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Compromís y la necesidad de dejar atrás sus 'patas' para poder volar

16/10/2022 - 

VALÈNCIA. En 2023, poco antes de las elecciones autonómicas y locales, se cumplirán 16 años del nacimiento del primer Compromís (pel País Valencià). Una alianza conformada en aquel momento por Esquerra Unida -artista principal entonces-, Bloc Nacionalista Valencià (BNV), Els Verds del País Valencià y otras pequeñas fuerzas de corte ecologista o republicano que consiguió un digno resultado de siete diputados en Les Corts. 

Aquella sopa de siglas expiró de forma trágica con la ruptura interna de EU, que terminó por expulsar a las entonces parlamentarias de Mónica Oltra y Mireia Mollà, en lo que significaría el principio de una escisión que acabaría denominándose Iniciativa del Poble Valencià. En 2010, esta nueva formación se alía con el Bloc junto a Equo y otros pequeños partidos, alumbrando una coalición electoral de cara a los comicios de 2011 denominada simplemente Compromís y con una estructura similar a la conocida actualmente.

Los seis parlamentarios conseguidos en aquella cita de las urnas -además de otros resultados relevantes como los tres concejales en València capital-, fueron el preludio de una fuerte expansión de la marca cuatro años después: la incisiva oposición llevada a cabo, la decadencia del PPCV, el mal momento de la marca PSOE -Zapatero en decadencia- y el tirón de Oltra convirtieron a Compromís en el partido de moda al lograr 19 diputados, a solo cuatro de los socialistas valencianos. En 2019, el adelanto electoral acometido por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para hacer que los comicios autonómicos coincidieran con los generales para aprovechar así el tirón de Pedro Sánchez perjudicó las posibilidades de Compromís, que descendió hasta los 16 representantes.

Un recorrido de relevancia en las urnas aunque no exento de obstáculos y dificultades casi siempre centrados en los problemas de convivencia entre las tres 'patas' de la alianza: Més (antes Bloc), Iniciativa y VerdsEquo. Precisamente esto es lo más llamativo de estos 13 -o 16- años de historia: el nulo avance de la coalición a la hora de consolidar un único partido político -o en todo caso una federación de partidos- que funcione de una forma unísona o, al menos, se ahorre los agotadores conflictos relacionados con las cuotas y los equilibrios de fuerzas internas.

De hecho, recientemente se ha vivido el enésimo capítulo de tensión convertida en asunto público dentro de la coalición a raíz del paso adelante dado por Joan Baldoví para ser el próximo candidato a la Generalitat. Una maniobra que ha causado cierto malestar -quizá algo sobreactuado- en sectores de Iniciativa. Quizá es cierto que aunque existiera una marca única -y un sólo partido- se producirían otros conflictos intestinos, tal y como ocurre en PPCV o PSPV-PSOE, pero no menos real se antoja la necesidad de que Compromís, una vez alcanzado un punto de madurez y representatividad, deje atrás la interinidad de ser una coalición para tomarse más en serio su propia marca y evolucionar hasta una formación política compacta y moderna que dirija su mirada a sus simpatizantes y potenciales votantes.

Muchos de sus posibles electores, especialmente jóvenes, conocen la marca Compromís. De hecho, han crecido con ella. Pero no tienen la menor idea de los partidos que la componen y a qué se deben ciertas marejadas que escuchan o leen tangencialmente más en las redes sociales que en los medios de comunicación. Esta podría ser una pista de hacia donde debe dirigirse la eternamente temporal coalición.

Tras estos años, Compromís ha puesto de manifiesto una notable solidez electoral. Ahora bien, en la próxima cita se enfrentará a la que será posiblemente su mayor prueba de fuego hasta ahora. Unos comicios que afrontarán, salvo sorpresa, sin la que ha sido su mayor referente como cabeza de lista y con ciertas dudas -al menos a día de hoy- sobre el estado de la marca. Si logra salir airoso del embate, tal vez sea el momento de, tras comprobar una vez más que el proyecto funciona -incluso sin Oltra-, decidirse a apuntalar un proyecto que lleva demasiado tiempo en un estado de interinidad orgánica. Y debería hacerlo porque nunca se sabe cuándo puede llegar una nueva crisis de un partido histórico como el PSPV-PSOE, su mayor competidor electoral.

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