MURCIA (EFE/GUZMÁN ROBADOR).- Más de 250 investigadores de sesenta países participan en una campaña mundial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con las pesquerías, donde, en contra de la idea general, la sobrepesca reduce considerablemente la rentabilidad, según sostienen.
Para ello, proponen, se debería adaptar el esfuerzo pesquero a la capacidad natural de regeneración de los caladeros y crear áreas marinas protegidas de tamaño suficiente.
Alrededor del 35 % de las pesquerías en el ámbito mundial está en riesgo de colapso económico debido a que la sobrepesca reduce los stocks de peces a niveles biológicamente insostenibles, según la FAO.
Este dato preocupante ha sido facilitado a Efe por tres de estos investigadores: Rashid Sumaila y Anna Schuhbauer, ambos docentes del Institute for the Oceans and Fisheries de la Universidad de British Columbia (Vancouver, Canadá), y César Bordehore, profesor del Departamento de Ecología e investigador del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio 'Ramón Margalef' de la Universidad de Alicante (UA).
De acuerdo con el 'Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura 2020', de la FAO, el Mediterráneo es el mar más sobreexplotado del mundo (cerca del 65 % de las poblaciones de peces está sometido a una extracción no sostenible), seguido del sureste del Pacífico y el Atlántico (con casi la mitad de sus recursos marinos en esa situación).
Sumaila, Schuhbauer y Bordehore han destacado a Efe que tener un stock sobreexplotado significa menor productividad y, por consiguiente, menor rendimiento económico. "La biomasa pesquera en el océano es como el capital en el banco, si retiramos solo los intereses generados anualmente por el capital principal, obtendremos el máximo de rentabilidad e ingresos, pero si sacamos parte del capital, los intereses acumulados serán cada vez menores y nos darán una menor rentabilidad", han sentenciado.
Estos tres expertos mantienen que los océanos deben ser considerados como un todo -no abordar la pesca, la captura de carbono y la conservación de la biodiversidad por separado- y proponen que todos los países costeros deberían adoptar una política "congruente y alinearse" en sus aguas nacionales con los ODS relacionados con los océanos, la biodiversidad marina y la pesca.
Sostienen también que en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), celebrada entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre en Glasgow (Escocia), "el océano no recibió toda la atención que necesita".
Principalmente, han afirmado, "se deja de lado la pesca en medio del océano, donde ahora solo los beneficios económicos a corto plazo impulsan la actividad pesquera, la mayoría de ellas 'dopadas' por subvenciones multimillonarias y con consecuencias catastróficas para las poblaciones de peces y su productividad, que ya cuestan más de 80.000 millones de dólares en pérdidas si lo comparamos con la producción del ecosistema si se recuperaran los stocks".
En este sentido, los investigadores han recordado la carta que un numeroso grupo de colegas, encabezados por Sumaila y entre los que se encuentra Bordehore, publicó en octubre pasado en la prestigiosa revista Science en la que planteaba que la Organización Mundial de Comercio (OMC) prohibiera las subvenciones a las actividades pesqueras que favorecieran la sobreexplotación.
Schuhbauer, Bordehore y Sumaila han asegurado que el esfuerzo pesquero excesivo lleva a la reducción de las poblaciones de peces por debajo del óptimo biológico y han estimado que si el sistema económico inyecta subvenciones para compensar la disminución de los beneficios en la flota afectada, el colapso se acelera aún más.
Haciendo suya la cita de la FAO, "la gestión es la mejor conservación", Bordehore, Sumaila y Schuhbauer abogan por la reducción del esfuerzo pesquero de forma que sea suficiente para que las poblaciones de peces se regeneren y alcancen una biomasa elevada.
También plantean que, de manera complementaria a la reducción del esfuerzo pesquero, deberían declararse muchas más áreas marinas (reservas de "no pesca" y de pesca regulada) de tamaño suficiente en lugares adecuados para impulsar la reposición de peces fuera de la zona protegida, el conocido "efecto reserva", llegando a un óptimo del 30 % de la superficie marina.
Suena paradójico, han mencionado, pero dejar amplias zonas del mar sin pescar, aumenta la producción pesquera en el resto.
Otra cuestión, han apuntado, es la problemática de "la falta de cuotas" para algunas especies muy pescadas en el mar más sobreexplotado, el Mediterráneo, como sucede con la gamba roja en el Mare Nostrum español, especie que se halla en un alto nivel de sobrepesca y sobreexplotación con un nivel intermedio de biomasa, según algunos estudios.
Al menos, en el caso de las especies más vulnerables y en riesgo de colapso, deberían establecerse los máximos anuales de capturas y la protección espacial en los caladeros para conseguir en pocos años aumentar las poblaciones y alcanzar mayores capturas y rendimiento económico, han defendido.
Los tres investigadores han advertido: "Si se produce el colapso, además de biodiversidad, perdemos pescado, dinero y medio de vida, principalmente de los países más pobres".
"El océano es finito; tiene un fin. Alrededor del 35 % de la pesquería a nivel mundial está sobreexplotado", por lo que "deberíamos darle un respiro, reducir el esfuerzo pesquero", han manifestado.