de las incautaciones presenta un perfil propio: predominan la marroquinería y los complementos (56,4%), mientras que en Alicante destaca el calzado (70,6%) y en Valencia los “otros productos” (72,3%) y el textil (5,9%). A escala autonómica, el valor económico de las intervenciones asciende a unos 350.000 euros.
En materia de inversión pública, entre 2019 y 2024 la Generalitat ha impulsado la mejora del sector mediante 34 ayudas destinadas a infraestructuras de VNS y 46 subvenciones orientadas a estudios de mercado. Estas actuaciones han permitido modernizar espacios, actualizar ordenanzas municipales y reforzar la planificación estratégica. La directora general de Comercio, Maribel Sáez, subraya que la VNS constituye “un servicio esencial, generador de empleo y parte de la identidad local de nuestros pueblos y ciudades”, y recuerda los retos identificados por el estudio: armonización normativa, simplificación de trámites, dignificación de los espacios de venta, acceso real a las ayudas y apoyo al relevo generacional. Tras casi cuatro décadas sin un análisis integral, el informe se convierte así en una herramienta estratégica que permitirá avanzar con claridad y cohesión, fortaleciendo un sector fundamental para la cohesión territorial de la provincia y del conjunto de la Comunitat Valenciana.
Las conclusiones generales del estudio permiten situar estos resultados en un marco más amplio. La VNS constituye un modelo comercial que se ha mantenido prácticamente inalterado durante siglos, ajeno en buena medida a los cambios experimentados por otros eslabones de la cadena de producción y consumo. Los mercadillos no solo forman parte de la cultura y el estilo de vida de los municipios, sino que desempeñan un papel clave como elementos de dinamización económica y social. En muchos casos suplen o complementan la oferta comercial local, facilitan el acceso a alimentos frescos y saludables y actúan como atractivos capaces de atraer visitantes de otras poblaciones, generando flujos que benefician al tejido urbano.
Profesionalización y digitalización, retos de futuro
El sector, fuertemente arraigado en la tradición y sustentado en gran medida por autónomos que gestionan sus puestos de forma familiar, se enfrenta sin embargo a un escenario que exige mayor profesionalización y digitalización, tanto en la gestión administrativa como en la integración de herramientas digitales que permitan competir —en aquello que resulte posible— con el comercio electrónico. Tal y como constata el informe, esta modernización también responde a cambios en los hábitos de compra: hogares más pequeños, decisiones de consumo atomizadas, mayor movilidad, menos tiempo disponible, creciente peso del ocio en el presupuesto familiar y una concepción de la compra como experiencia lúdica. A ello se suma el envejecimiento de la población, especialmente relevante en entornos rurales, donde los mercadillos mantienen una clientela fiel que identifica en ellos tradición, proximidad y calidad.
Precisamente estas señas de identidad —proximidad, tradición, capacidad de atracción y experiencia de compra— constituyen la mayor fortaleza de la VNS y deben ser reforzadas en los próximos años, según apuntan las conclusiones del estudio. Su consolidación pasa también por mejorar las infraestructuras que los acogen: los espacios municipales destinados a los mercadillos necesitan avanzar en servicios, accesibilidad, confort y funcionalidad para responder a las demandas de los usuarios. Las encuestas del estudio apuntan necesidades claras: incorporar nuevos operadores que amplíen el mix comercial (45,6%), añadir aseos (23,9%), mejorar el aparcamiento (18,1%) y reforzar la limpieza, la recogida selectiva de residuos y la protección frente al sol. También se plantean mejoras en la organización de los puestos, en la seguridad y vigilancia, en el transporte público y en servicios complementarios como la hostelería o la instalación de probadores.
En conjunto, estos elementos evidencian que la VNS continúa siendo un modelo comercial sólido y profundamente enraizado en la identidad de la Comunitat Valenciana. Su preservación y modernización se presentan como claves para asegurar su continuidad y maximizar su contribución al desarrollo local, a la cohesión social y a la dinamización económica de municipios como los de la provincia de Castellón.