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LA OPINIÓN PUBLICADA

10.500 millones de euros para gasto militar desde la izquierda transformadora

Publicado: 26/04/2025 ·06:00
Actualizado: 26/04/2025 · 06:00
  • La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
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A Pedro Sánchez le ha venido Donald Trump como caído del cielo. Casi todas las encuestas (menos las del CIS) llevan prácticamente desde 2023 insistiendo machaconamente en que, si hubiera elecciones ahora, PP y Vox conseguirían una cómoda mayoría absoluta. El PSOE más o menos repetiría los resultados de 2023, pero su espacio a la izquierda, Sumar y Podemos, dividido y en plena confrontación, obtendría menos votos y -sobre todo- muchos menos escaños que cuando se presentaron conjuntamente en las últimas elecciones generales. 

Sin embargo, como nos enseñaron dichas elecciones, las encuestas no pueden tomarse como dogma de fe. Hay sucesos que pueden variar el devenir de los acontecimientos. No sólo no está escrito que el PP (con Vox) vaya a gobernar cuando se celebren de nuevo elecciones generales, sino que últimamente se le acumulan los problemas. En el frente interno, la lamentable gestión, entonces ahora, de Carlos Mazón y la Generalitat en manos del PP a buen seguro pasará factura. Pero, en el frente exterior, la aparición de Donald Trump y sus desatinos constituye un dechado de virtudes para Pedro Sánchez y el PSOE: galvaniza a la izquierda frente a un enemigo común; afecta a la línea de flotación del supuesto patriotismo exaltado de Vox (que aquí se revela como un patético agente inane de un poder externo que manifiestamente busca perjudicar los intereses nacionales con sus aranceles y chulería); y, en fin, deja totalmente descolocado al PP, que no puede ni emular al PSOE en su confrontación con Trump ni, por supuesto, asumir que es también un partido trumpista, como su socio necesario en una hipotética coalición.

  • El primer Ministro de Canadá, Mark Carney. -

Hace apenas un par de meses, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dimitió de sus cargos para dar paso a un sustituto al frente del Gobierno canadiense y de su formación política, el Partido Liberal, que más o menos ocupa el mismo espacio político que el PSOE en España. En el momento de la investidura de Trump, a finales de enero, la oposición conservadora tenía más de veinte puntos de ventaja en las encuestas. Sin embargo, hoy en día, y a las puertas de las elecciones en Canadá, su sucesor, Mark Carney, parece tener muchas posibilidades de continuar al mando. Carney le ha dado la vuelta a las encuestas de manera fulgurante y se ubica unos cinco puntos por delante de los conservadores. Es decir, un vuelco de veinticinco puntos en dos meses. ¿Qué ha sucedido? Donald Trump y sus amenazas con los aranceles y con sus ínfulas anexionistas es lo que ha sucedido.

La situación en España, lógicamente, no es tan perentoria. Nuestra relación con Estados Unidos es mucho más distante, en todos los sentidos: en el geográfico, el cultural, el comercial (de hecho, España tiene déficit comercial con Estados Unidos) y especialmente en el político. España forma parte de un mercado único europeo que le protege frente a las peores amenazas de boicot que pudiera enarbolar Trump, sobre todo porque dicho boicot afectaría al conjunto de la UE. Así que Sánchez está aprovechando la ocasión para sacar la cabeza, confrontarse con Trump y llevar a cabo gestos de acercamiento con China.

Sin embargo, todo tiene un límite, y lo hemos visto esta semana. El mismo Pedro Sánchez que se nos presenta como el último faro de la izquierda de Occidente ha aparecido esta semana, aprovechando las vacaciones de Semana Santa, con un sorprendente anuncio de incremento de la inversión en Defensa: 10500 millones de euros más, de la noche a la mañana, para alcanzar ya el 2% del PIB que se comprometió a alcanzar en el seno de la OTAN. 10500 millones de euros que ni se votarán en el Parlamento (no vaya a ser que no salga adelante la votación), ni en Presupuestos (que no hay), ni se debatirán, ni nada de nada. Por no servir, estos 10500 millones ni siquiera parece que vayan a incrementar sustancialmente el empleo y la inversión públicas, dado que una parte sustancial de los mismos irá destinada a comprar armamento a otros países, y sobre todo al malvado Trump. 

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. -

A pesar de que, según Pedro Sánchez, estos 10500 millones no supondrán ninguna merma de las prestaciones sociales (porque se pagarán con más y más endeudamiento, al parecer legítimo si se trata de comprar armas a "nuestros aliados" que nos insultan y amenazan día sí, día también), es comprensible que la decisión haya levantado ampollas entre sus socios (y más que levantará en la sociedad española cuando seamos conscientes del coste, vía endeudamiento, que esto va a suponer para todos, una vez haya que pagar estos millones que según Sánchez salen de la nada y no afectarán en nada). Así que Sánchez se ha sacado de la manga una de esas polémicas de baratillo para distraer la atención: la frustrada compra de balas a una empresa israelí, primero aprobada y después vetada por el Gobierno a instancias de Sumar, para dar imagen de que aquí los socios mandan mucho (no sirven para parar los 10500 millones de armamento, pero sí una cantidad que no llega al 0,1% de esa cifra). 

Todos contentos, pues: la OTAN y Trump, encantados de la millonaria inversión española; los socios del Gobierno, encantados de su poderío parando lo que, en términos del Estado, no llega ni a un contrato menor; y Pedro Sánchez, feliz por haber comprado un bono de 10500 millones de euros para seguir demostrando su irrenunciable compromiso con la izquierda y su inquina a las lamentables maneras de Trump, ese ultraderechista de ultraderecha ultra al que le compraremos armamento desde la izquierda, que a fin de cuentas Estados Unidos no es Israel.

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