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EDUCACION Y PATRIMONIO 

De mosaicos y cartones: aprendernos a través del patrimonio

21/07/2024 - 

VALÈNCIA. En este mundo de datos a raudales, sigue siendo la docencia la guía necesaria para ordenar toda la información que nos llega, a través de canales (ya no tan nuevos) como pueden ser la red. Aquellos espacios donde aprendíamos, sin contar con las escuelas, ya no son los mismos. Aprendemos a hacer pan con videotutoriales y no porque veamos a la abuela hacerlo en casa. Muchos conocimientos se están quedando descontextualizados porque se han roto los enlaces entre los individuos y sus entornos, además de la creciente departamentalización de los saberes, que nos hace especialistas, pero sin visión global.

El patrimonio cultural no se libra de esa situación. Buena cuenta de ello se da en el desarrollo del Plan Nacional de Educación y Patrimonio, aprobado en 2013 por el Ministerio de Cultura. En este texto se deja ver la necesidad de emprender acciones a distintos niveles para ir superándola desconexión entre la realidad actual y el legado patrimonial, junto a la necesidad de una mínima coordinación entre los ámbitos educativos formales (escuelas), no formales (museos, instituciones culturales) e informales (medios de comunicación, divulgación). A pesar de que las nociones sobre el patrimonio se hallan presentes en los currículums oficiales, estas no se ven adecuadamente implementadas. Por ello, las administraciones públicas, que cuentan con limitados recursos materiales y humanos para el fructífero desarrollo de estos grandes planes, se ven respaldadas por un sector privado que, a la vez de intervenir en el patrimonio cultural, gestiona su salvaguarda.

ARAE nació hace dos décadas como un estudio de arquitectura especializado en intervención en patrimonio construido. Sumando esa experiencia e identificando las nuevas necesidades sociales, apostaron por integrar en aquellos proyectos que desarrollan la línea de divulgación y educación patrimonial, siguiendo los preceptos del conocido como Convenio de Faro sobre el valor del patrimonio para la sociedad (2005). Este convenio centra el foco en la participación de las comunidades y la integración del patrimonio en el día a día. En palabras de Ángela López, arquitecta y coordinadora del plan didáctico de ARAE, la educación patrimonial se orienta a que la ciudadanía se apropie simbólicamente de los valores del patrimonio cultural que les rodea. Siendo así, se democratiza el acceso y conocimiento sobre el legado histórico y los y las ciudadanas se convierten en tutores o curadores de sus valores intrínsecos, haciendo práctico y actual el significado de los bienes culturales.

Foto: ARAE.

Xavier Laumain y la misma Ángela llevan a cabo los diferentes talleres que organizan para concejalías, centros educativos o asociaciones de más allá del territorio valenciano, junto con el personal que forman los equipos técnicos que intervienen en el patrimonio construido. De esta forma, los mismos profesionales que trabajan en las restauraciones desarrollan también las tareas didácticas. Ellos mismos definen sus propuestas como espacios de encuentro y diálogo intergeneracionales, promoviendo la cohesión social, la identidad, la memoria colectiva y apostando por la continuidad del conocimiento. El proceso educativo, por tanto, amplía la responsabilidad social hacia el medio en el que vivimos hoy en día. 

Impulsado por la Fundación BBVA como uno de los trabajos más interesantes, completos e innovadores en la categoría de Ingenierías y Arquitectura, el taller sobre construcciones defensivas con cartón reciclado les abrió la puerta a nivel nacional, trabajando las fortalezas en poblaciones españolas, traspasando fronteras sociales sobre los barrios empobrecidos gracias al juego en torno al patrimonio.

Foto: ARAE.

Siguiendo con el patrimonio inmueble (el que no se puede mover del sitio, como un castillo), también han desarrollado propuestas con arquitectura más local y propia, como las barracas valencianas. A pesar de transmitir el pesar colectivo de la decadencia, abandono y desaparición de prácticamente la totalidad de la construcción agrícola valenciana por excelencia, se logra despertar al participante (de todas las edades) la curiosidad de conocer más sobre ellas, y experimentando con materiales con los que nunca habían trabajado. Otras arquitecturas vernáculas que han trabajado han sido los molinos hidráulicos o incluso los riuraus, llevados a cabo durante jornadas festivas en torno a la escaldà de la pansa. Partiendo de estas propuestas reconocemos el concepto de patrimonio que sustentan desde ARAE, que va más allá de las propias edificaciones contando también con los procesos, las técnicas, los saberes tradicionales; aquello que se conoce como el patrimonio vivo, inmaterial, que se fundamenta en la etnología. 

Si decimos “Nolla” es cuando fácilmente reconocemos uno de los trabajos que más define a ARAE. Su intervención en un edificio patrimonial (el Palauet Nolla de Meliana) les supuso un premio internacional de patrimonio en 2012, otorgado por Europa Nostra, reconociendo la profundidad, el interés y el cuidado aplicados a la investigación previa a la restauración del Palau de Nolla, un monumento que está lleno de significado e importancia histórica, como testigo de la producción de cerámica española durante el siglo XIX. Debido a este trabajo y su amplia puesta en valor, gracias también a los talleres educativos, la cerámica Nolla se ha convertido en todo un emblema local y en todo un orgullo para quien la conserva en su vivienda y tiene el placer de caminar sobre ella, dispuesta en sus múltiples formas en mosaico. 

De interpretar a comprender, y de la comprensión al conocimiento, pasamos a identificarnos con nuestro capital simbólico y cultural, y por ende, consolidamos el aprecio hacia el patrimonio. Y es, gracias a la identificación, al aprecio y las reacciones emocionales que se generan, cuando se asegura el mantenimiento del patrimonio cultural. Aquello que se estima, se conserva y se lega a las generaciones futuras. Ser capaces de enseñar y de compartir el conocimiento es algo extraordinario, y si hay algo maravilloso en aquello que aprendemos, es que nadie podrá arrebatárnoslo (B.B. King dixit).

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