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EL CUDOLET / OPINIÓN

El antisemitismo español no es hereditario

Foto: CECILIA FABIANO/LAPRESSE VIA ZUM/DPA
21/10/2023 - 

Sigo pensando que la acelerada deshumanización del planeta es inevitable y que, por mucho empeño que pongamos en canjear la nociva uralita de los tejados por la rica paja de los arrozales para sobreproteger al planeta de la propia basura que generamos, dicha frágil tarea pasa a ser irrelevante en el momento que se empuña un fusil o se lanza un mortero.

Las guerras son proyectiles que siempre alcanzan la diana de los civiles y acaban proyectando odio y rencor. La continua batalla, porque permanentemente están en lucha los pueblos de Israel y Palestina, es una más de las heridas abiertas del Monopoly humano con el planeta. Ninguno de los cinco continentes se salva de salvajismo y la radiografía inhumana es cada vez más notoria. Ojo, sin dejar de citar al hambre inmortal o la pobreza material que quizás eleven a la inmoralidad hasta al Santo Padre.

Estos días, camino del trabajo, he prestado atención, controlando mi hiperactividad, a la pormenorizada información de los megacomunicadores que despiertan con sus magazines las ondas. Sin dejar también de atender las declaraciones de líderes mundiales, valoraciones de analistas políticos, reclamaciones de trabajadores humanitarios y las posiciones encontradas de columnistas reputados, llegando a la siguiente conclusión que es la misma de hace una década. El problema sigue enquistado, agravado y radicalizado.

Tanques de soldados israelís. Foto: ILIA YEFIMOVICH/DPA

Algunas de las arengas, sorprendentes, sobre todo la respuesta de un líder europeo, político y popular alertando en no caer en el antisemitismo tras las declaraciones de una ministra del Gobierno en funciones. 

El antisemitismo forma parte de la historia y de la constitución del Reino de España y, en mi caso, personalmente no ha sido heredado. Ni en el peor de los casos como valenciano, pese a los ajustes de cuentas que sufrían los judíos en nuestra ciudad durante las revueltas populares cuando, por ejemplo, el precio de los cereales subía en tiempos de hambruna.

En una época no muy lejana, mantuve una estrecha relación de amistad con un hebreo de convicción. Con él, aprendí ladino y conocí los pormenores del temor a una guerra con los árabes, o a la caída de las bolsas mundiales. Sobreviví a esa cultura impregnada en el miedo.

Celebrando una Pascua Cristiana y habiendo recibido su visita, durante la cena me vio mojar una simple lechuga del terreno con sal, acompañado de un panquemado, y me dijo: "¿Sabes, Pedro? Eso es que estás haciendo es una tradición antiquísima de Judea". Le respondí, Moshe, es herencia de mi viejo.

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