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PODERES PSICOLÓGICOS / OPINIÓN

Cómo comunicarnos con personas que han sufrido una catástrofe

Foto: KIKE TABERNER
7/11/2024 - 

Es difícil imaginar lo que tienen que estar sintiendo nuestros hermanos, cuando muchos de ellos han sufrido grandes pérdidas materiales, tienen la incertidumbre por el paradero de algún familiar o amigo o han sufrido importantes pérdidas personales. En eventos tan dolorosos y traumáticos como los que acabamos de vivir, uno de los aspectos más importantes en la atención primaria a las víctimas de desastres es la intervención psicológica inmediata. Son situaciones desconocidas para la mayoría de los seres humanos, nuestro cerebro no está acostumbrado a enfrentarse a ello y puede llegar a colapsar.

Hay numerosos psicólogos que se han formado y tienen experiencia en emergencias y catástrofes. Estos, que están en primera línea, ofrecen su conocimiento y prestan su ayuda a los que la necesiten. Aunque bien es cierto que, cuando los desastres naturales son de tanta envergadura, es difícil que los psicólogos puedan llegar a todos los afectados.

Sin embargo, en estos oscuros y dolorosos momentos siempre surgen luces. La valentía de tantos héroes anónimos que han ayudado a los demás aún a riesgo de su propia integridad, la resiliencia del pueblo tras recibir un revés de tal magnitud o la marea de solidaridad en forma de material, víveres y voluntarios, son ejemplos de ello. He aquí donde quiero poner el acento y dedicar estas líneas.

"Es importante que los voluntarios conozcan cómo comunicarse para no perjudicar a estas personas en momento de vulnerabilidad psicológica"

La mayoría de los voluntarios, movidos por bondad, solidaridad y altruismo, se ven impulsados a ir a los pueblos afectados a echar una mano en cualquier labor que se les pueda encomendar. Estos voluntarios van a trabajar codo con codo con personas afectadas por la Dana, personas que son especialmente sensibles tras sufrir esta catástrofe.

No pretendo hacer un manual para psicólogos o unos primeros auxilios psicológicos para voluntarios, solo mostrar unas pautas de comunicación para que puedan tener una interrelación más fluida, funcional y enriquecedora con los afectados de esta catástrofe. Es importante que conozcan cómo comunicarse y lo que deben decir y lo que no para no perjudicar a estas personas que se encuentran en un momento de vulnerabilidad psicológica.

Primero, debemos alertar a los voluntarios que, por el mecanismo de empatía que todos los humanos tenemos en mayor o menor medida, emociones como el dolor o la angustias pueden “contagiarse”. Puede que al hablar con estas personas que llevan tanto sufrimiento consigo acabes siendo una nueva “víctima emocional” de la catástrofe. Esto no solo les puede pasar a voluntarios, pues psicólogos experimentados también sufren este “contagio”. Pocos son capaces de ser inmunes al dolor humano, y más cuando se vive tan de cerca.

Los afectados pueden pasar por diversos estados emocionales: alegría (por haber sobrevivido), miedo, dolor, frustración, enfado, etc. Todas estas emociones y más son normales, y especialmente intensas. Este tipo de shocks pueden dificultar la comunicación con las personas afectadas, por eso recomiendo ciertas pautas:

Lo primero que debemos tener en cuenta es que muchas personas están en shock emocional. Es decir, que su cerebro está sufriendo una tormenta de emociones que los aísla del momento, por eso es importante dirigirnos a ellos con mensajes cortos y claros que sean fáciles de procesar.

Cualquier conversación que podamos mantener con algún afectado debe realizarse en un lugar seguro. Si aún está corriendo el agua a nuestro alrededor, lo primero que debemos hacer es ponernos a salvo.

Si tienen familiares o amigos aún sin localizar, por más que los quieras tranquilizar, no te van a escuchar. En estos casos la única ayuda que le puedes prestar es facilitarles el acceso a la información que necesitan.

La incertidumbre es la emoción más difícil de gestionar, ya que impide que la persona se pueda concentrar en lo que dices. Los voluntarios pueden aportar un punto de objetividad y lucidez para ayudar a los damnificados a conseguir la información que le ayude a cubrir sus necesidades o a mitigar su incertidumbre.

  • Debemos hablar de forma calmada, en un espacio seguro y de confianza. La expresión no verbal también tiene que ser de calma. No debemos confundir la calma con la frialdad, debemos de ser empáticos y cercanos, aunque no paternalistas.
  • No debemos tocar a las personas de manera insistente, a muchas personas no les gusta, así que debemos de observar su reacción y actuar en consecuencia. Si la persona te coge la mano no la debes de retirar.  
  • Pregúntale su nombre y dirígete a ella por él. Si necesitas saber algo, hazlo siempre a través de preguntas cortas y concretas.
  • No discutir con la persona, sobre todo si está alterada.
  •  Anímalo, dile que lo está haciendo bien. Si ves que la ansiedad va en aumento puedes intentar distraerlo.
  • Evitar comentarios del tipo "no pasa nada, no es tan grave" (acaban de sufrir una catástrofe).
  • No crear falsas expectativas. Por ejemplo, a alguien que tiene un familiar desaparecido, es contraproducente decirle, "no te preocupes" o "ya verás como lo encuentran sano y salvo".
  • No culpar a la persona de nada. Hechos de este tipo están fuera del control de uno.
  • Si llora, hay que dejar que se desahogue. No debemos pedirle que deje de llorar.

Los niños también son conscientes de la situación y la viven con mucha angustia, así que, al igual que con los adultos, podemos hablar con ellos, ya que el no hacerlo para evitar su sufrimiento puede provocarles más ansiedad e inseguridad. Eso sí, si nos dirigimos a niños es importante hacerles comprender lo que ha pasado, sin detalles escabrosos y usando palabras que ellos puedan entender.

Es importante eliminar cualquier atisbo de culpa que puedan sentir los menores sobre lo ocurrido.

Cualquier catástrofe de este tipo puede causar pesadillas, fobias, recuerdos vívidos que nos retrotraigan al momento de la tragedia al percibir un sonido o un olor, duelos, ataques de ansiedad, estrés postraumático, etc. Casi cualquier reacción que tengamos puede ser normal, por muy desconcertante que nos parezca. No hay que tenerles miedo, hay que dejar que se produzcan porque forman parte del proceso de cicatrización de la herida emocional que se ha producido. Algunas de las víctimas van a requerir atención psicológica a corto, medio y largo plazo para aprender a gestionar ciertas emociones.

Debemos de contribuir a reducir el estigma y el tabú que aún representa la psicología y la psiquiatría, y animar a las víctimas a que, cuando se restablezca cierta normalidad, cuenten con la ayuda de profesionales. Estos contribuirán a sanar la profunda huella emocional que dejan este tipo de catástrofes.

Ánimo, Valencia. Ànim, València.

Gracias a todos los que ayudáis.

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