CASTELLÓ. La brisa fresca está cediendo frente a la nueva ola de calor que anuncian los medios de comunicación como gran noticia de un día de agosto. Mi perro Pancho disfruta de la fresca, del aire que respira en Morella. Todas y todos disfrutamos del bendito clima morellano de estos días. Aquí, el inicio de agosto augura un mes de fiesta y cultura. La ciudad amurallada se ha llenado de los morellanos que residen en otros municipios, vacaciones plenas del mes de agosto, con sus quedadas de grupos de amigas y amigos, con sus encuentros familiares, con algarabías nocturnas de niñas y niños que recorren las calles. La felicidad de permanecer un mes en el pueblo para, después, regresar a la ciudad. La felicidad de romper la rutina, de desconectar de las realidades laborales, de improvisar y vivir intensamente cada momento vacacional.  Regresar al pueblo, retomar el contacto con el paisaje, el cielo y la tierra de una comarca privilegiada.

Agostar en la comarca de Els Ports es un no parar de actos y actividades. Este fin de semana, Vilafranca mostraba toda su belleza urbana con la Nit dels Ciris que se celebró el pasado sábado. Más de 16.000 velas se encendieron para iluminar calles, plazas y monumentos del casco antiguo, recibiendo a centenares de personas que admiraron los diseños de los cirios, obras del creador Javier Soligó. Además, la música, la danza, la pintura y la poesía acompañaron esta iniciativa que cuenta con la participación activa de la población. Los balcones y entradas de las casas vilafranquinas se llenaron de velas encendidas, creando un paisaje urbano fantástico. Este año se ha celebrado la sexta edición de este evento que genera una atmósfera mágica en la noche de los cirios, esos puntos de luz que nos guían en la noche de Els Ports.

Los pueblos de esta comarca se llenan, como en el resto del territorio de este pequeño país mediterráneo. El regreso a la casa familiar, el regreso al aire limpio, a los sonidos celestiales del paisaje, silencio, calma, pero también a los sonidos urbanos de fiestas y bullicio. Regreso a los recuerdos que atesoran las piedras en cada calle y plaza. Regreso a la identidad personal, a la gastronomía de siempre, a los aromas de la siega del espliego. Regresamos para cargarnos de buenas sensaciones y mejores sentimientos.

Cada mes de agosto todos agostamos de alguna manera, hasta la clase política agosta. Este verano, más que nunca, deseemos que la reflexión acompañe las vacaciones y dejemos de ser víctimas, por unos días, del intenso ruido y la violencia verbal. La deriva de este país es insoportable.

Y, mientras agostamos en este país, Israel sigue asesinando en Gaza, cada día, a decenas de víctimas inocentes. El hambre es otro de los ataques indiscriminados del gobierno de Netanyahu, el hambre está matando, cada día, a niñas, niños, jóvenes, hombres y mujeres. Precisamente, los primeros objetivos de las bombas sionistas son las mujeres y sus hijas e hijos que representan el futuro de la población palestina. Cisjordania, los territorios ocupados, también sienten constantemente el paso de la muerte, en las manos de soldados y colonos israelíes. La vida no vale nada en este infierno de exterminio, en la cárcel más grande del mundo.

La ayuda humanitaria en Gaza sigue sin llegar directamente a la población, los servicios sanitarios son mínimos, las organizaciones humanitarias sufren también la muerte y el hambre. Nadie está a salvo en Gaza. Y el mundo calla, mirando en directo este Genocidio y sin decir nada. La ONU ocupa ya un papel irrelevante y la UE no puede perder tanta dignidad y valores cayendo tan bajo, casi invisible y maldita.

Buena semana. Buena suerte.

No se olviden de Gaza, ni de Cisjordania.