CASTELLÓ. Entre el 30 y el 60% de los niños en edad escolar puede sufrir algún episodio de cefaleas, una patología que deriva en muchos casos en absentismo escolar y en una preocupación para muchos padres, que no dudan en una visita obligada al pediatra.
El estrés infantil es una realidad ya que el ritmo acelerado impuesto por la sociedad también afecta a los más pequeños. Tal como explica el doctor Javier Miranda, responsable de la unidad de pediatría de los Hospitales Vithas Nisa Virgen del Consuelo y 9 de Octubre de Valencia, y Rey Don Jaime de Castellón, “el cortisol que es la hormona responsable de activar nuestro centro de alarma y atención, desencadena una reacción ante posibles peligros, pero el problema del estrés propiamente valorado como enfermedad surge cuando estos niveles de cortisol permanecen en auge durante más tiempo del que dura esa actividad o situación que lo provoca”.
Esto puede derivar en cefaleas tensionales, también denominadas psicógenas, que es un trastorno frecuente y un síntoma muy común en pediatría. “El estrés favorece un exceso de tensión en los músculos de la cabeza o sus alrededores, lo que provoca y da nombre a las cefaleas tensionales”, agrega el especialista.
Durante la etapa escolar, más del 75% de los niños sufre algún episodio de este tipo. Según el doctor Miranda, “los datos clínicos y la exploración física del niño ayudan a distinguir entre episodios de cefalea primaria y secundaria. Las cefaleas primarias son una de las principales causas de enfermedad crónica pediátrica, y en este tipo el dolor de cabeza es el único o principal síntoma de la enfermedad, es decir, no hay datos que indiquen que el dolor sea provocado por otra enfermedad. A este grupo pertenecen la gran mayoría de los dolores de cabeza, entre ellos la cefalea de tensión. En cambio, en las secundarias, que son muy poco frecuentes, el dolor de cabeza es un síntoma de otra enfermedad como una infección, una sinusitis, una meningitis, un tumor o una hemorragia cerebral”.
Las cefaleas tensionales son las más habituales y se producen sobre todo a causa de la falta de sueño, problemas familiares o problemas en el colegio. Según el pediatra de Vithas, “los factores desencadenantes suelen ser psicógenos: situaciones escolares, problemas sociales, estrés familiar, etcétera. Aunque el neuropediatra generalmente aborda el diagnóstico con la exploración física y la anamnesis, es decir con el conjunto de datos que se recogen en la historia clínica de un paciente con un objetivo diagnóstico, es habitual la realización de exploraciones complementarias dada la enorme ansiedad que genera en los padres la frecuencia de los episodios”.
Se caracteriza por una cefalea opresiva, prolongada, bilateral, que no se acompaña de focalidad neurológica ni sintomatología digestiva, y que tampoco repercute en el sueño, una vez iniciado. “El niño se queja de dolor de cabeza, normalmente leve o moderado, que suele afectar a ambos lados de la cabeza, sobre todo, en la frente, y es un dolor continuado como si le estuviese apretando la cabeza; además, cabe recalcar que no suele ir acompañado de vómitos o nauseas, ni suele molestar el ruido ni la luz y suele desaparecer con analgesia”, detalla el doctor Javier Miranda.
Aparece con mayor frecuencia en el adolescente de sexo femenino. En la mayor parte de los casos, una historia clínica minuciosa y un examen neurológico van a aportar un diagnóstico preciso. “La realización de exploraciones complementarias se hace atendiendo a la periodicidad de la cefalea o a la presencia de signos de organicidad, es decir cuando se supone que la causa es orgánica o física”.
El doctor Miranda recalca “la importancia de realizar ejercicios de estiramientos musculares, recurrir a los masajes terapéuticos cuando sea necesario, hacer deporte, especialmente los de fondo, como natación, correr o simplemente pasear por espacios naturales; realizar ejercicios de relajación; no acostarse recién cenado, no utilizar móvil u ordenador tres horas antes de acostarse -pues la higiene del sueño es un aspecto fundamental a tener en cuenta- y evitar todas las situaciones que puedan generar en exceso estrés y preocupación en los niños”.