Puig junto a buena parte de la dirección en el pasado congreso de Benidorm. Foto: PSPVVALÈNCIA. El PSPV-PSOE comienza en este inicio de curso político a trabajar en las candidaturas tanto municipales como autonómicas de cara a las elecciones que tendrán lugar, probablemente de forma conjunta, el próximo 28 de mayo. Unas listas que, tal y como informó este diario, deberán estar resueltas al completo a finales del mes de enero; lo que apunta a que estén prácticamente decididas antes de Navidad.
Con este escenario, la formación que lidera el también presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tiene ante sí el siempre complejo reto de elaborar las candidaturas más competitivas posibles y, al mismo tiempo, contentar o premiar a las propias estructuras y 'familias' del partido. Un proceso en el que, como es lógico, nunca llueve a gusto de todos.
En este caso, la temperatura apunta a alcanzar más grados incluso de lo habitual. El motivo es que, a diferencia de lo que ocurrió en 2019, los distintos sondeos señalan una mayor igualdad entre bloques: es más, la mayoría de encuestas nacionales reflejan una importante recuperación del PP que amenaza o supera a Pedro Sánchez mientras que, en la Comunitat Valenciana, dibujan un empate técnico o una victoria ajustada del Botànic, tal y como señala la última encuesta realizada dentro de la formación socialista.
Una circunstancia que contribuye a que la tentación de figurar en las candidaturas a Les Corts sea mayor por parte de los altos cargos, dado que su puesto en el Ejecutivo corre peligro al no tener la total de seguridad de que el Botànic retendrá el gobierno. Ahí entra en juego la lógica en la estrategia de supervivencia política: primero, hay que asegurarse los cuatro años que otorga un puesto de parlamentario; segundo, una vez logrado esto, podría abandonarse por un cargo en el Consell si se vuelve a reeditar la mayoría que dé acceso en este caso al Botànic III.
Ahora bien, esta alta demanda de consellers, subsecretarios, secretarios autonómicos y directores generales, amenaza con producir un 'overbooking' en las candidaturas autonómicas que debe elaborar -o al menos autorizar- el propio Puig, que en muchos casos ha trabajado codo con codo con esos altos cargos que ahora anhelan asegurarse una plaza en Les Corts.
No obstante, de proliferar esta integración en las candidaturas, los damnificados apuntan a ser los referentes locales, comarcales e incluso provinciales, que verán mermadas las posibilidades de contentar o premiar a actores principales de la formación socialista en el ámbito municipal.
En este sentido, fuentes del partido admiten que unas listas muy enfocadas a cargos del Gobierno valenciano podría mermar la presencia municipalista, algo que puede conllevar "incoherencias territoriales". Es decir, escaso o nulo equilibrio representativo de unas comarcas u otras en la lista autonómica, así como del poder municipal en líneas generales que desde las cúpulas provinciales se considera fundamental.
Bien es cierto que, aún produciéndose una avalancha de altos cargos en las listas, si los socialistas retienen el gobierno se producirían salidas que permitirían la entrada de otros dirigentes más rezagados que sí podrían ser de la órbita local, aunque la preferencia por parte de cargos de las diferentes provinciales se dirige a que Puig opte por un mayor equilibrio en los puestos de salida.
Es más, algunas de estas fuentes deslizan que, de no producirse esto, luego tampoco resultaría extraño que la elaboración de componentes de las diputaciones recayera exclusivamente en las direcciones provinciales, sin atender deseos o peticiones de la cúpula nacional del PSPV.
Al posible aumento de altos cargos en las candidaturas hay que agregar la siempre posibilidad existente de que Puig decida, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, incorporar independientes, lo que adelgazaría todavía más los puestos libres en la lista. En el entorno del presidente lo tienen claro: las decisiones serán del líder socialista más allá de posibles deseos o presiones de las corrientes internas del partido.
