VALÈNCIA. Este domingo 28 de mayo tendrán lugar las elecciones autonómicas y locales en la Comunitat Valenciana y en otras regiones de España. Los comicios son la gran cita para todas las formaciones políticas: el momento en el que se presentan al examen de la ciudadanía y donde se decide, no sólo si podrán continuar o poner en marcha sus propuestas, sino también el futuro inmediato de todos los representantes políticos en liza. Aunque en ocasiones hay grises, estas elecciones valencianas se caracterizan por una lucha a cara o cruz entre el bloque progresista y el conservador, aunque según cada fuerza política, pueden observarse matices. Valencia Plaza analiza cómo llega cada formación al encuentro con las urnas y cuáles serán los posibles escenarios en función del resultado.
En el caso de Compromís, con Joan Baldoví como candidato a la Generalitat, se enfrenta al reto de superar con buena nota la primera visita a las urnas sin la que ha sido su mayor referente en los últimos años, Mónica Oltra. Aunque posiblemente en esta formación existen más grises, el resultado del próximo domingo dirimirá si se produce un escenario de refuerzo o de crisis en la coalición valencianista.
Así, al margen del número de escaños que recojan, la prioridad para Compromís es que la suma de la izquierda les permita continuar participando del Gobierno valenciano. Ahora bien, y aquí vienen los matices, mantenerse en torno a los 17 diputados logrados en 2019 y la conformación de un Botànic III sería un éxito sin paliativos para la coalición formada por Més, Iniciativa y VerdsEquo. Por un lado, entrar en el gobierno sería decisivo para seguir preservando la estructura de partido grande alimentada durante estos años y, por otro lado, significaría un refuerzo definitivo para la consolidación de una marca que sobrevive sin problemas a la pérdida de su máxima exponente política y mediática.
No obstante, también podría ocurrir que Compromís consiguiera un resultado inferior (algunos sitúan esa frontera en los 14 escaños) que permitiera igualmente el Botànic III merced a un ascenso del PSPV-PSOE y la resistencia de Podem-EU. En ese caso, la noche también sería feliz por la continuidad en el gobierno y por la certificación de que Compromís tiene un suelo electoral pese a haber atravesado momentos delicados; eso sí, un balance en estos términos podría debilitar a la coalición de cara a la negociación estructural del nuevo Gobierno valenciano.
En la otra orilla, un resultado ya sea mejor o peor que no implique la mayoría del bloque de izquierdas supondrá una crisis interna tanto por la pérdida de la capacidad de gestionar como por la cantidad de puestos estructurales remunerados que se quedarán en el camino. Si la coalición ha dado la cara con buenos números, quedará el discurso de que han sido los socios los que no han cumplido, pero eso no evitará la crisis en la formación, que lleva demasiados años viviendo en la interinidad de una alianza de partidos que comenzó como algo provisional y se ha convertido en algo inamovible.
De la misma manera, habrá que ver si Baldoví se queda en la oposición o si Compromís debe iniciar un proceso de reflexión interna respecto a los nuevos liderazgos de cara a los siguientes cuatro años de legislatura. En definitiva, un escenario en el que la coalición valencianista deberá ponerse ante el espejo y debatir sobre qué tipo de organización y funcionamiento debe tener en su nuevo papel de oposición.