A MI MODO DE VER / OPINIÓN

El abandono de lo cotidiano

3/11/2023 - 

Hace más de un mes escribí unas líneas en las que denunciaba las formas de proceder de los políticos que confunden “la discreción con la ocultación, la negociación política con la chalanería”. La denuncia equivalía a una reivindicación de la discreción y la negociación comprometidas con el derecho de los ciudadanos a ser informados. Seguimos en el mismo punto de aquella tarde, todos han enmudecido y el silencio se guarda sin disimulo alguno. Más aún, algunos dan la cara en los medios con un cierto descaro, otros sin ocultar la mordaza que soportan. 

Cargamos con esa incertidumbre que se acrecienta por horas porque, además, hemos de soportar otra crisis de que solo se vencerá si la superan los que contienden a muerte entre sí y porque llegan a darse cuenta de que luchan a muerte entre sí. A los minutos de telediario de Ucrania se unen los dedicados a Palestina; los pactos para la formación de Gobierno pasan a muy segundo plano porque nada hay que decir. Todos permanecemos expectantes y esperando que un término deje de significar lo que hasta ahora ha significado, esto es, calculando cómo se vacía de sentido y significado. En este entorno, lo cotidiano, se trate de actividades o entornos, es aparentemente desconsiderado en los medios de comunicación. Lo relevante para nuestro futuro inmediato ha sido fagocitado por el silencio impuesto que es total, como el poder de quien lo impone o aconseja.

Y, sin embargo, esas actividades o entornos cotidianos lo son casi todo para la mayoría de los ciudadanos. Por ello, el ponerse a favor de ganar la proximidad a lo cotidiano ha sido tan valorado por la gran mayoría de los ciudadanos a los que no parece baldío el vincular el cuidado de lo cotidiano a instituciones arraigadas en la textura social, que nos sean próximas y nos vean con familiaridad y sin distancias. Nada hay de casual en ello. Así pues, esta vinculación de lo cotidiano con nuestras instituciones políticas y sociales básicas se gana y se mantiene porque lo cotidiano tiene un peso especial en la conformación de nuestras expectativas, porque constituye y hace posible el afán y los quehaceres de cada día. 

Todo parece, pues, incitar a prestar una atención preferente a lo cotidiano; lo decisivo es disfrutar de la salud de cada día, del trabajo de cada día, de la enseñanza de cada día, del ocio y holganza de cada día. Por esta vía ganamos una conclusión: lo verdaderamente fundamental es la construcción del día a día, aunque no sea lo que nos sorprende porque la posible sorpresa se ve anegada por la crueldad de una u otra guerra o bien por el silencio en el que se dice gestar y ganar el futuro del país. Todo me induce a pensar que si  el colectivo ciudadano, al que se mantiene aislado de su futuro inmediato, no es inducido a ennoblecer su quehacer cotidiano con información ajustada a la realidad, difícilmente vamos a configurar algo verdaderamente innovador y reconformador de las actitudes ciudadanas. Desde luego, esa configuración no se logrará forzando el silencio de los que deben explicarse ante quienes les han votado en sus pueblos y ciudades.

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