Resulta que tenemos chico nuevo en la oficina: se llama El Jacobino y es divino. Hace cosa de un mes, este proyecto que se autodenomina think tank –ya hay que ser hortera- pero que en verdad no pasa de mentidero de pueblo anunciaba a través de los medios que se convertirán en partido político para concurrir a las elecciones europeas y defender así los valores de “la izquierda ilustrada y centralista de España”. Y ustedes se preguntarán: ¿Cuáles son los valores de esa izquierda ilustrada y centralista de España que promueve El Jacobino? Y yo les responderé: Los de la derecha rancia de toda la vida con el ridículo añadido de encima considerarse ilustrados.
Si bien es cierto que lo importante en toda esta cuestión no sería ni el nacimiento de un nuevo partido político ni que su manera de presentarse ante la sociedad contenga trazas de vergüenza ajena. Lo importante, de hecho, sería descubrir quien está tan interesado en proyectar El Jacobino que ha decidido meterle pasta para que su anuncio de concurrir a las elecciones se haga a través de El Mundo e incluya un video promocional que, aunque no sea la bomba, se ha realizado productora mediante. Es decir: quien, de entre todos los tarados con dinero que hay en España, se ha fijado en esta formación de chicos con estética Alejandro Agag 1998 para que den la matraca contra las lenguas cooficiales y la descentralización del Estado.
Más que nada porque aquí tendríamos que tener un par de cosas claras. La primera de todas es que el discurso, frecuentemente respaldado con la premisa aquella de que es injusto que un catalán pueda presentarse a unas oposiciones en Cantabria pero que un cántabro no podría hacer lo propio en Catalunya, es un pretexto absurdo que utilizan para disimular su mal llevado provincianismo. Seamos realistas. Nunca nadie jamás de esta cuerda ideológica ha tenido la más mínima intención de querer ser funcionario en el Ayuntamiento de Cabanes. Y ya está, asumamos de una vez que son unos acomplejados y unos cutres y que no merecen que invirtamos más tiempo en explicarles que los derechos lingüísticos deben ser para todos y no solo para los castellanoparlantes.
Lo segundo que tendríamos que tener claro es acerca del absurdo de la recentralización de los servicios públicos. Esto es el año 2023, por ahí hay equipos de científicos que han conseguido crear robots que andan como un humano pero por lo visto en España todavía queda gente que ve lógico que todos los órganos de decisión y las administraciones de referencia estén en un sitio en donde apenas reside el 7% de la población. Creo que nadie es consciente de lo tróspido que resultaría que un funcionario que en su vida ha salido de la calle Fuencarral tuviese que venir a Llucena a resolver cualquiera de los pollos que tenemos montados en suelo rústico a lo largo y lo ancho de nuestros 137 kilómetros cuadrados. “Noooo, eixe tros no és de Consuelo la pastora perquè Consuelo la pastora li va agarrar el terreno a Joaquinet quan se va posar mal i va plantar allí tres armelés” y José Luis el funcionario del Estado intentando enterarse de algo y cagándose en los muertos del gilipollas que pensó que gestionar algo así desde la administración estatal era una buena idea.
Los que ya vimos los capítulos anteriores de la serie España: pistolas, Tómbola y Nueva Rumasa ya sabemos que El Jacobino será flor de un día porque estos proyectos están planteados así desde un principio. El partido protagonizará unos cuantos números, obtendrá grupo parlamentario durante un par de legislaturas y quizá consiga la alcaldía de algún pueblo peculiar como Oropesa. Nada más. En menos de una década El Jacobino estará durmiendo el mismo sueño que hoy duermen sus homólogos UPyD y Ciudadanos y con suerte concederán entrevistas esporádicas a estudiantes de periodismo de la CEU Cardenal Herrera. Eso sí, habrán conseguido que su discurso y su agenda centralista prendan un nuevo fuego contra el autogobierno de quienes fuimos metidos en España con calzador.
Y no es que ellos podrán decir que han ganado cuando a la larga consigan una sentencia que dinamite cualquier institución catalana, valenciana, vasca, da igual. Porque en todo este tablero estos pipiolos no pintan nada como en su día no pintó nada Albert Rivera. En todo esto, quien habrá ganado será la persona o personas que en este momento están sacando la billetera para financiar una nueva vuelta de tuerca que garantice la perpetuidad de nuestro revival franquista.