CASTELLÓ. Efecto invernadero, sostenibilidad, biodiversidad, emergencia climática, economía circular, transición ecológica. Todos ellos son conceptos vinculados al medio ambiente y que en los últimos años se han colado en los quehaceres cotidianos de las personas que habitan el planeta fruto de la necesidad de humanizar esa batalla contra el cambio climático y construir un mundo más sostenible. Para crecer en ese objetivo, la información y la educación son dos de los elementos fundamentales y forman parte de los principios básicos de Runakai, una firma que nació en Soneja en el año 2022 y que ejerce servicios tanto de educación medioambiental como de consultoría y de trabajos técnicos.
Al frente de ella está Jorge Bonet, biólogo e ingeniero ambiental experimentado en acciones de sensibilización medioambiental que también ha trabajado como técnico de calidad en laboratorios de diferentes empresas, guía, monitor en colectivos o técnico de vertidos en empresas. "Hace un año decidí volver a Soneja, donde había vivido largas temporadas, y montar mi empresa para así poder ejercer mejor la conciliación de la vida familiar con mis hijos y también mi pasión en medio de la naturaleza, entre las sierras de Espadán y la Calderona y junto al río Palancia".
Bonet pretende ser así uno de los actores que contribuya con sus trabajos y actuaciones a nivel local a conseguir esos objetivos globales que frenen el continuo deterioro del planeta mediante "el fomento de acciones que favorezcan y dinamicen el territorio y beneficien al entorno y a la sociedad, explica.
Los niños, una palanca del cambio
Una de sus actividades principales es la educación ambiental a través de talleres, visitas guiadas o campañas de concienciación, que realiza sobre todo en colegios e institutos del Alto Palancia y también para empresas. En este sentido, el técnico en medio ambiente señala que en los últimos años "se ha avanzado, aunque hay que seguir trabajando para inculcar cómo hay que actuar para tratar los retos medioambientales que se nos presentan porque, aunque somos más conscientes de la situación, todavía vemos actos cotidianos como los de tirar una colilla al suelo o comprar muchos alimentos envueltos en plástico que se pueden corregir fácilmente y serían buenas prácticas para nuestra salud y bienestar". Eso sí, el gerente de Runakai destaca que los niños y niñas "sí que están más concienciados y son ellos los que muchas veces trasladan a sus familiares las buenas prácticas".