VILA-REAL (EFE). El Villarreal CF se salvó del descenso en el penúltimo capítulo de una campaña que el club diseñó con la mente puesta en alcanzar los puestos europeos, que nunca estuvieron a su alcance a lo largo de todo el ejercicio.
El Villarreal 2018-2019 contaba con un presupuesto de 136 millones de euros, cifra jamás alcanzada por el club, que no se ha visto reflejada sobre el campo en un campaña con muchas sombras y pocas luces. Así, y al margen de las dos campañas que se resolvieron con el descenso de categoría, el Villarreal firmó una de las temporadas más discretas de sus dos décadas en Primera División, con unos registros que desdibujaron el papel de los últimos años, siempre con Europa en juego.
Lejos de los deseos iniciales y a pesar de la mayor inversión económica de su historia, la realidad ha sido que el Villarreal ha estado siempre metido en la lucha por salvarse y ha permanecido once jornadas en puestos de descenso, en los que llegó a estar incluso a cinco puntos de la salvación, ya pasado el ecuador del torneo. Jamás en su historia en Primera estuvo el Villarreal tantas jornadas en territorio de descenso, ni siquiera cuando bajó a Segunda.
Además, el Villarreal ha protagonizado una situación muy poco habitual en el mundo del fútbol, al repescar al entrenador que había destituido ya con el curso en marcha. Tras la jornada 17, el Villarreal relevó a Javier Calleja como técnico al frente del equipo para poner en su lugar a Luis García Plaza, pero tras no encontrar una mejoría, el club recuperó a Calleja dos meses después y con tan solo cinco jornadas ligueras disputadas en el intervalo, una maniobra que asumió el presidente Fernando Roig por completo.
La permanencia se fraguó en un brillante mes de abril con tres victorias seguidas, una de ellas en Girona, que resultó crucial, tras una campaña marcada por los malos resultados como local en el año del peor rendimiento en casa, donde el equipo solo sumó veintitrés puntos. La Cerámica solo vio ganar a su equipo en cinco ocasiones frente a seis empates y ocho derrotas. Solo el buen rendimiento en la Liga Europa, en la que llegó a cuartos de final, fue motivo de alegría para el Submarino amarillo.
Finalmente, con Calleja al mando, el Villarreal logró la salvación y de no producirse un cambio radical en los próximos días, su continuidad en el club por una campaña más parece asegurada.
Entre los destellos del equipo destaca el retorno de Santi Cazorla, que en la pretemporada trabajó para intentar reengancharse al fútbol de élite tras más de dos años sin jugar por una grave lesión y que ha acabado el año convocado por la selección. El asturiano ha sido el referente para el equipo, mientras que jugadores como Gerard Moreno, Carlos Bacca, Ramiro Funes Mori o Manu Trigueros han decepcionado por su falta de regularidad. Esta situación, sumada a las lesiones y a la ausencia de Bruno Soriano, que ya completa dos años sin jugar, han lastrado mucho al equipo.
Otros de los nombres propios en positivo son los de Vicente Iborra y Toko Ekambi, ambos clave para la salvación, ya que el jugador africano ha sido con dieciocho goles el máximo anotador del equipo, mientras que la llegada a mitad de temporada del centrocampista valenciano supuso una gran mejoría.
Nota aparte merece la cantera castellonense, desde la que han irrumpido con fuerza jugadores como Chukwueze, Morlanes y Quintillà, que han acabado la Liga como titulares y jugadores de peso y entre los que resalta sobremanera el nigeriano, una de las apariciones estelares del campeonato.
El Villarreal ha vivido un año duro y alejado de sus expectativas, lo que ha propiciado una gran unión con la grada, pero también la obligación de cambiar la fisonomía de la plantilla.