CASTELLÓ (EP). Un grupo de investigación del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal (IATS), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha demostrado que el principal parásito que afecta a la dorada de acuicultura en el Mediterráneo y provoca graves pérdidas económicas se alimenta de su sangre y depende de ella para su supervivencia.
El estudio describe las adaptaciones morfológicas bucales y digestivas del parásito para esta alimentación, así como los efectos sobre la salud del pez. La investigación se ha publicado en una de las revistas más relevantes en ciencias biológicas y la ecología, Proceedings of the Royal Society of London B.
A pesar del grave impacto que supone el parásito Sparicotyle chrysophrii sobre la salud, el bienestar y el cultivo de la dorada (Sparus aurata) en las granjas del Mediterráneo, hasta la fecha sólo se sabía que este gusano infectaba sus branquias, provocando anemia en los peces afectados. Se había asumido su alimentación a base de sangre (hematofagia), una estrategia evolutiva muy rentable y efectiva, ya que la sangre es una rica fuente de nutrientes para el crecimiento y la reproducción de los parásitos.
En colaboración con el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universitat de València, el estudio realizado por el Grupo de Patología de Peces del IATS-CSIC revela la disposición y la morfología especializada del aparato bucal del parásito para la succión de sangre, así como la presencia de depósitos residuales de componentes de la sangre en sus células digestivas. Mediante espectroscopía de dispersión de rayos X se ha comprobado que estas sustancias están compuestas principalmente de hierro.
Para demostrar la naturaleza hematófaga de S. chrysophrii, los investigadores tomaron imágenes de parásitos vivos con sangre en el tracto digestivo en los que se detectó la presencia de hemoglobina de la dorada en el gusano. "Se analizaron cortes histológicos del parásito y se detectaron depósitos de hierro a lo largo de su cuerpo, lo que sugiere que los componentes de la sangre podrían servir para fines reproductivos como la formación de huevos o la embriogénesis", ha explicado Ariadna Sitjà, profesora de investigación del CSIC autora responsable del estudio.
Para estimar la cantidad de sangre ingerida al día por los parásitos adultos se inyectaron microesferas fluorescentes en el torrente sanguíneo de los peces infectados y se recolectaron los parásitos de sus branquias, cuantificando las microesferas presentes en los parásitos. Se concluye así que el volumen medio de ingesta diaria de sangre por un parásito adulto es de aproximadamente 2,84 microlitros.
Además, "los resultados indican que el parásito no ingiere las células sanguíneas enteras, sino que las rompe primero y luego succiona la sangre de su interior", ha descrito Oswaldo Palenzuela, investigador del CSIC autor del estudio. "Posteriormente, las células digestivas del parásito se encargan de procesar la hemoglobina y, dado que es una sustancia altamente tóxica, se acumula en forma de cristales que el parásito elimina mediante regurgitación", ha apuntado Enrique Riera, doctorando del trabajo que forma parte de su tesis doctoral.
Los resultados demuestran que, para doradas de talla pequeña (30 gramos) recién introducidas en la fase de engorde las cargas parasitarias elevadas pueden provocar una pérdida diaria de sangre de hasta el 30 por ciento de su volumen total, suponiendo un "grave" riesgo para su salud. En cambio, para peces que ya han alcanzado la talla comercial (350 gramos), la misma carga parasitaria supondría una pérdida diaria de sangre de sólo el 3% de su volumen total, con el consiguiente menor riesgo para su salud, pero podrían actuar como reservorios asintomáticos del parásito.
"Los resultados obtenidos conducen a plantear estrategias más seguras y sostenibles en las granjas, evitando que diferentes generaciones cohabiten en una misma instalación, previniendo que los peces mayores introducidos el año anterior en las jaulas infecten a los juveniles recién introducidos", ha avanzado Itziar Estensoro, investigadora del CSIC autora del estudio.
Por otra parte, "la disminución del hierro y la hemoglobina en los peces lleva a plantear futuros estudios en los que se determinen los requerimientos nutricionales de hierro de la dorada y se establezcan los niveles adecuados de suplementación de hierro en la dieta de las doradas de crianza", ha puntualizado.