Revista Plaza Principal

Viajamos a

Núremberg, la joya amurallada de Baviera

Sinuosas callejuelas, casas con entramado de madera, pasadizos subterráneos o los oscuros parches del pasado nazi son algunos de los atractivos de Núremberg, una ciudad que hoy se alza vibrante y exuberante

  • Puente del Verdugo desde el puente de Max
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A nadie se le escapa que durante el Tercer Reich, en Núremberg, Adolf Hitler y los suyos desplegaron a sus disciplinadas masas de fieles; y allí, años más tarde, se celebraron los juicios a nazis de alto rango por crímenes contra la paz, contra la humanidad y crímenes de guerra. Un pasado que se estudia en los libros de Historia, pero que es una pequeña parte del pasado de Núremberg, de ahí que quiera despertar los fantasmas del pasado pero, sobre todo, ir más allá y conocer su otra cara, la medieval, la gastronómica y la cultural.

Para conocer ese pasado echo a andar colina arriba, pasando por estrechas vías y empinadas cuestas que, poco a poco, me adentran en el medievo y en el origen de la ciudad, pues es en esta zona alta donde los historiadores sitúan los primeros asentamientos humanos, alrededor del año 1000.  Una ubicación privilegiada que llevó, en el siglo XI, a levantar el castillo Imperial, una de las fortalezas más importantes del Sacro Imperio Romano Germánico. La historia la reconstruyo caminando por su jardín, protegido por la recia muralla de más de cuatro kilómetros de largo, y descubriendo las estancias que, durante siglos, guardaron los tesoros más codiciados por la realeza. Pero la complejidad de aquella época la descubro en la Brunnenhaus (casa de la Fuente), donde se sitúa un pozo. Me asomo y solo veo oscuridad. La guía baja una vela para que veamos su profundidad. Cincuenta metros excavados para poder abastecer de agua a los edificios del castillo Imperial, especialmente en tiempos de asedio.

El Castillo Imperial de Núremberg, con la torre del Pecado.
  • El Castillo Imperial de Núremberg, con la torre del Pecado. -

De las entrañas de la tierra, al cielo, pues las escaleras de madera de la torre del Pecado (Sinwellturm) llevan hasta las mejores vistas de la ciudad. Una panorámica en la que dominan los tejados naranjas y callejuelas empedradas, pero, también, el crecimiento de la ciudad e incluso se divisa el Coliseo, mandado edificar por Hitler para ser sede de los congresos del partido nazi. Como muchas tantas ciudades alemanas, Núremberg quedó arrasada por las bombas de las tropas aliadas durante la II Guerra Mundial y solo un 10% se salvó, como esta torre en la que estoy ahora.

Núremberg, una ciudad medieval

De nuevo en tierra firme desciendo la colina. Llego hasta la plaza de Albrecht Dürer, que está repleta de personas disfrutando del buen día que ha salido con una cerveza. No puedo evitar unirme a ellos y me siento en el suelo. Miro a mi alrededor y viajo al pasado, a aquellos tiempos en los que Núremberg prosperó y se convirtió en una importante ciudad. Fue a partir de 1219, cuando alcanza el título de Ciudad Imperial Libre —al igual que Rotenburgo—  y, al no tener que pagar ya tributos al clero y la nobleza, tuvo un largo periodo de esplendor. También ayudó su situación en la ruta comercial que iba desde Italia hasta las ciudades del norte de Europa.

Tras visitar la casa de Alberto Durero retomo el paseo. El río Pegnitz divide en dos a Núremberg, a un lado el barrio de San Lorenzo, donde vivían los artesanos, y, al otro, el de San Sebaldo, donde se asentaban las clases más altas. Me oriento gracias a dos iglesias. La de Sebalduskirche (San Sebaldo), que destaca por la mezcla de estilos arquitectónicos, que van desde el gótico tardío hasta el barroco. Y la de Lorenzkirche (San Lorenzo), cuyas altas torres de aguja hacen de punto de referencia de la ciudad. En este barrio, se encuentra la Weissgerbergasse (calle de los Curtidores), una de las más bellas de la ciudad.

Las agujas de la Iglesia de Lorenzkirche (San Lorenzo) son un punto de referencia
  • Las agujas de la Iglesia de Lorenzkirche (San Lorenzo) son un punto de referencia -

Para conectar ambas partes hay puentes que dejan estampas de postal, con el reflejo de edificios y vegetación en el agua. De ellos, el Henkerbrücke (puente del Verdugo) es el más icónico de todos. Construido en 1457 para conectar la urbe con la pequeña isla de Trödelmarkt, recibe este nombre porque, hasta el siglo XIX, el verdugo residió en la torre que hay al lado. Desde el puente de Maxbrücke tienes la estampa típica, pero también hay otros puentes muy bonitos, como el Fleischbrücke (puente de los Carniceros) o el Museumsbrück (puente del Museo), con el Heilig-Geist-Spital (hospital del Espíritu Santo) delante.

Prosigo mi camino. Las terrazas de los restaurantes están repletas de personas. Hace sol y Núremberg vive en la calle. Decido parar a comer en el restaurante Zeit & Raum y probar una flammkuchen —también conocida como tarta Flambée—, una pizza extrafina, crujiente y ligera, cuyo origen se comparte entre Alsacia (Francia) y Palatinado Renano (Alemania).

Deshago mis pasos para regresar al otro lado del río, a la animada Hauptmarkt (plaza del Mercado). Un espacio en el que, en el siglo XII, vivía un asentamiento judío. Sin embargo, el emperador Carlos IV, en 1349, aprobó un pogromo en contra de los judíos, por lo que la comunidad fue expulsada y asesinaron a seiscientos miembros de la misma. Desde entonces, es el punto neurálgico de la ciudad y donde está el mercado de frutas, verduras y productos tradicionales. Además, aquí tiene lugar el famoso mercado de Navidad de Núremberg.

El Handwerkerhof (patio de los Artesanos).
  • El Handwerkerhof (patio de los Artesanos). -

La plaza está presidida por la Frauenkirche (iglesia de Nuestra Señora), edificada donde antaño estaba la sinagoga. Si llegas a las doce del mediodía verás como una puertecita se abre y salen unas figuritas que representan a siete electores que desfilan delante del emperador que se encuentra sentado. Pero es la Schöne Brunnen (fuente Bonita) —es una copia; la original se expone en el Germanischen Nationalmuseum— la que más atención capta. Lo hace por ese color dorado de sus cuarenta figuras que representan temas religiosos, históricos y filosóficos. Un símbolo más del esplendor que la ciudad tuvo en el Medievo. En la verja de hierro forjado que protege la fuente hay un anillo dorado que, según la leyenda, al girarlo tres veces y pensar en un deseo se te cumple. Pacientemente me espero y hago lo propio, que nunca se sabe...

Muy cerca de la fuente se sitúa el Altes Rathaus (ayuntamiento antiguo), que además de ser sede del Gobierno formó parte del pasado oscuro de la ciudad: en los bajos están las mazmorras que se utilizaron para encarcelar a prisioneros durante la Edad Media.

Como decía, Núremberg fue un importante centro de comercio, artesanía, innovación y científico. Un pasado que se reconstruye en el Handwerkerhof (patio de los Artesanos), pues con sus calles empedradas, casas con entramado de madera, pequeños talleres artesanales y el olor que sale de los restaurantes te lleva al encanto del Medievo. Digo lleva porque el Handwerkerhof se creó en 1971, como parte de un acto conmemorativo en honor de Alberto Durero.

Recorrida Núremberg bajo el sol, ahora toca conocer los secretos que hay bajo el suelo. Un laberinto de túneles de cuatro niveles que, desde la Edad Media, ha sido utilizado para acoger la elaboración y fermentación de cerveza. No hay que olvidar que es la bebida favorita de Alemania. Para ello me uno a la visita guiada realizada por la cervecería Altstadthof, en la que voy desgranado más la historia de la cerveza. Además, esos túneles también sirvieron de refugio antiaéreo, conectándolos entre ellos y, a su vez, con algunos edificios importantes, como las iglesias. Al salir me quedo en la cervecería Altstadthof para disfrutar una cena auténticamente local: cerveza roja y las Nürnberger Rostbratwurst, que destacan por su sabor y por ser más pequeñas que las que conocemos.

Cerveza roja de la cervecería Altstadthof
  • Cerveza roja de la cervecería Altstadthof -

Los escenarios de Hitler

El día gris y con posibilidades de lluvia me acompaña para conocer la etapa más oscura de Núremberg: el pasado nazi. No hay que olvidar que el partido nacionalsocialista de Adolf Hitler hizo de Núremberg su base de operaciones. Para ello cojo el tranvía y acudo hasta el Coliseo, una obra en la que se celebraban los congresos anuales del partido (1933-1938). El edificio no se finalizó, y en su interior la vegetación crece, ocultando  el material de trabajo que quedó apilado por el inicio de la guerra. Camino bajo el porche, formado por los arcos y donde una luz fría entra. Hay silencio y siento un escalofrío. Allí mismo se sitúa el Centro de Documentación Histórica del Tercer Reich, que permite conocer aquella época.

Centro de Documentación Histórica del Tercer Reich
  • Centro de Documentación Histórica del Tercer Reich -

Un camino rodea el lago Dutzendteich y deja una espectacular vista del Coliseo. La tormenta está cada vez más cerca, pero aun así me acerco hasta el Campo Zeppelin. Subo las gradas hasta la tribuna. Tengo el corazón encogido. Estoy justo donde Hitler daba sus famosos discursos. A sus pies, cientos de miles de personas le aclamaban, alzando los brazos en alto en señal de respeto a su führer. Lo que antaño fueron gradas hoy son restos de piedras y el llano, un espacio para la práctica de deporte. Empieza a llover. Regreso al hotel Victoria para secarme antes de hacer mi última visita: la Sala 600 del Palacio de Justicia, la que fue sede de los famosos juicios de Núremberg.

Recorro de nuevo las capas de la historia para volver al presente, a esa ciudad viva, cultural y abierta que hoy es Núremberg. Además, es la puerta de entrada a la región de la Franconia, que cuenta con poblaciones preciosas, como Rotemburgo o Bayreuth.

Qué más hacer en Núremberg 

Ver el primer globo terráqueo

El Germanisches Nationalmuseum (Museo Nacional Germano) es la mayor representación de la historia cultural desde la Prehistoria hasta los años sesenta en territorio germano. Hay obras de Durero o Rembrandt, pero también objetos muy interesantes, como el globo de Martin Behaim (también conocido como Erdapfel), de 1492 y el más antiguo conservado en el mundo.

Recorrer la vida de Durero

La casa de Alberto Durero, de entramado de madera, es una de las pocas residencias burguesas de la época dorada de Núremberg que no fue destruida, y la única residencia de artistas del s.XV que quedó intacta en el norte de Europa.  Al entrar sorprende la escalera de madera, original, y a través de las estancias se ahonda en su vida  y en su creación artística. Alberto Durero murió el 6 de abril de 1528, y su tumba está en el cementerio de Johannisfriedhof. Por cierto, tendrás que buscarla bien porque no hay ninguna indicación y es un tanto austera —aunque nada que ver con la de Wagner en Bayreuth—.

Guía práctica de Núremberg 

Cómo llegar: Ryanair vuela directo desde Valencia. Cómo moverse: En transporte público. Consejo: Adquiere la tarjeta Nüremberg Pass, que incluye la entrada gratuita a decenas de monumentos y museos y el uso del transporte público durante dos días. Alojamiento: Hotel Victoria, ubicado al lado de la estación de tren y del patio de los Artesanos. Web de interés: www.tourismus.nuernberg.de/en/

 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 124 (marzo 2025) de la revista Plaza

 

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