CASTELLÓ. La felicidad del Castellón por su regreso al fútbol profesional ha sido efímera después de que el lunes se consumara su descenso a la Primera RFEF.
El club orellut, que luchó durante muchos años por recuperar un sitio en la segunda categoría del fútbol español, ha durado apenas diez meses en estos niveles.
Algunas de las claves de esta caída hay que buscarlas en los límites presupuestarios que ha impuesto la Liga y los del propio club, que sigue sin estar saneado tras los agujeros perpetrados por anteriores gestores. Estas circunstancias han dificultado la construcción de un equipo que pudiera competir con garantías en la Liga Smartbank.
Sin embargo, no todos los males del equipo hay que atribuirlos a la escasez de dinero. Esta campaña, que finaliza el domingo con el intrascendente partido frente al Málaga, también ha estado marcada por los desaciertos cometidos antes y durante la temporada.
Y es que la Liga se cierra con la sensación de que los albinegros habrían podido optimizar mejor esa escasez de recursos. Su fallida planificación en verano marcó el desarrollo de una temporada en la que tampoco hubo acierto en las decisiones que se fueron tomando sobre la marcha.
El Castellón inició el campeonato con trece novedades en su plantilla. Las caras nuevas fueron Whalley, Marc Mateu, Señé, Gus Ledes, Arturo, Indias, Zlatanovic, Fidalgo, Guillem Jaime, Jordi Sánchez, Jesús Carrillo, Alejandro Marcos y Paolo Fernandes. Salvo alguna excepción, estas incorporaciones no marcaron verdaderas diferencias en el grupo, lo que convirtió al Castellón en un equipo de nivel no muy superior al que compitió la temporada anterior en Segunda B.
Algunos de estos futbolistas, inexpertos en la categoría, no tuvieron sitio en la plantilla y buscaron minutos en Segunda B durante el mercado de invierno. Otros decidieron aceptar su ostracismo y permanecer en el equipo.
Hubo mucha cantidad y poca calidad en una plantilla a la que le habrían bastado cuatro o cinco refuerzos importantes para dar un salto cualitativo, y no agotar el tope salarial con 13 futbolistas, muchos de dudosa calidad para la Segunda División.
Las correcciones que adoptó el club en invierno tampoco solucionaron nada. El Castellón incorporó a Javi Moyano, Rene Krhin, Jonathan Soriano y Yann Bodiger. De todos ellos, solo el último, cedido por el Cádiz, ha sido importante para el conjunto albinegro. Los demás, que llegaban libres tras quedarse sin equipo, han aportado poco o nada.
El club ha contado con tres entrenadores esta temporada. Óscar Cano, artífice del ascenso, ha pecado de haber querido proponer un fútbol poco apropiado para un equipo de sus limitaciones. Su juego combinativo ha sido un terreno fértil para sus rivales, que no dudaban en presionar las salidas de balón para robar en zonas peligrosas y marcar goles decisivos. Esta situación se repitió una y otra vez sin que el granadino supiera ponerle freno.
Su sustituto, Juan Carlos Garrido, ha sido el polo opuesto y ha acabado siendo más un problema que una solución. Con un fútbol ultradefensivo, basó todo en mantener la portería a cero como sea y aprovechar al máximo sus pocas llegadas a puerta, quedando siempre a merced del rival. El plan le salió bien durante varios partidos, pero esa tendencia no podía durar.
Cuando llegó el momento de la resolución y el Castellón tenía que ir a por los partidos -no lo hizo contra un Tenerife en inferioridad y contra un Logroñés al que podía haber dejado herido de muerte-, el equipo no supo competir. La mala gestión de grupo del valenciano provocó una fractura en el vestuario que llevó a la destitución del técnico, en otra decisión discutible, por tardía.
El Castellón fichó a Sergi Escobar para los dos últimos partidos en busca de un milagro curativo. El almassorense solo dispuso de una sesión de trabajo para cambiar la cara de los orelluts con vistas a la finalísima frente al Rayo Vallecano y poco pudo hacer para levantar a un equipo en estado crítico.
Escobar mantendrá el timón de la nave la próxima temporada, ya en la Primera RFEF, y con el objetivo de recuperar un lugar en el fútbol profesional lo antes posible.