CASTELLÓ. Las aguas se han agitado considerablemente en el entorno del Tenerife, próximo rival del Castellón. Y es que el domingo llega a Castalia un equipo que vive una crisis deportiva e institucional que puede tener consecuencias importantes para el futuro de la entidad después de que su afición se haya movilizado multitudinariamente contra su modelo de gestión.
A la cabeza del club figura un ex dirigente albinegro, José Miguel Garrido, quien lleva un año y medio como máximo accionista de la entidad chicharrera. Al madrileño le acompaña su inseparable Juan Guerrero, el hombre que había sido traído por Garrido para ejercer como director deportivo del Castellón y que ahora ocupa una función parecida en el Tenerife.
El pasado domingo, varios miles de personas se manifestaron en las cercanías del Heliodoro Rodríguez López exigiendo la salida del inversor a los gritos de “Garrido vete ya” y “Nuestro escudo se respeta”.
La razón de este clamor es la planificación de la temporada, considerada fallida por un amplio sector de la afición tinerfeñista, y los resultados negativos que está generando en este arranque de temporada, donde el equipo aparece como colista de la clasificación tras sumar dos puntos de 18 posibles. Hasta el Cabildo Insular de Tenerife ha pedido públicamente la marcha del madrileño. Éste ha reconocido su disposición a estudiar ofertas para vender sus acciones.
El pésimo arranque de competición le ha costado el puesto en el banquillo a otro ex albinegro, Óscar Cano, apuesta de Garrido para este curso y cuya llegada no generó gran entusiasmo entre la afición chicharrera.
El periplo del granadino en el Tenerife ha sido de apenas cinco partidos, ya que fue destituido el 15 de septiembre, convirtiéndose en el primer técnico de Segunda en ser despedido en la Liga Hypermotion. Su puesto lo ocupa ahora otro hombre como pasado orellut, Pepe Mel.
El nuevo inquilino del banquillo debutó el pasado fin de semana con un empate en casa frente al Sporting de Gijón y este domingo visita un campo que conoce bien, ya que en Castalia vivió algunos de los mejores momentos de su carrera en la temporada 1988/89, la del último ascenso del Castellón a Primera División. En esa campaña fue segundo máximo goleador de la Liga con 21 tantos.
Mel llega a este partido en unas circunstancias complicadas, lo que tratará de aprovechar el Castellón para sumar su primer triunfo del curso en casa. Sin embargo, esta crisis no garantiza nada, ya que las urgencias chicharreras por estrenar su cuenta de victorias esta temporada pueden suponer un peligro añadido para los albinegros.
Sea como fuere, Dick Schreuder ya lo dejó claro en una de sus últimas ruedas de prensa: “Todos los partidos son finales para nosotros. No cambiaremos nuestra filosofía ante ningún rival”.