CASTELLÓN. Nada más hacerse oficial la compra de las acciones de la empresa que representaba José Miguel Garrido, Vicente Montesinos aseguró que su objetivo era regresar a un proyecto sostenido en el "ADN albinegro", como eje vertebrador del mismo.
Hoy en día los clubes intentan construir su propio relato, a ser posible con un eslogan original que permita enganchar y atraer clientes, y eso lo saben bien en el grupo de trabajo del presidente. La exitosa campaña de abonos Centuriones es un claro ejemplo.
El ADN puede ser aquello que no tenía Garrido, ni su proyecto. Tenía dinero para invertir, pagar la deuda con Hacienda y hasta para despachar a la plantilla del ascenso. Tenía una idea clara de desarrollo del mismo, unos plazos de ejecución y un objetivo final. Pero claro, el ex máximo accionista del club ni es de aquí, ni nadie recuerda haberlo visto por Castalia anteriormente. No hace falta echar la vista atrás y comprobar cómo acabó ese proyecto. Resultó un fracaso rotundo en el capitulo deportivo, si nos atenemos a las promesas iniciales.
Fracaso de Garrido, que eliminó de un plumazo todo lo que olía a ascenso. Y de aquellos que trajeron a Garrido pensando que iban a seguir dirigiendo la nave con el dinero de un tercero. Ciencia ficción.
Montesinos, Pablo, Dealbert y compañía son de aquí. Viven aquí. Con todo lo que ello supone en la asunción de responsabilidades. Las palmaditas en la espalda son siempre bienvenidas, pero cuando vienen los malos momentos, no queda otra que apechugar. Y dar la cara, día si, día también. En los medios, en la calle, donde sea.
Si eso es ADN albinegro, lo tienen.
Pero han insistido este verano en que sí es posible tener un equipo competitivo en esta categoría y con gente de aquí. Con ADN. Se ha intentado pero no es tan fácil. ¿Por qué? Pues porque cualquier futbolista profesional tiene unos intereses deportivos y económicos que suelen estar por delante de lo estrictamente sentimental. Los representantes suelen diferenciar entre lo que a uno le gustaría y lo que de verdad le interesa para su desarrollo profesional. Pocos futbolistas que no estén en la etapa final de su carrera, renuncian a un estatus o a un contrato por jugar en el equipo de su pueblo. Y es lícito y hasta aconsejable.
Con todo esto quiero decir: ¿qué es el ADN albinegro? Pues pienso que es el deseo de poder reunir a un grupo de profesionales comprometidos, implicados en el día a día del club y, sobre todo, cuanta más calidad tengan, mejor. Que sean capaces de conectar de nuevo con la grada, que sueñen con hacer historia en el CD Castellón y defiendan esa camiseta lo mejor posible, como otros lo hicieron anteriormente.
Estamos hablando de cariño y respeto a una institución casi centenaria. Muchos de los ex jugadores albinegros a los que admiro han tenido algún desencuentro con el club en su carrera profesional o han salido buscando mejorar. Incluso algunos, no son nacidos en Castellón. ¿Qué más da? Han dejado huella en la afición.
Pongamos un ejemplo, volviendo al presente y a uno de los últimos en llegar. Cesar Díaz. ¿Tiene ADN? No lo sé, pero es un muy buen jugador, fue clave en la permanencia con sus goles y ha renunciado a ofertas mejores económicamente por jugar aquí. En el CD Castellón. ¿Que más le puedo pedir como aficionado? Que siga igual. Aunque sea manchego.