VALÈNCIA. Decía Daniel Suanchez, CEO y fundador de Zapiens, que cada vez que oía a algún emprendedor jactarse de haber levantado una ronda de no sé cuántos millones de euros la respuesta que le venía siempre a la mente era la misma: “pues nada, a ver ahora si levantas la empresa”.
A nadie hay que explicar que existen proyectos que, por sus tiempos de desarrollo y complejidad, exigen más capital que otros para su puesta en funcionamiento. Pero lo cierto es que son menos que más, al contrario de lo que sucede con las startups que se plantean pedir dinero desde el minuto cero.
Sin embargo, plantearse desde el principio una ronda como objetivo y mecanismo de financiación alternativo a la rentabilidad a través de las ventas, empieza ya a estar mal visto entre muchos emprendedores. “Se puede montar una empresa con 3.000 euros y facturar 235 millones”, es el título que dice Ricardo Fernández Flores que elegiría si tuviese que escribir un artículo sobre Destinia, la agencia de viajes online de la que es director general.
Destinia se ha convertido en una historia de éxito desde que hace 22 años la fundaran en Madrid el egipcio Amuda Goueli y el músico australiano Ian Webber. Ambos llegaron como migrantes en busca de trabajo, pero pronto decidieron sumarse a la ola de las punto.com y crear su propio negocio en internet. Al margen de los 3.000 euros que entonces se exigían para constituir una Sociedad Limitada, no han permitido la entrada en la compañía de otro capital que no fuese el de las ventas, salvo algún ICO solicitado en tiempos de pandemia. Hoy disponen de una plantilla que ronda las 250 personas, venden en 95 países y esperan cerrar el año con una facturación de entre 230 y 235 millones de euros.
No son los únicos que huyen de los inversores. Metricool ha conseguido con su herramienta de gestión de redes sociales y publicidad en línea web y móvil alcanzar una facturación de 9.6 millones de euros, que son las previsiones para el cierre del ejercicio en curso. Ello implica el doble de facturación que el año pasado y un crecimiento en su ARR (ingresos anuales recurrentes) del 110%.
Fundada en el año 2016 por Juan Pablo Tejela Alonso y su mujer, Laura Montells, antes de animarse ambos a abandonar su puesto de trabajo como ingenieros informáticos, deciden que sea solo Tejela quien se dedique a full al desarrollo de la idea y del negocio. Para arrancarlo y poder subsistir durante los primeros meses, reúnen 50.000 euros de recursos propios y familiares y otros 50.000 procedentes de un crédito participativo de Enisa. Punto, porque no han vuelto a pedir dinero. Aunque el año pasado vendiesen una participación minoritaria a un fondo de inversión (Axon), Metricool no se financió con ese dinero.Ahora son 65 las personas que integran el equipo.
Una de las voces más críticas con los emprendedores ronderos y los que sueñan con levantar inversión desde que tienen el Producto Mínimo Viable es Víctor Mayoral, ahora al frente de Acceleration Robotics. Aquí desarrollan semiconductores para robótica y crear robots que puedan moverse y comunicarse entre ellos de forma mucho más rápida de lo que lo hacen las neuronas humanas.
No es que Mayoral desconozca las dos caras de la moneda. Además de haber invertido en una empresa alemana, de los cinco proyectos que ha montado hasta ahora, en tres de ellos recurrió a capital externo. Sabe pues lo que es lidiar con gente sentada a un consejo de administración sin tener ni idea de lo que se está hablando y lo que es salir a la calle a vender un modelo de negocio que, a su juicio, solo puede validar el mercado.
Sus proyectos, todos de base tecnológica, deben encajar bien en los parámetros de los inversores, porque no es él quien sale a buscarlos, sino a la inversa, y eso que es habitual oír a los inversores lamentar la falta de tiempo para poder analizar y atender la inmensa cantidad de propuestas que les llegan. “Yo no tengo intención de ser empresario y, menos aún, eso que llaman emprendedor serial. Me limito a involucrarme en proyectos que creo que pueden aportar valor a la sociedad y que me interesan intelectualmente. Si por mi familia fuese, estaría jubilado desde los 26 años, que es cuando vendí mi primera empresa por varios millones”.
Otra matización que hace Mayoral es que el ecosistema es sectorial. Quiere esto decir que cada cual entiende de lo que hace, robótica, inteligencia artificial y algo de ciberseguridad, en su caso “pero de nada más. No me hables de criptodivisas o de software de recursos humanos porque no tengo ni idea”. Esta falta de especialización en un área de determinada es algo que echa de menos en los fondos de inversión locales, algo que no sucede en Estados Unidos donde suelen tener portfolios especializados.
También es partidario de fomentar el apoyo entre emprendedores que han pasado por situaciones parecidas a las suyas. En cualquier caso, si el objetivo que te marcas desde el principio es montar una empresa rentable validada por el mercado y sustentada por la caja, mejor que mejor, algo que Mayoral ya ha conseguido con Acceleration Robotics y con la intención de mantenerse así.