VALÈNCIA. Buceando en las entrañas de bandcamp en busca de gemas que me hagan elevarme musicalmente, ese nuevo Dorado que sea la llave a un nuevo sonido, me encuentro con un grupo de nombre original, Margarita Quebrada. La canción era Laberinto y tenía oscuridad, melancolía, esa tristeza que no sabes porqué pero reconforta. La escuché en bucle. Un videoclip con escenas que parecían rodadas en Super-8, poéticas en su simpleza, pero hipnóticas.
Su primer Ep, Luces, contenía una tristeza que se contagiaba, postpunk, sythpop y letras en castellano. No estaban solos en una escena que no para de producir álbumes de insólita calidad y reconocimiento fuera. Con su primer elepé, Gas Lágrima han lanzado uno de los mejores redondos del año. Así con todas las letras. Suena menos frío y triste, se abraza más al pop y la melodía, y le sienta genial bailar con esos géneros para que sueñes estar dentro de una pista de baile. Su primer sencillo, Azul, es luminoso y vitalista en su sonido, sus letras, como siempre dejando un poso nostálgico indescriptible pero emotivo.
Quedo con Nacho López y Guillermo Juan Montesinos “Vesse” en la cafetería de la Filmoteca, Mikel Cabanes no ha podido venir, nada más verlos les señalo que Gas Lágrima me ha parecido de los mejores álbumes del año, sonríen satisfechos con el álbum. Margarita Quebrada nacieron en 2019, cada uno de los miembros hacía su música en sus casas hasta que decidieron hacer música juntos.
“Yo empecé a hacer música hace bastante, de pequeño lo típico de solfeo y tal, en el conservatorio, aunque nunca lo llevé hacia ningún lado profesional”, recuerda Nacho. “Luego sí que comencé a tontear con la producción, pero a hacer cosas como mucha práctica, conocerme a mí mismo dentro del programa. En ese tiempo, antes de que se gestara Margarita, yo conocía a Guille, que hasta tiempo después no lo volvería a conocer bien porque compartíamos una especie de estudio, yo conocía su trabajo como beatmaker, productor”.
Solo quedaba un miembro por aparecer y el grupo ya se pondría a funcionar. “Tiempo después me junté con Miguel Yubero, con el que inicié el proyecto, empezamos a sacar más punta a las guitarras, porque Miguel venía de tocar en otros grupos, de tocar más en ska, grupos de rock, y aquí ya como que juntamos influencias los dos, y dijimos: vamos a por esto a piñón”, comenta el vocalista.
La conversación se vuelve más interesante, las influencias de las bandas siempre dan para mucho. Hay tantos grupos de los que beber a nivel creativo que nos influencian, que a veces es difícil definirlas. Yo detecto a Bauhaus, entre otros, no me lo niegan. “Empezamos con influencias, no tan clásico del postpunk como Joe Division, pero sí que empezamos con Soviet, Soviet, Human Tetris, juntas algunas influencias de lo que se estaba escuchando en ese momento, que había bebido de todo lo anterior pero más moderno. En base a ese criterio comenzamos a evolucionarlo y allí ya contamos con Guille. Y ya fue como la unión suprema”, aclara Nacho.
“Luego se unió Mikel – señala Guillermo -, que toca en Mausoleo, y luego Miguel se fue porque tuvo que dedicarse a, bueno, él también hace vídeos como Nacho, y él se ha enfocado a full con esto y tuvo que dejarse la banda”Quizás el Ep Luces mira más hacia los ochenta, por su oscuridad y por el uso de los sintetizadores, pero Gas Lágrima tiene una conexión más próxima a los noventa, y quizás a los primeros dosmiles “Antes estábamos muy pendientes de la tímbrica de los sintes como más hacia los ochenta, las guitarras. En este álbum fue, vale, no solo existen los sintes analógicos que hay que emularlos de épocas pasadas, sino fijarte en gente que está haciendo sintes más digitales, están sacando timbres nuevos para adaptarlo a nuestras melodías como Arca”, comenta el cantante.
Arca es uno de los artistas más interesantes de los últimos tiempos “Puro experimental de la electrónica, pero añade voz, aparte suena un poco pop, es bastante pegadizo, no es como la electrónica abrasiva y ya está, tiene ese matiz un poco más intenso. Luego Witch House Salem, cosas como un poco dramáticas”, señala.
El sonido de este álbum, y también el concepto musical que es la base del andamiaje sonoro de Margarita Quebrada, sale, en parte, de la búsqueda y la investigación en sonidos de vanguardia. Fuera de los márgenes que se dibujan en el mainstream. “Y luego a mí me moló mucho ponerme a investigar artistas del trap rollo Yung Lean, ponerme a investigar sus productores”, comenta. Los productores como creadores de nuevos sonidos desde la libertad de una música abierta y siempre en eterna ebullición, llena de elementos por explorar desprejuiciadamente. “Los productores de toda esta gente, que al final hacen trap, y es un género un poco menos relleno de intensidad en la trímbrica de los sintes, es más repetitivo, ponerme a investigar la música, de sus proyectos, que hacían ellos solos, sin ningún cantante. Eso me influenció bastante a nivel de producción; decir, hace esta gente la música, cómo desarrolla ésta gente un sonido propio, también para buscar el nuestro, que no fuera recurrir a cosas pasadas”
Como un cubista de principios del siglo pasado buscando diferentes ángulos en la composición de la obra, elementos separados de la figuración para profundizar en la vanguardia más desconocida. Con un pie en el presente y otro en el pasado, pero sin anquilosarse. “En cuando a los sonidos, si te quedas en la paleta de los ochenta, al final solo tienes esos sonidos”, comenta Guillermo. “Lo más complicado de este disco ha sido combinar sonidos que son muy ochenteros evidentemente, con otros así más modernos, más digitales, más abrasivos, con timbres más metálicos”.
La mezcla se torna fascinante en elementos tan sutiles y capitales como en la voz, el uso del autotune, creando diferentes muros de sonido, desde lugares distintos para seguir evocando sensaciones diferentes al oyente. “Cuesta un poco combinarlos, pero creo que lo hemos conseguido bien, y se genera una sensación un poco retro, que al final es lo que queremos proyectar un poco es nuestra música, pero sin estar en el cliché ochentero”. Una nostalgia de un lugar en el que quizás ni hayas estado. “Esa nostalgia no solo tiene que ser de los ochenta porque también aludimos a los noventa”, señala Guillermo.
Vayamos a la génesis. Al tema que les catapultó hasta donde está. La llave que abrió la puerta. “Cuando sacamos Laberinto justo nos pilló que Miguel estaba en Bélgica visitando a su pareja y yo estaba aquí en València”, dice Nacho. “Era la primera vez que sacábamos un tema, yo por lo menos. Fue el primero. Yo nunca había tenido un proyecto, nunca había subido una canción mía con mi voz. Confiábamos en el proyecto y se lo mandamos a un montón de gente, sellos, y fue muy loco porque a la semana nos habían contestado como cinco o seis sellos. De repente te ves leyendo un contrato discográfico y dices, qué es esto y con un tema”.
Finalmente Margarita se decidió por Jabalina, un sello muy interesante con bandas como Exfuturo o Papaya. “Jabalina fue el que nos dio el mayor hueco de haced lo que queráis y nos sentimos muy cómodos. Borramos el tema de Youtube y lo subimos con Jabalina”, sentencia el cantante.
Otro Lado es la canción más comercial, junto, tal vez, con Azul. La banda parece conforme, comercial como algo positivo. Con un gran estribillo pop que penetra en tu subconsciente. Con lo difícil que es facturar buenos ritmos y estribillos. En ella tienen dos colaboraciones, Xenia a la voz y el trío donostiarra, Merina Gris (que éste año han sacado un discazo, Zerua Orain).
“Merina Gris yo los conocí por unos amigos – dice Nacho - que me los enseñaron y fue como, ahora que tengo el grupo y tengo el Instagram les dije: lo que hacéis está guapísimo, me contestaron y enseguida, vamos a hacer algo juntos. Son gente que produce muy bien, gente que tiene un recorrido súper grande y que llevan tocando la tira de años, fue muy orgánico”.
“Con Xenia estábamos en casa, en Descongelada está en los créditos porque la hicimos juntos, tenemos un estudio en casa, le dije, ¿qué te parece esto?, se puso con el micro, sacó la primera estrofa del tema y dije, esto se va quedar así”, recuerda el cantante.
Gas Lágrima, el tema homónimo, se te adhiere como pocos. Fue el primer videoclip del álbum, un acierto. El tema más hedonista, a nivel de letra, del álbum. La escuchas y piensa en ti bailando, se lo comento y parece que es algo que le pasa a mucha gente. Y eso solo lo consiguen las grandes canciones. “Tiene muchos puntos la canción, la idea era hacer algo muy sencillo, una narrativa muy corta, te aporta como la sensación, no te aporta una historia”, señala. Les pregunto si el estribillo, “porque no me reconozco en los ojos de la gente” es un homenaje a Golpes Bajos, “es un guiño”, señala, Nacho.
En el videoclip aparece un grupo gabbers. Gente que baila por pasión, por amor a la música. “La elección de gabber nos parecía como sugerente por el cliché que se estaba dando del videoclip de rave de los 90 en Rusia, con gente haciendo así (hace un gesto con los brazo como si estuviera bailando) Era como un guiño, ya que nos dicen que somos post punk, voy a hacer un vídeo con gente haciendo gabber, que no tiene nada qué ver”, dice. “Por la sensación de comunidad que tienen ellos al bailar, eso también nos atrae de ese movimiento”, remata, Guillermo.
Hacer un disco con la complejidad sonora de Gas Lágrima no está al alcance de todos, porque no es solo música, también es experimentación e investigación. “Con gente tan talentosa la música fluye – dice Guillermo, pero luego sí que hay un trabajo también intelectual, porque te salen muchas ideas, pero también tienes que hacer una criba, y esto no nos encaja y desechar o transformar otras para que encaje mejor con otras canciones nuevas, que tienen otro estilo”
La melancolía, aunque éste plástico esté alejado de la oscuridad de Luces, está muy presente. Está en la densidad del aire que respira el álbum. Les sale de forma natural el sonido melancólico. “Es la que nos gusta, la que nos emociona a nosotros, no nos sale hacer en una tonalidad mayor. Lo que resuena dentro de nosotros siempre tienden a ser cosas que proyectan esas sensaciones”, comenta Guillermo.
Con bandas como La Plata, Antiguo Régimen, VVV [Trippin´You] o los propios Margarita, está claro que en València hay un escena propia con dos casas, La Residencia y Electropura. “Es un escenón”, sentencia Nacho. “Ahora hay mucha electrónica, el postpunk como que ha frenado un poco después de Santa Compaña no sé si ha salido algún grupo más de postpunk. A nivel de producción hay muchísimo, se han puesto a sacar ideas, ya no es electrónica ni postpunk, es gente haciendo cosas. Hay mucha gente con ambición y ganas de hacer cosas en general”
Es indudable que la industria ha cambiado, cada vez hay más bandas dentro de géneros minoritarios llegando a más gente. “La industria ha dado un cambio que flipas porque ahora se ha democratizado las herramientas necesarias para crearlas”, apunta Guillermo. “Antes los que podían hacer música eran los que estaban en un sello que les podían pagar el estudio y tú hacías ese proceso largo y costoso. Ahora es todo más accesible, la gente ya no tiene excusa ni impedimento, y si tú tienes ganas de crear, pues te pones a ellos y con el tiempo salen cosas guay”
La portada atrapa, te llama la atención inmediatamente, te deja pensando, ¿qué es eso? Es obra de Óscar Carretero. “Nuestra finalidad en cada lanzamiento es también aportar a nivel visual algo que te haga caer al tema, para que la gente quiera escucharlo hay que hacer videoclip, una portada, un buen lanzamiento. Hacer como un recubrimiento, como un envoltorio para que la gente lo quiera abrir”, lo tiene claro, Nacho.
“Yo trabajo en el audiovisual y es un placer tener un proyecto en el que poder aportar todas estas ideas y darle ese valor. Óscar es un amigo, era un compañero de Bellas Artes, que le llevo siguiendo desde que comenzó a hacer estas cosas. Hace unos meses comenzó a trabajar para Arca, lo vi despegar y le dije, antes de que te vayas, espérate que vamos a hablar tú y yo. Y fue a currar los dos juntos, y fue increíble”.
El disco puede ser una experiencia más intensa e inmersiva gracias al arte del disco, de los videoclips, un paso más, un detalle más. “La escultura del videoclip de Gas Lágrima también es de Carlos Sáez, otro escultor como megatop de València, la obra del videoclip está comisionada por el IVAM”, comenta Nacho.
Todo el concepto de Gas Lágrima podría ser perfectamente en un concierto, la comunión con el videoarte, una especie de instalación performativa. Una experiencia estimulante y novedosa. “Si va bien y tenemos algo de dinero en las arcas, molaría; o sea, nosotros fantaseamos con montar las gelatinas verdes en un concierto, que estén volando sobre la gente, en casi todos los bolos que podemos también viene Duelo, que es el colectivo que grabó el vídeo y hacer visuales”.