CASTELLÓN. El Millars, a su paso por los términos municipales de Almassora, Burriana y Vila-real, vuelve a ser un río auténtico "lleno de vida" gracias a las lluvias de octubre y a las últimas de estos días. Las frecuentes precipitaciones han llevado a que los embalses de cabecera del río (Arenòs y Sitjar) hayan llegado al límite de su capacidad de almacenamiento, motivo por el cual la Confederación Hidrográfica del Júcar está llevando a cabo desembalses técnicos, han señalado Fuentes del Consorcio de la desembocadura. Todo ello provoca que el caudal del Millars a su paso por el Paisaje Protegido de la Desembocadura mantenga desde hace casi un mes un caudal de agua permanente y considerable.
Esta situación extraordinaria no se producía desde hace más de un año, ya que lo más habitual es contemplar los últimos 10 kilómetros del río con un caudal intermitente, principalmente desde el pantano de Santa Quitèria hasta la depuradora de Almassora, desde donde se vierten las aguas limpias al cauce del río . De allí hasta el Mediterráneo, el Millars vuelve a tener un caudal mínimo de agua y normalmente es frecuente ver seca y sin una gota de agua su confluencia con la Rambla de la Viuda o el azud de Burriana, también conocido como de les Revalladores.
La gola sur del río, ubicada en los términos municipales de Burriana y Almassora también se encuentra abierta al Mediterráneo desde hace más de 1 mes. Esto ha provocado cambios importantes en las condiciones ecológicas del río, como por ejemplo que especies de peces como las lisas o las lubinas estén penetrando más de un kilómetro río arriba de la desembocadura.
Otra circunstancia que puede favorecer considerablemente la biodiversidad del Paisaje protegido de la desembocadura es la entrada de angulas, los alevines de las anguilas (Anguilla anguilla), desde el Mediterráneo hacia la gola sur aprovechando que el río y el mar están conectados. Las anguilas viven en los ríos y desovan y mueren en el mar de los Sargazos, una región del Océano Atlántico norteamericano. A partir de ese momento, millones de larvas nacidas de los huevos de las anguilas inician un extraordinario viaje transoceánico de más de 6.000 kilómetros hasta llegar a los ríos mediterráneos como el Millars. La llegada de las angulas se inicia en octubre y finaliza hacia la primavera, pero desgraciadamente muchos años las angulas encuentran cerrada la desembocadura del Millars porque el río baja sin agua, han señalado desde el Consorcio.
Además, en los últimos años se ha descubierto otra circunstancia importante cuando el río lleva agua: la presencia continua de nutrias (Lutra lutra) desde la salida del embalse de Sitjar hasta prácticamente la desembocadura. También estos días ha aumentado considerablemente la presencia de rapaces y de aves acuáticas, como varias especies de patos, pollas de agua (Gallinula chloropus), fochas comunes (Fulica atra) y cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), entre otros.