Fue en el ecuador de una primavera tórrida e imprevisible, cuando el Consejo de la Unión Europea anunció el comienzo de la crisis macroeconómica, hija a partes iguales de la pandemia y de la invasión rusa del Año II d. C. -después de la Covid-. No había llegado la guerra a las puerta de la Unión, cuando se señaló el inicio de una nueva era marcada por las nuevas necesidades de seguridad energética y de seguridad cibernética de la UE.
La primera generación de criptomonedas había caído en una batalla sin cuartel, que cogió a todo el mundo desprevenido. Comenzaron cayendo los gobiernos que se habían jugado el Tesoro nacional a una moneda digital más frágil que un suspiro en el aire. Y se desplomaron fortunas ilusorias que no cabían más que en la imaginación del ciberespacio. En las webs de estos brokers fantasma se daban consejos para la prevención al suicidio.
Las necesidades energéticas se venían anunciando de forma transversal en todas las instituciones de La Unión. El último ECOFIN de mayo exigió “un diseño cuidadoso de la política fiscal para 2023, que debía ampliar la inversión pública para la transición verde y digital y la seguridad energética”. Las clave estaba en “ser prudente, controlando el crecimiento del gasto corriente primario financiado a nivel nacional”. ¿Volvían los oscuros y mezquinos años de la austeridad?
Los ciudadanos no aguantarían mucho las continuas subidas del precio de la luz y del petróleo, necesarios para el día a día. Los cortes en el servicio de agua potable, en el fluido eléctrico o en los servidores de red wifi comenzaron a marcar lo que sería “un invierno muy difícil", como vaticinó la Comisión Europea.
Pero fue el Tribunal de Cuentas de la Unión el que dio la voz de alarma. Sin ciberseguridad, nada iba a funcionar. Tanto los cortes de servicios básicos como la caída de la red estaban más cerca de un ataque cibernético que de una deficiencia técnica. No nos lo iban a contar…
El informe del Tribunal de Cuentas alertaba del retraso en implantar el 5G, una tecnología que podía añadir hasta 1 billón de euros al producto interior bruto (PIB) europeo hasta 2025, y podría crear o transformar hasta 20 millones de puestos de trabajo en todos los sectores de la economía. Esta previsión fue antes de que llegaron los e-Ingenieros, claro, robots sin sueldo ni derechos laborales y que tampoco cotizaban a la Seguridad Social
El Tribunal advertía que “los retrasos están poniendo en riesgo la consecución de los objetivos de la UE para el despliegue de las redes 5G y que son necesarios mayores esfuerzos para resolver los problemas de seguridad”. Poco después, el Consejo de la Unión establecía el ciberespacio como una prioridad, “un escenario para la competencia geopolítica, capaz de responder con rapidez y contundencia a los ciberataques”.
Con la mirada puesta en el Este, el Consejo hizo una declaración de guerra: “Los actores hostiles deben ser conscientes de que los ciberataques contra los Estados miembros y las instituciones de la UE se detectarán a tiempo, se identificarán con prontitud y se enfrentarán con todas las herramientas y políticas necesarias”. No fue la primera ni la última.
Los ministros pidieron encarecidamente a la Comisión “requisitos comunes de ciberseguridad de la UE para dispositivos conectados, y procesos y servicios asociados para reforzar la resiliencia de las redes de comunicaciones y desarrollar la respuesta de la UE a incidentes cibernéticos a gran escala”.
Se intentaba elevar el nivel general de ciberseguridad, facilitando la aparición de proveedores de servicios de ciberseguridad de confianza, con el fin de resistir y contrarrestar mejor los ciberataques con posibles efectos sistémicos y aprovechar las lecciones del manejo de las vulnerabilidades de Solarwinds, Microsoft Exchange y Apache Log4J.
-La "Cyber Crisis” estaba en marcha y el programa EU CYCLONe no había dado señales de resiliencia. Escucha David, a veces pienso que no se quiso actuar porque sabían que la caída de internet era inevitable.
-Entiendo a los gobernantes de la época, Laura. Hoy es más fácil con el gobierno de LaGranFábrica que hace 50 años. La doctrina del Pensamiento Único, que comenzó con el advenimiento del Transhumanismo, no permite consultar ni pedir permiso a la población para intensificar los controles de seguridad on-line y off-line. Lo importante es asegurar que no se pronuncie la palabra “crisis”, ni micro macro…