CASTELLÓ. A menudo pensamos que para vivir auténticas aventuras es necesario recurrir a películas de acción o novelas trepidantes, que nosotros nunca podremos ser los protagonistas de esas peripecias que parecen tan alejadas de nuestro día a día. Sin embargo, personas como Víctor Elizalde López (Grau de Castelló, 19 de febrero de 1974) se encargan de demostrar lo contrario.
Este grauero, a sus 50 años recién cumplidos, va a emprender a partir de este sábado 27 de abril una insólita travesía que solo ha pasado por su cabeza: recorrer a pie en unos 40 días los cerca de 1200 kilómetros que separan el faro del Grau de Castellón y el emblemático faro de Finisterre. “En mi vida he hecho nada parecido, ni se me había pasado por la cabeza”, reconoce Víctor, que añade que está seguro de que nadie ha recorrido el Camino de Santiago de esa forma antes.
El origen de esta osada idea es cuanto menos llamativo. “Me apunté a la Marató i Mitja y empecé a prepararme en serio, pero no me tocó el sorteo y estaba muy cabreado, así que decidí irme”. Así, sin más, como si fuera la ocurrencia más normal del mundo, la explica un Víctor que asegura no poder esperar para dar inicio a su viaje. “Si fuera por mí, me iría ya”, exclama impaciente.
Ese “si fuera por mí” se debe a que Víctor no va a estar solo en su particular camino. Nadie le acompañará físicamente, pero la originalidad y valentía de su reto han atraído numerosos colaboradores en forma de comercios que le van a proporcionar el material necesario.
Además, ha creado un crowdfunding y todo el dinero obtenido se destinará a la Fundación Antonio Cabré, que lleva a cabo un proyecto educativo en Senegal y apoya la investigación del cáncer infantil, y a Asolecas, Asociación Contra la leucemia de Castellón. Antes si quiera de que de comienzo la aventura ya se han recaudado 370 euros para apoyar ambas causas.
Para inmortalizar sus hazañas y compartirlas con todo el que las quiera conocer, se ha abierto un canal de Youtube, uno de Twitch, una cuenta Instagram y una de Tik Tok. Todo un despliegue de medios que Víctor, según él un hombre poco acostumbrado a las cámaras, lleva a cabo con la intención de que el mayor número de gente posible apoye a las dos mencionadas fundaciones.
“Llevo una minicámara para hacer directos, y grabaré todas las salidas y las llegadas. Todo esto me da faena. Esto de las entrevistas y de los vídeos me da vergüenza, no está hecho para mí, pero, por estas dos fundaciones, lo que haga falta. Para mí ellos son los protagonistas”, admite.
Para cumplir con su objetivo, Víctor debe recorrer una media de 30 kilómetros diarios. La fecha marcada en rojo es el 5 de junio, 38 días después de la salida, ya que será cuando despegue el vuelo de vuelta para el que ya tiene su billete comprado. Eso sí, si por cualquier imprevisto no logra llegar a tiempo, tiene claro que perderá el avión y volverá más adelante: “Si he tenido problemas y no he llegado, perderé el avión, si me cuesta 50 días pues 50 días, ya me buscaré la vida”.
Dure lo que dure la aventura, su única compañera de viaje será su mochila. Llevará un par de mudas, un par de zapatillas, un saco de dormir, una esterilla, una tienda de campaña y poca cosa más. En total, calcula que pesará entre ocho y nueve kilos. La tienda de campaña le ofrece la libertad de poder pasar las noches donde más le convenga. Si quiere caminar más de lo marcado, lo puede hacer. Si quiere parar un poco antes, también.
Únicamente tiene las paradas planificadas hasta salir de la provincia de Castellón. La primera será en Benlloch, tras 36 kilómetros. La segunda en la Ermita del Pilar, en Catí, 42 kilómetros más adelante. Dos rutas potentes para empezar, explica Víctor entre risas.
Desde hace unas dos décadas Elizalde trabaja como estibador en el puerto del Grau, por lo que va a aprovechar sus vacaciones para pasar del mar a la montaña. Para prepararse (en principio para la MiM, después para el camino), asegura que lleva un año yendo al gimnasio a las cinco de la mañana casi todos los días con dos compañeros de trabajo, aunque dice que no le gusta demasiado.
Prefiere salir por la montaña, donde últimamente acude con una garrafa de ocho litros en la mochila para hacer 15 o 20 kilómetros casi todos los días. “Algún fin de semana he llegado a hacer 60 o 70 kilómetros, pero claro, siempre he dormido en casa”, añade.
Asegura haberse preparado adecuadamente para el reto que tiene por delante, y la impaciencia parece volver a devorarlo cuando recuerda: “El sábado a las 06:00 de la mañana, puntual, empezaré a caminar”. Y bromea: “Parece ser que va a venir gente a ver la salida. Yo me quedaría durmiendo en casa, pero todo se agradece”.
"Mi familia y amigos me han dicho que estoy destorbat, y tienen razón", indica. Ahora se trata de que este destorbat alcance su meta de llegar al faro de Fisterra, y que por el camino consiga recaudar la mayor cantidad posible para la fundación Antonio Cabré y para Asolecas.