ALICANTE. Cristina López Barrio (Madrid, 1970) estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, especializándose en propiedad Intelectual, pero siempre había querido ser escritora. De hecho, escribió desde joven y en el año 2000 siguió un curso de escritura creativa de Clara Obligado. Una pasión que le ha llevado a acumular en su haber hasta siete libros publicados, además de otros relatos y poemas. Con el Niebla en Tánger rozó en 2017 el Premio Planeta, quedando finalista. Más tarde, en 2019, publicó Rómpete corazón, con la misma editorial, quienes ahora publicarán el octavo libro de la madrileña: La tierra bajo tus pies, un texto que le ha valido el Premio Azorín de Novela 2024, dotado con 45.000 euros.
La escritora recibía este jueves el galardón. “Según iba avanzando la noche, el corazón me latía más fuerte y lo tenía más alto”, recuerda sobre la gala de este jueves, instantes antes de la lectura del fallo del jurado. Así, con el corazón en la garganta, subía al escenario para recoger la estatuilla y rememorar sus inicios en esta pasión suya que es la escritura. “Siempre he leído muchísimo y escribía poesía o teatro; me he presentado a un montón de concursos”, afirmaba, al tiempo que aseguraba que su carrera “está cumplida” en muchos puntos. Decidió dejar el derecho y dedicarse a la escritura, “que es una montaña rusa, pero es algo apasionante”.
Es por eso que, para ella, el galardón que entrega la Diputación de Alicante junto con la Editorial Planeta no es un premio cualquiera. Con él cierra una etapa e inicia otra. Este es su primer gran reconocimiento a nivel nacional, marcando un punto de inflexión en su carrera como escritora. Es, como ella describe, “un broche de oro al final de una etapa”, además de ser un inicio perfecto para esta nueva era de su vida y de su carrera, consolidándose como autora. “Es un premio que yo sigo desde que soñaba con ser escritora y que lleva el nombre de un escritor que forma parte de las lecturas de mi infancia, con una prosa que he admirado muchísimo”, confiesa.
La historia aborda las misiones pedagógicas que, al principio de la década de los años treinta del siglo pasado, llevaban la cultura a los pueblos recónditos de la España rural. Un tema que llamó su atención al ver un documental sobre el poeta Luis Cernuda, quien participó en estas misiones. “Es un autor que me encanta y, viendo un documental sobre su vida, comentaron su paso por las misiones; a mí me sonaba la historia de haber leído algo, pero no recordaba mucho, así que empecé a investigar”, recuerda la escritora. Lo que encontró entonces fueron unas imágenes fascinantes. “Me emocionaron muchísimo y quise escribir lo que expresaban los rostros de esas fotografías; hombres y mujeres de campo que veían por primera vez una película o asistían por primera vez a una representación de teatro”, describe.
La importancia de la cultura como un bien del espíritu
“Ha sido un viaje absolutamente fascinante investigar las misiones pedagógicas”, afirma la autora. Ese sentimiento le hizo frenar en seco el thriller que en ese momento tenía entre manos para comenzar a escribir este relato. “Inmediatamente lo aparqué porque quería contar la historia de esas fotografías”, confiesa. Así, según profundizaba, veía más testimonios de quienes iban a los pueblos a llevar la educación y la cultura, pero encontraba pocos testimonios de las gentes del campo, más allá de sus propios rostros. “Quería ponerles voz”, explica.
Desde 1931 a 1935, distintos grupos de jóvenes recorrieron el país divulgando la cultura en los pueblos más aislados de España. En ese contexto, la historia de este libro se ubica en 1935, con una joven que se une al teatro del pueblo y viaja con sus compañeros a un lugar perdido de Castilla, donde vivirá una gran historia de amor con un hombre medio salvaje que vive en el monte. “Una mujer que formaba parte de esos grupos de mujeres que estudiaron, iban a las tertulias y a los cafés, que había conocido otra vida”, explica López Barrios. “Grupos de gente que pensaban que España necesitaba educación y que al país le vendría la salvación a través de la formación y la cultura”, describe.
Es por eso que esta novela, además de contener una apasionante historia de amor que cuenta con su propia intrahistoria de sagas familiares, odio e intrigas, relata también la importancia de los libros, de la música del cine, del teatro, del arte. “De lo que nos hace sentir, de la huella y el poso que nos deja como seres humanos; la importancia de la cultura como un bien del espíritu, sin que tenga que servir a una utilidad”, destaca López Barrios. “Un relato que además narra la convivencia y el intercambio”, apunta. Y es que los misioneros cuentan que les enseñaban, pero también que aprendían del folclore de estas gentes de campo. “Incluso el dramaturgo Alejandro Casona, llegó a decir que nunca había aprendido tanto, ni del teatro”, apunta.
Cati Skalo, la joven protagonista, vive en una humilde casa en el pueblo al que va con su grupo, donde conoce a una viuda y también a sus hijos. “Vivirá una apasionante historia de amor, pero también verá venganzas y odios, propios de las sagas familiares de los pueblos”, explica la autora del libro. Ahí comienza la aventura, que le lleva no solo a desarrollar una fascinante historia en La tierra bajo tus pies, sino a involucrarse tanto en los personajes que estos le han dado pie a iniciar su próximo libro. “No es una saga, no tendrá nada que ver con este libro y estará ubicado en otra época, pero sí parte a raíz de los personajes de este libro”, adelanta la escritora.
“Normalmente, cuando termino, hay un periodo de duelo en el que me quedo como vacía, pero esta novela ha sido el detonante de otra; es la primera vez que me ocurre esto”, cuenta satisfecha, al tiempo que confiesa uno de sus sueños, que es la adaptación de alguna de sus historias al formato audiovisual. “Siempre coqueteo con el guion de cine; estoy dando clases de guion y pensando en escribir uno, así que las novelas que escribo también son muy cinematográficas; una adaptación sería un sueño”, asegura.
Cristina López Barrio desvela que le apetecía un seudónimo masculino. Es por eso que aprovechó y tomó el nombre de Leonardo, que es el padre de la protagonista. “Un personaje que me gustaba muchísimo y que inspira la siguiente novela”, apunta. Por otro lado, Valiente es el apellido del maestro del pueblo y, con él, quería hacer “un homenaje a los maestros que hicieron tanto por la educación en los pueblos de España”, destaca. Una tarea que no cabría hacer hoy en día gracias a todos los que ya lo hicieron. “La gran diferencia entre el campo y la ciudad era el aislamiento; hoy en día eso ha desaparecido, pero sí cabría una misión pedagógica adaptada al siglo XXI”, sentencia.