Hubo un tiempo en el que no le dabas el número de teléfono ni al vecino de abajo. Y, mucho menos, confiabas en un computador o en un sitio web para facilitar algo tan personal e inviolable como es tu contacto particular, tu nexo, con el mundo exterior. La intimidad y la inviolabilidad del individuo eran sagradas y pocos se aventuraban a esparcir su vida por la red. Pero, por poco tiempo… Esto, en el Año II d.C. -después de la covid-, ya era una quimera y los datos personales de los ciudadanos viajaban libres por la maraña de bits que poblaban el espacio digital, al alcance de cualquier depredador.
Los gobiernos no lo entendieron o no lo quisieron ver, o bien estaban ya atrapados en LaRed. Por ello, inventaron un concepto inocente: el “altruismo de datos”. Dijeron que fue para “apoyar la investigación, la atención sanitaria y la lucha contra el cambio climático”. La palabra mágica, “la lucha entra el cambio climático”, también entraba en este intercambio generoso y gratuito de privacidad que aprobó sin mayor discusión la Unión Europea por unanimidad de todos sus gobiernos e instituciones.
Los eurodiputados presionaron para aprovechar al máximo los datos disponibles voluntariamente para objetivos de interés general, como la investigación científica, la atención sanitaria, la lucha contra el cambio climático o la mejora de la movilidad. Los servicios de intercambio de datos de confianza, dijeron, serían más visibles y utilizarían un logotipo europeo común que certificara su cumplimiento de la normativa. El fin era que los datos privados de los ciudadanos europeos en poder de los organismos públicos pasaría a manos privadas, a empresas y multinacionales.
Los organismos del sector público tendrían que evitar crear derechos exclusivos para la reutilización de ciertos datos, y los acuerdos exclusivos deberían limitarse a un período de 12 meses para los nuevos contratos, y de dos años y medio para los existentes, para poner más datos a disposición de las PYME y las empresas emergentes.
“Nuestro objetivo con la DGA es sentar las bases de una economía de datos en la que las personas y las empresas puedan confiar. El intercambio de datos solo puede florecer si se garantiza la confianza y la equidad, estimulando nuevos modelos de negocio y la innovación social. La experiencia ha demostrado que la confianza, ya sea en la privacidad o en la confidencialidad de los datos empresariales valiosos, es una cuestión primordial”. En un mundo en el que el comercio digital de datos personales movía millones y cambiaba gobiernos, no se podía ser más naïf.
El Parlamento Europeo insistió en un alcance claro, asegurándose de que “el credo de confianza esté inscrito en el futuro de la economía de datos de Europa”, dijo la eurodiputada principal Angelika Niebler. Y así habló en el ágora de la democracia, consagrándola a la Inteligencia Artificial (IA) y a la física cuántica: ”Estamos al comienzo de la era de la IA y Europa necesitará cada vez más datos. Esta legislación debería facilitar y proteger la adopción de los ricos silos de datos repartidos por toda la UE. La revolución de los datos no esperará a Europa. Tenemos que actuar ahora si las empresas digitales europeas quieren tener un lugar entre los principales innovadores digitales del mundo”.
Acababa de nacer el germen de lo que se dio en llamar la Revolución del Intercambio de Datos o Data Exenge Revolution, la temida DER. El texto fue aprobado por el Parlamento por 501 votos contra 12, y 40 abstenciones. La adopción formal por el Consejo no ser haría de esperar, sin discusión alguna, sumidos como estaban los 27 Estados del TerritorioEuropa en el advenimiento de la mayor crisis del siglo y de la Cuarta Revolución Industrial.
-¿Lo viste David? Te he pasado el DOC-110722. “La cantidad de datos generados por los organismos públicos, las empresas y los ciudadanos se multiplicaría por cinco entre 2018 y 2025. Estas nuevas normas permitirían utilizar los datos, allanando el camino para que los espacios de datos sectoriales europeos beneficiaran a la sociedad, los ciudadanos y las empresas”. Eso dice.
-Lo tengo. Hoy el chip funciona perfectamente. Veremos qué pasa cuando viajes al TerritorioJoseon, en pleno conflicto del IndoPacífico. En esa zona se adelantaron al secuestro de la privacidad de los ciudadanos mucho antes de entrar en el siglo XXI. Por eso fueron los primeros que se levantaron con una contrarrevolución contra la DER y el intercambio universal de datos.